Nuestros recuerdos
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Monzón liquidó a Harold Richardson

Dupla estelar. Carlos Monzón junto a Amílcar Brusa, en los comienzos de la carrera de quien sería el mejor boxeador de la historia argentina.
Foto: Archivo El Litoral
Tomás Rodríguez
Especial para El Litoral
El campeón argentino y sudamericano de la categoría mediano, Carlos Monzón (72,100), se impuso en el tercer capítulo por nocaut técnico al estadounidense Harold Richardon (73,300), en la pelea estelar de la noche del 5 de julio de 1969, celebrada en el estadio Luna Park de Buenos Aires.
La victoria lograda por el pupilo de Amílcar Oreste Brusa fue amplia y contundente, en el camino hacia un combate por el cetro universal de esa división de la Asociación Mundial de Boxeo.
El natural de San Javier había obtenido el 28 de diciembre de 1965 el torneo Eduardo Lausse, organizado por Juan Carlos Lectoure los días miércoles, en el Palacio de los Deportes de avenida Corrientes y Bouchard, donde participaron los pugilistas medianos Celedonio Lima, Antonio Aguilar, Francisco Gelabert, entre otros y en la final superó a Carlos “Kirk Dlouglas” Salinas por decisión unánime de los jurados.
Este éxito le valió al santafesino el derecho de pelear ante el experimentado Jorge José Fernández, de vasta trayectoria internacional durante una década y media, a quien destronó como monarca argentino y sudamericano.
A partir de entonces, “Tito” Lectoure le programó a Monzón combates con boxeadores norteamericanos, pasando Bennie Briscoe (empate) y luego cayeron ante los puños de “Escopeta” dos veces Tito Marshall, Charles Austin y Johnny Brocks.
Monzón, con 27 años, llegó a la confrontación con Richardson con un palmarés de 70 peleas, con 57 triunfos (36 por la vía rápida), nueve empates, tres traspiés de los que se tomó amplios desquites y una sin decisión (Alberto Verón), además venía de superar por KOT en 7 vueltas en Paraná al bonaerense Salinas, dirigido por Nicolás Preziosa, 29 días antes.
El púgil santafesino, de 1.81 de altura, brazos largos y piernas finas, según Brusa parecía como robotizado: izquierda-derecha, en uno dos y luego cross de izquierda a la cabeza. Enseguida armaba la guardia otra vez y volvía a empezar, sin apuros, lastimando y minando energías, así destrozó a un impotente Richardson, ubicado quinto en el escalafón mundial.
Al final del segundo asalto con un cross conmovió al hombre de color estadounidense. Monzón siendo más inteligente trabajaba con el jab, dejaba fuera de foco al visitante que pretendía una pelea corta.
Los tramos finales
El conducido por Brusa, en la tercera vuelta punteaba con izquierda, aplicando una serie de golpes culminando con cross de derecha que derribó a Richardson, escuchando dos segundos en el tapiz y se levantó escuchando de pie el conteo reglamentario de ocho del juez correntino Luis Guzmán (considerado el mejor árbitro argentino de todos los tiempos, junto a Lorenzo Fortunato y Alfredo Fernández).
Cabe apuntar que, obnubilado, muy confundido, el hombre del Bronx, quiso volver a la lucha. Pero seguidamente, el argentino (clasificado séptimo en la AMB), conectó una izquierda formidable, seguida por una derecha que impactó en la mandíbula del púgil de Nueva Jersey.
Trastabilló el visitante, Monzón lo siguió con una combinación destructora, con salida acertada de ambas manos, Richardson perdió el control, las piernas no le respondían con firmeza, porque la mente estaba aturdida, los brazos no ofrecían defensa, retrocedía hacía su rincón y el juez en acertada decisión dio por terminada la desigual pelea.