Peisadillas

Todo por la amistad, nada por la mitad

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El café en el bar tiene una regla que jamás se rompe: discusión y divergencia, nunca violencia. En nuestra mesa se discute, nunca se pelea, es nuestro pequeño mundo compartido -sin partido- dos horas a la semana. Foto: Guillermo Di Salvatore

Carlos Mario Peisojovich (El Peiso)

Desperté alarmado, pero sin alarmas ni sirenas, sin policías y sin enfermeros, no eran ambulatorias ambulancias ni móviles policiales en movimiento. Preso de una sensación, encadenado a una desapacible excitación, privado de la libertad de razonar claramente y con claros síntomas del malestar previo al despertar exaltado, mis ojos legañosos de ensoñación profunda se esforzaban por despegarse mutuamente en dispares guiños desacompasados y desordenados. Mis plácidos sueños risueños fueron desplazados por la alarma sonante de mi celular tonto (pues mi aparatito es opuesto a los celulares inteligentes, que idiotizan).

Comenzar un nuevo día es empezar una nueva vida, nada nos prepara para lo que vendrá. Vivo con la sonrisa a cuesta, pues no pesa, y sin exceso de equipaje, ya que mis mochilas emocionales quedaron en los campamentos de verano, en las butacas de los cines de autor, en los cafés matinales, en los mates vespertinos, en los libros bien leídos, y en los amores despedidos. Voy por la vida bordeando lo establecido, evito la multa a los excesos de felicidad, no pago impuesto por mis utopías autoimpuestas, no tributo por la exagerada risotada, ni pago gravamen al juego del amor, mis tristezas se atan a un plazo fijo no renovable y mis alegrías no descansan en una caja de ahorro con límite de extracción. Soy de los de antes, mis sueños risueños están depositados en mi colchón, mi almohada es mi “Home Banking”, y mi riqueza tiene de garante a mi experiencia.

En estos días donde los bancos que bancan a los que más tienen, y que desbancan a los que menos tienen, bancarizando lo imbancable que es vivir con plata prestada, siempre prestos a cobrar con sumo interés intereses impagables, asfixiando a quienes quieren sacar la cabeza del agua, empobreciendo a quienes quieren salir de la pobreza, y que la alcancía no alcanza. Banco, la gente no te banca.

El humorista estadounidense Bob Hope es el creador de una de las mejores citas que refiere a los Bancos, el dijo: “Un banco es un lugar que te presta dinero si puedes probar que no lo necesitas”, más claro imposible, aplausos de pie. Y si salta la banca, nosotros quedamos de punto; punto y aparte.

Los que tienen mi banca y nos son ningunos puntos, son mis amigos; cuando usted amigo/a lector/a tenga en sus manos desplegada la hoja de mi Peisadilla, o sus ojos puestos en alguno de los aparatejos móviles o de escritorio en el diario virtual, gran parte de la sociedad estará festejando el “Día del Amigo”. Fue un dentista, Enrique Febbraro, el que propuso este homenaje... él se inspiró el día en que sentado frente al televisor, vió el alunizaje del Apolo XI y desarrolló una idea que le estaba dando vueltas: de instaurar el “día internacional del amigo”. Vió la oportunidad ese 20 de Julio de 1969 y la justificó diciendo que era un gesto de amistad de la humanidad con el universo, y la materializó enviando mil cartas a cien países explicando el por qué de su decisión. La idea pegó en un mundo que aún no estaba globalizado ni unido por redes virtuales de comunicación, tuvo 700 respuestas a su misiva -todo un logro- y la celebración del día de la amistad se implementó los 20 de julio... cada vez más, se fue metiendo en la piel de los habitantes cultores del amor fraternal que se da entre los amigos de países como Brasil, Chile, Uruguay y España.

Hace un tiempo escribí sobre mis amigos y la “mesaterapia”, esa mesa de café que sucede y se repite cada sábado, donde nos ponemos al día, nos relajamos, nos reímos, nos disfrutamos y donde cada encuentro es un motivo para brindar. No esperamos el 20 de julio para festejar el día de la amistad, porque somos amigos desde siempre y lo seguiremos siendo cada día.

Da la causalidad que hoy sábado 20 de julio se festeja el día del amigo; mi mejor homenaje a ellos es hacerles llegar aquello que una vez salió de mi corazón y que me atrevo a copiarles, también a ustedes, queridos amigos que me leen, que se ríen, y que me comparten sus comentarios y buenos deseos cada día en mis paseos matinales: “Hoy les brindo mi sincero homenaje a esa mesa de amigos que solamente tiene una regla que jamás se rompe: discusión y divergencia, nunca violencia. En nuestra mesa se discute, nunca se pelea, es nuestro pequeño mundo compartido -sin partido- dos horas a la semana”.

¡Gracias y un feliz día!