Murió en Rosario a los 80 años...
Murió en Rosario a los 80 años...
El Gato Andrada, un “arquerazo” vinculado a la dictadura militar
Atajó tres años en Colón con muy buen suceso, se hizo famoso porque Pelé le marcó su gol número mil cuando defendía el arco de Vasco Da Gama. Es el arquero que más veces defendió el arco de Rosario Central en su historia. A Santa Fe lo trajo el Vasco Urriolabeitia.

El Gato Andrada sale a la cancha de Unión para jugar un clásico, escoltando ni más ni menos que a la Chiva Di Meola.
Foto: Archivo El Litoral
Redacción de El Litoral
El ex arquero de Rosario Central, Colón y Vasco da Gama de Brasil, Edgardo Norberto Andrada, murió en Rosario a los 80 años, informó el delegado regional de Futbolistas Argentinos Agremiados, Gerardo González.
El Gato Andrada, bautizado así por los hinchas canallas por su elasticidad, acompañada por su costumbre de vestirse totalmente de negro, fue un símbolo del arco de Central en la década del 60.
La cara oscura de su vida fue su participación como Personal Civil de Inteligencia (PCI) durante el terrorismo de Estado instrumentado por la dictadura cívico militar.
Andrada disputó 284 encuentros en Central, por lo que es el noveno jugador con más presencias en la historia del club, y entre los arqueros es el primero.
Debutó en 1959 y se quedó en Central hasta 1969. Ese año fue transferido a Vasco da Gama, de Brasil, donde el 19 de noviembre de ese año no le pudo atajar el penal con el que Pelé convirtió su gol número mil.
“Volé y toqué la pelota, pero no la pude sacar y eso me afectó muchos años, hasta que pude superarlo”, confió el Gato Andrada 20 años después en una entrevista con la revista El Gráfico, en Rosario.
Jugó hasta los 43 años, cuando en 1982 atajó en Renato Cesarini, que ese año disputó el Campeonato Nacional. A Colón llegó a principios de 1977. Y atajó en la entidad sabalera hasta 1979 inclusive. Se lo recuerda muy bien, ya que en ese paso y a pesar de estar ya cerca de los 40 años cuando llegó a Santa Fe, tuvo una destacada participación.
Andrada jugó en reserva un partido ante Boca, que se jugó en cancha de Unión en aquel Metropolitano de 1977. La primera empató 1 a 1, pero la reserva ganó 3 a 2 y fue el paso previo del Gato —el arquero titular era Oscar Luraschi— para quedarse con el arco rojinegro, cosa que se concretó a la fecha siguiente, cuando Colón se midió con Ferro, en Caballito, y le ganó por 3 a 1 con la conducción técnica del Vasco Urriolabeitia.
En aquel momento, en Colón brillaban, entre otros, Villarruel, Di Meola, Roldán, José Artemio Luñiz, Aricó (excelente ejecutante de tiros libres al igual que Roldán), Tito Fertonani y Mántaras, entre otros.
La cara oscura de su vida fue su participación como Personal Civil de Inteligencia (PCI) durante el terrorismo de Estado instrumentado por la dictadura cívico militar. Andrada ingresó como espía del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario en 1981, sobre el final de la última dictadura, cuando tenía 42 años.
Según su legajo, que se ventiló durante la investigación de los asesinatos de los militantes peronistas Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereira Rossi ocurridos en mayo de 1983, cumplió funciones como Personal Civil de Inteligencia (PCI).
“Su figura de ex arquero de Central, concita adhesiones y confianza especialmente en los barrios de trabajadores, lo cual facilita su penetración al objetivo impuesto”, señala su ficha de ingreso.
Y agrega que “si bien su edad supera el límite establecido, su potencialidad de penetración y capacidades personales, hacen sumamente beneficiosa su integración a esta unidad, viéndose justificada la proposición de su nombramiento”.
El ex arquero estuvo involucrado en la causa por los asesinatos —considerados crímenes de lesa humanidad— al ser señalado como uno de los miembros del Destacamento de Inteligencia que participó del secuestro de Cambiasso y Pereyra Rossi en un bar de Rosario.
Los dos militantes aparecieron asesinados a tiros unos días después en un camino rural cerca de la localidad bonaerense de Lima.
En mayo de 2016 un tribunal condenó como autores de esos crímenes al expolicía bonaerense Luis Abelardo Patti y a otros tres acusados, mientras que seis imputados resultaron absueltos por el beneficio de la duda.
El Gato Andrada no llegó a juicio porque el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzzo, le dictó falta de mérito durante la instrucción de la causa al entender que no existía prueba directa de su participación en el secuestro de los militantes peronistas.
Colón irritable
Matías Gareli (x)
El fútbol es el lugar donde los argentinos nos expresamos de manera más pasional. Alentamos, aguantamos y, por supuesto, somos exitistas al extremo.
En general, creemos que tenemos todo para ganar. Pecamos de optimistas, ignorando que en el fútbol —como en la vida— se pierde bastante a menudo. Y cuando se nos rompe esa ilusión, que tiene una necesaria y sana dosis de infantilismo, nos topamos con la realidad. Pasamos entonces, al segundo paso de nuestra histeria: el momento de buscar culpables.
Siempre nos queda más a mano acusar a alguien, responsabilizar a un otro por el objetivo no cumplido. Es pensar, nuevamente con ingenuidad, que cambiar una ficha moverá todo el tablero.
Así, cada vez que los resultados no acompañan, queremos ver sangre. Alguien tiene que pagar los fracasos, y a menudo se abortan procesos que estaban aún por nacer.
Las discontinuidades son un patrón en nuestro fútbol, que expulsa técnicos como un cuerpo que no puede procesarlos, una sociedad irritada que no tiene los tiempos para digerir pacientemente.
En este sentido, es muy curioso lo que sucede con Colón. Su entrenador lleva conseguido casi el 50 % de los puntos es disputa. No es una cifra que muchos entrenadores puedan ostentar. Y si bien el equipo se cae en la tabla de promedios, Colón está por primera vez en su historia a 3 partidos de un título internacional y llegó a octavos de final de la Copa Argentina, alcanzando su mejor actuación desde que la copa se reeditó. Sólo dos clubes pueden jactarse de estar jugando triple competencia: el rojinegro y el multicampeón River.
Resulta increíble que en pocos días se jugará, quizás, el partido más importante de la historia en el Cementerio de los Elefantes, y todos nos estamos encargando de no disfrutarlo, de no prepararnos como corresponde.
Si Lavallén dejase su cargo, vendría otro entrenador que diría que no ha elegido estos jugadores, que necesita tiempo para trabajar y volveremos a empezar, a dar vueltas en círculo, cometiendo además una gran injusticia con quién nos colocó en este lugar con sólo cinco meses al frente del plantel.
Es tiempo de sostener, de ser predecibles. No se puede vivir en el vértigo y el frenesí. Al menos si se pretende sinceramente no repetir errores. Debemos estar todos a la altura de una instancia tan importante.
(x) La opinión de un hincha sabalero común, con pedido de publicación.