La política en foco

Al campo lo “mata” la incertidumbre

Todas las especulaciones salen a diario a la luz. Un claro ejemplo de la economía poco sustentable, irritada por la política.

José E. Bordón

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El sector agropecuario sabe que no sólo tiene que mirar al cielo. El clima es un indicador. Otro es la forma en que se generan los precios. A todo ello, actualmente se suman otras variables, no sólo de oferta y demanda. La incertidumbre se apoderó de todos después de las Paso. La desconfianza es la variable imperante en todos los niveles, en todas las actividades. El campo comenzó a reaccionar. La Mesa de Enlace entregó a Alberto Fernández, como antes lo hizo ante Macri, un compilado de necesidades internas y externas. Como decía un analista: una cosa es si China importa más o menos soja, otra muy diferente es en qué puede terminar la pelea entre el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y su par de Francia, Emmanuel Macron, por el tema de los incendios forestales. O peor aún, qué podría llegar a pasar con el Mercosur si triunfa Alberto Fernández en nuestro país y decidiera cerrar la economía. Falta algo menos de dos meses para las elecciones en primera vuelta. En ese lapso de tiempo, seguramente también existan mayores definiciones sobre la cosecha estadounidense de maíz y soja.

En una encuesta orientada hacia el sector productivo la mayoría contestó que reduciría inversiones previstas. Otros -los menos- se inclinaron por achicar gastos de estructura. Como sostienen muchos, se perdió la inercia que traía el sector en los últimos años y el nuevo escenario se va a modificar rotundamente en los próximos meses, más allá de la campaña granaria récord. La incertidumbre, lamentablemente, frenará muchas decisiones, como la compra de maquinarias y tecnología. También están en la mira las retenciones. Fernández admitió ante los ruralistas que hoy no puede responder si las deberá incrementar o eliminar. Por eso, la mayoría de los exportadores define la estrategia. La que más adherentes tiene es la comercialización por anticipado de la cosecha 2019/20, de manera de fijar precio ahora, antes de que una eventual suba de retenciones pueda achicar las cotizaciones en el segundo trimestre del año próximo.

También el sector ganadero se cargó de incertidumbre. Se hace más evidente la reducción del negocio ya que para no quedarse con productos pesificados los productores siguen liquidando hacienda. Algunos admiten que eso se realiza a precios irrisorios. Lo propio ocurre con las empresas que venden maquinarias o productos agroquímicos. Saben que al corto plazo los resultados pueden ser muy diferentes a lo que la política los había acostumbrado en los últimos años. La incertidumbre generó inestabilidad y todos trabajan sobre la emergencia buscando acomodar las variables para no atrasarse en las decisiones y sin dejar de pensar en producir. En la lechería, la devaluación comenzó a provocar inquietud.

Las primeras consecuencias ya están apareciendo. Más de 50 empresas pymes frenaron la producción de biodiesel, que se mezcla 10% con el gasoil intranquilas por la constante intervención del Estado y el cambio de las reglas del juego, sin previo diálogo ni consenso. Los productores de biocombustibles alertan sobre una paralización total de la actividad y la suspensión de miles de trabajadores por la “desesperante” situación que se generó en el sector tras el congelamiento de precios de naftas y gasoil que decretó Macri. Hoy, dicha parálisis alcanza al 100% de las plantas enroladas en la Cámara Argentina de Empresas Regionales Elaboradoras de Biocombustible (unas 54 en total) y que afecta a más de 60.000 empleados vinculados, radicados en Santa Fe, Córdoba, San Luis, Buenos Aires, La Pampa, Tucumán y Neuquén. Los productores sospechan que los funcionarios juegan a favor de las petroleras en detrimento de su sector. Nadie salió a desmentirlos.