Inolvidable

El nadador con estilo más puro

Mario Di Lucca fue una de las figuras más importantes de la historia de la natación santafesina. El sábado se cumple un mes de su fallecimiento.

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Mario Di Lucca, durante una entrevista con El Litoral, en la que como siempre, se habló de su querida natación.

Foto: Archivo El Litoral

 

Tomás Rodríguez

Especial para El Litoral

La primera pileta de 25 metros con trampolín de Gimnasia y Esgrima de Santa Fe fue inaugurada el 29 de marzo de 1931, en un acontecimiento que contó con la presencia de numerosos niños y adolescentes. En su primera etapa, los más destacados fueron Carlos “Patón” Costa, Celestino Martínez, Carlos Mario Hurtado, Ovidio Acosta, Raquel Bentolilla, Adriana Camelli (doble campeona sudamericana de pecho, olímpica y primera mujer que ganó la Santa Fe-Coronda).

Luego de Mario Di Lucca surgieron el incomparable Conrado Simón Porta (sexto en los JJ.OO. de Montreal y cinco Olimpias de Plata); el esforzado Raúl Araya; la jerarquía de Alicia María Boscatto (bronce en los Panamericanos de Indianápolis y novena en el Mundial de Guayaquil en los 200 pecho y cuatro Olimpias de Plata).

También Fabián Ferrari; el malogrado Sebastián Lasave; Jorgelina Raquel Mitchell; Gustavo Pachetta; Agustina De Giovanni, Joaquín Belza y Gabriel Villagoiz, etc.

Durante su trayectoria como deportista y luego en calidad de profesional, Mario Di Lucca mantuvo una gran relación de amistad personal con Luis Alberto Nicolao, dos veces plusmarquista mundial en 100 metros mariposa, campeón nacional de Estados Unidos, Olimpia de Oro y asimismo, entrenador de Mark Spitz, en la Universidad de Stanford, en Palo Alto (California), quien consiguió siete preseas doradas en los Juegos Olímpicos Münich 1972.

Trayectoria

Mario Di Lucca nació el 18 de diciembre de 1948, hijo de Víctor Loreto Di Lucca (fue presidente de GyE de Santa Fe) y Emilia Dalmazzo. Poseía un cuerpo largo y delgado; es decir el físico de un deslizador y no de un nadador de fuerza.

Sus dotes naturales lo ubicaron desde la niñez en los primeros lugares, tanto en el orden local, como en el provincial y nacional; ya desde las categorías infantiles, menores y juveniles, hasta llegar a la disciplina superior.

En la década del sesenta del siglo pasado, se presentaba como el nadador de nuestro país de mayor deslizamiento y de muy buen estilo.

Los deportistas gimnasistas de las diversas disciplinas lo admiraban y observaban con atención sus intensas sesiones de entrenamiento diario en doble jornada en la temporada estival, bajo la atenta mirada del severo y eficiente entrenador Joaquín Calderón Hernández, en su segunda etapa en el club fundado en 1901.

“Maluki” debutó internacionalmente en el Sudamericano de Buenos Aires 1962, donde salió segundo en 1.500 metros libres, con 19 minutos 01 segundo 4 décimas. Al año siguiente, en los Panamericanos celebrados en San Pablo (Brasil), fue séptimo, con 18.52.8/10.

En el Sudamericano de Guayaquil 1964 se lo consideraba una figura de importancia, que llenaba los ojos con su andar fluido, suave, elegante, receptando elogios de los especialistas en la materia.

El entrenador Pedro Giordano (GER, Provincial y selección argentina), en una de las exitosas ediciones del prestigioso Torneo del Litoral Argentino, reveló en la piscina de Gimnasia y Esgrima de Santa Fe con asombro: “Qué nadador que es Mario. Ustedes no tienen idea de lo que este chico puede hacer más adelante”.

Para destacar

En los Panamericanos 1967 en Winnipeg (Canadá), Di Lucca obtuvo la presea de bronce en la posta 4x200 libres junto a Héctor Scerbo, Luis Alberto Nicolao y Abel Pepe.

Sin embargo, tuvo una etapa donde sus actuaciones ofrecían dudas, cuando en esa época nadaba las primeras piletas mejor que las últimas, posibilitando que Carlos van der Maath (Ateneo de la Juventud-Geba) le ganara distintas pruebas, aduciendo los especialistas que a Di Lucca le faltaba garra.

El nadador santafesino fue a Guayaquil entrando por la puerta de atrás, porque solo había clasificado para las postas. Su entrenador, el entrerriano Joaquín Calderón Hernández lo largó en un apronte de 1.500 contra la opinión de todos, que no observaban bien tamaño esfuerzo sobre la iniciación de los Juegos.

Mario obtuvo un asombroso registro de 18 minutos 08 segundos 5/10, ampliamente superior a la plusmarca sudamericana del venezolano T. Capriles, de 18.40.8, dejando atónitos a colombianos y venezolanos.

Di Lucca sintió el esfuerzo imponiéndose en su serie, con 18 minutos 33 segundos 6/10 (el único récord sudamericano en esta prueba). En la final, Ricardo Morello (GER) y el colombiano Julio Arango lo aventajaron, la calidad del santafesino había quedado confirmada, pero algunas dudas subsistían.

Cada vez mejor

En marzo de 1966 se realizó el Sudamericano en Lima (Perú). Los dos primados nacionales de 200 y 400 metros Di Lucca los había conseguido en piletas cortas, nadando prácticamente sin oponentes de consideración. En las carreras selectivas Van der Maath lo había superado en 100, 200 y 400, viajando otra vez como titular de las pruebas de relevos.

En esos momentos, el plusmarquista mundial Luis Alberto Nicolao, debido a una lesión y enfermedad estaba fuera de forma y Mario lo reemplazó en los 400 libres, con el mismo estilo elegante, pero esta vez con una cuota que asombraba.

Muy atrás quedó el récord sudamericano del pibe de Ateneo de la Juventud, Luis Alberto Nicolao: 4 minutos 28 segundos 4/10 y las dudas quedaron demasiado lejos sobre su temple para la lucha, sobre su garra y fortaleza; en tanto la algarabía de los nadadores argentinos estalló por la incuestionable conquista y soberbia actuación del nadador de Gimnasia y Esgrima de Santa Fe.

Entrenaba solo en verano

El excelente entrenador paranaense Joaquín Calderón Hernández intentaba justificar siempre a su pupilo, recordaba entonces con admiración que “Mario no es que sea haragán, él se entrena solamente en el verano, aduciendo razones de estudios; en el único invierno que se adiestró fue antes del Sudamericano de Guayaquil”.

“Maluki” aseguraba con alegría: “Acabo de terminar el nivel secundario, voy a estudiar de lleno la carrera de Ciencias Económicas en la UNL y espero que pueda tener un poco de tiempo libre para prepararme bien para los Panamericanos de 1967 y luego los JJ.OO. Yo deseo recibirme de contador público, así se lo prometí a mis padres, profesión que me abrirá las puertas para el futuro”.

Reconoció su poco apego a los entrenamientos: “La natación me apasiona y seguiré nadando hasta que pueda, aunque soy un poco fiaca para entrenarme, pese a que el señor Calderón Hernández me tiene al trote”.

Mario Di Lucca, años más adelante se casó con la profesora de Educación Física Ana María Sattler, natural de San Jerónimo Norte, de cuyo matrimonio nacieron sus hijos Emilia, Victoria y Pablo.