Murphy vibra con el Tottenham

La final de la Champions se juega en Santa Fe

Se sabe que el sábado, el mundo futbolero pondrá su mirada sobre el último partido de la Liga de Campeones de Europa, entre Liverpool y Tottenham, ambos de Inglaterra. Pero más allá de que la pelota ruede en el “Wanda Metropolitano” de Madrid, en Santa Fe, el partido también se va a jugar en el pequeño pueblo de Murphy, en el sur de la provincia, de donde es oriundo el DT Mauricio Pochettino y el arquero Paulo Gazzaniga.

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Orgullo local. El cartel de Murphy y las figuras del fútbol que surgieron de su suelo.

Foto: Transmedia VT

 

Pablo Rodríguez

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La localidad de Murphy, ubicada a 300 kilómetros de la capital santafesina, tiene la particularidad de que dos de los protagonistas de ese partido definitorio en Europa, son nacidos, criados y formados futbolísticamente allí. Se trata del técnico Mauricio Pochettino y el arquero (suplente) Paulo Gazzaniga. Sumado al ex River, Erik Lamela, los tres serán los únicos argentinos en cancha.

Pochettino se convertirá de este modo en el segundo santafesino en dirigir una final de la Champions, teniendo en cuenta que el oriundo de Chabas, Héctor Cuper, lo hizo en dos oportunidades con el Valencia de España, en las temporadas 1999-2000 y 2000-2001. Es más: el murphense será el tercer técnico de nuestro país en llegar a esa instancia como DT, si se tiene en cuenta al Atlético de Madrid del “Cholo” Simeone en el 2014.

Para este evento histórico, habrá pantalla gigante y mucho aliento en la sede del Centro Recreativo Unión y Cultura, frente a la plaza San Martín. La institución es reconocida a nivel nacional e internacional por ser la “casa madre” desde donde salieron grandes jugadores a lo largo de los años.

Ellos, los 4.000 habitantes, los llaman “Embajadores de Buen Fútbol”. Además de los dos protagonistas locales de la Champions, debe recordarse a Andrés Desábato; Claudio Pochettino (primo de Mauricio); Daniel Gazzaniga; David Bisconti; Enrique Peralta; Gianfranco Gazzaniga; Juan Pablo Caffa; Leandro Desábato; Mauricio Piersimone y Santiago Morero. Todos ellos, se destacaron en equipos argentinos y del exterior.

Alentando desde siempre

Héctor Pochettino y Amalia Trossero son los papás de Mauricio. Los hinchas que más lo alientan a la distancia. Los mismos que lo acompañaban a los partidos de 5 contra 5 cuando tenía siete años, o que lo llevaron hasta la puerta de la pensión de Newell’s Old Boys de Rosario, a los 13, para que empiece a soñar con una carrera.

Por comodidad, cábala y tiempos, no quisieron viajar a la gran final de este sábado. Ni ellos, ni sus otros dos hijos, Javier y Martín. Prefieren ver el partido como siempre lo hicieron: solos, a puertas y ventas cerradas, con los teléfonos en silencio. Cada uno en un lugar puntual de la mesa.

En el entretiempo se prepara el mate. Amalia es quien se encarga, prende velas, se levanta, reza y camina para aflojar las tensiones. Son los hinchas de Mauricio desde la primera hora. Eso no se discute. Héctor recuerda que a los siete, su hijo marcaba la diferencia entre sus amigos. Ya sea por su físico o su habilidad con “la de gajos”. Dice que era inteligente para jugar y lo hacía a la par de los más grandes. “De ahí no paró más, salvo por alguna lesión”, asegura.

Para los 11, Pochettino ya no se sacaba nunca los botines. Lo buscaban todo el tiempo, para torneos y campeonatos. Incluso tuvo un problema de rodilla por tantos partidos juntos. Un año más tarde, ya vestía la camiseta de Unión y Cultura junto a las inferiores. Fue una carrera intensa. Pero no sólo de fútbol.

Es que al salir del colegio, agarraba la moto y se iba al campo a trabajar con su familia. Se subía al tractor e iba a la par de los adultos, casi como en el fútbol. Fue muy disciplinado, gaucho y guapo.

Es sensible y todavía no se puede desprender del día en el que le soltó la mano a su hijo, cuando ni siquiera llegaba a la pubertad. Le cuesta borrar esa imagen. Era muy chico para dejarlo ir. Pero lo hizo.

Por estos días de mucha tensión, habla con Mauricio por Whatsapp, pero no mucho, ya sea porque se emociona o no invadirlo: “Quiero que haga su camino. Me encantaría que fuera el DT de la Selección, por su patria. Pero ahora no lo pienso mucho a eso. Ya con haberle ganado al Ajax en semifinales, estoy feliz ”, afirma.

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HINCHAS Nº 1. Héctor y Amalia, los padres del DT de Tottenham, Mauricio Pochettino.

Foto: Transmedia VT

El partido, desde las 16 de nuestro país

Tottenham, que ya ha hecho historia al clasificarse para su primera final de Champions, quiere acabar la gesta levantando el sábado en Madrid (a las 16 de Argentina) la Orejona en la final contra el Liverpool de un Jurgen Klopp, que lanza su segundo intento.

Tras maravillar a todos remontando una goleada en semifinales ante el Barcelona (0-3, 4-0), el Liverpool alcanzó su segunda final de Liga de Campeones consecutiva, con la idea de hacer olvidar la derrota del pasado año frente al Real Madrid en Kiev. El equipo inglés ha hecho una excelente temporada, pero ha visto como la Premier League, que no gana desde 1990, se le escapaba en el último suspiro, al quedar segundo a un solo punto del ganador Manchester City. Famoso por su juego atrevido, Los Reds volverán a confiar en su tridente atacante formado por Mohamed Salah, Roberto Firmino y Sadio Mané.

Una de las claves puede ser la presencia de la estrella del ataque del Tottenham, Harry Kane. Ver a Kane sobre el terreno de juego, sin duda, supondría una inyección de moral y juego añadidos para el equipo de Mauricio Pochettino, en su primera final de Liga de Campeones en sus más de 130 años de historia. Cuartos en la liga inglesa con plaza en Champions garantizada para el próximo año y en una final del máximo torneo continental, la moral tampoco falta en un equipo que eliminó al City en cuartos de final y después se deshizo en semifinales del Ájax de Ámsterdam, verdugo del Real Madrid, que el sábado cederá su corona europea.

Se espera que unos 100.000 aficionados, la mayoría sin entradas, acudan a la capital española, donde desde el jueves tienen lugar conciertos y distintas actividades para los aficionados. Un dispositivo de casi 5.000 efectivos se encargará de la seguridad.