LAS CARTAS SECRETAS DE GEORGES DE BROCA (*)

Las aventuras excéntricas de un inventor y su autómata

Enrique Butti

Qué historia cuenta Las cartas secretas de Georges de Broca? Las mil y una cuenta, pero no estaría mal que cada lector registrara la historia que para él insufla vida, que da entidad -digamos- corpórea al Broca que escribe las cartas. Porque si el lector va definiendo una historia y va dando entidad a Broca, quiere decir que Las cartas secretas es una novela, aunque es posible imaginar que pueda catalogársela bajo alguna otra especie de rara avis. Para mí es la historia de un hombre que construye una autómata, a la que después pierde y de quien finalmente recibe una carta (y si me animo a revelar una de las posibles tramas del libro es porque estoy seguro de que no muchos lectores la compartan y prefieran en cambio defender un propio derrotero). Podría ostentar como evidencias que avalen mi lectura las frecuentes alusiones y aventuras con juguetes mecánicos, estatuillas de Venus y plantas humanoides, pero también debo confesar que en no pocos momentos ganó la tentación de abandonar el suspenso de aquel itinerario fantástico para seguir la pluma del Broca que recorre las distintas realidades de sus muchas fases y faces, por ejemplo las visiones fulgurantes de las guerras mundiales que le tocó vivir en primera persona; o la pluma del Broca erudito que sentencia y discute sobre poesía y teología; o la del aficionado a coleccionismos varios (cuídate de él, hipócrita hermano), o las del centenar de travestismos con que este Sherezade arroja misivas encerradas en botellas al maremágnum de los lectores. Habrá entre ellos el ejemplar más digno, capaz de recopilar todas las sugerencias, y ese lector modelo será el que sepa regodearse con cada carta, con cada presente del Broca que escribe tal carta, sin esperar que en las próximas el presente de Broca coincida con el nuestro, seamos nosotros el destinatario, y allí él desnude definitivamente su y nuestra alma.

El destino de cada ser humano incluye un número de ejemplares idéntico al de quienes se entrometen en su vida. Somos distintos con cada interlocutor al que hablamos en la intimidad. No hay en estas tantas cartas de Broca ninguna con el mismo receptor, y si sólo una de la quizás nutrida correspondencia con esa persona resulta suficiente es porque Augusto Munaro dosifica en ella las referencias adecuadas para que el lector sepa deducir la plena relación del remitente con cada uno de esos destinatarios.

En varias cartas se nos presentan claves y símbolos del programa que rige a todo el libro. En una misiva se nos habla del dueño de una santería que meticulosamente ha recogido en ampollas la tierra de los sitios donde acontecieron milagros; sostiene que cada partícula debe indefectiblemente involucrar un resto de aquella intervención divina y por ende contener la posibilidad de repetir los prodigios. Otra misiva nos cuenta de una vecina que habla con una pléyade de voces, y cada una de esas voces declara los elementos adicionales que permiten inferir su biografía.

Munaro practica otra vuelta de tuerca sobre la espléndida tradición de la literatura epistolar (de Choderlos de Laclos y Richardson a Lord Chesterfield y a la nutrida correspondencia entre escritores y notables de todas las épocas), un desplazamiento que se apoya sobre los silencios, las elipsis, los intersticios del tiempo y de las circunstancias que median entre todas y cada una de las cartas que escribe Broca.

Ni una cronología ni una evolución o involución de Broca reflejado en sus cartas (fechadas en 1934, 1899, 1962...) establecen una línea unívoca de lectura; de ahí los espléndidos fuegos de artificio de este libro. Son cartas secretas que recorren con notables conquistas esa tierra misteriosa que periódicamente a través de los siglos la literatura ha explorado con irregular éxito, de los distintos niveles de lectura de La Divina Comedia, o del Tristam Shandy, a los juegos más pedestres de “El lector elige” o, digamos, Rayuela, o Si una noche de invierno un viajero.

(*) Augusto MUNARO, Editorial Huesos de Jibia, Buenos Aires, Argentina. 2019 (138 Págs.)