YA SUPERÓ LAS 800 FUNCIONES

Llega “Terrenal”, un clásico del siglo XXI

La obra dirigida por Mauricio Kartún será el espectáculo inaugural del VII Festiclown de Primavera. La función será el 18 de septiembre en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457), tras la gala de apertura del encuentro. El actor Rafael Bruza, quien forma parte del elenco, charló con El Litoral.

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A lo largo de más de cinco años, “Terrenal, pequeño misterio ácrata” pasó por distintos festivales y encuentros, no solo en Argentina, sino también en otros países de América Latina y Europa.

Foto: Gentileza producción

 

Juan Ignacio Novak

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Para la edición de este año, el Festiclown en Primavera tendrá un espectáculo de lujo para su noche inaugural. Tras la gran fiesta de apertura, que se hará el miércoles 18 de septiembre a las 20 en la calle ante de las puertas del Centro Cultural Provincial (Junín 2457) en la Sala Mayor de ese espacio subirá a escena la obra “Terrenal, pequeño misterio ácrata”, dirigida por Mauricio Kartún.

La obra propone una relectura del mito bíblico de Caín y Abel ambientada en un loteo de los 50, centrada en la dialéctica entre “un Caín quintero, productor de pimientos, y un Abel vagabundo que sobrevive vendiendo carnada viva”. La obra tiene entre sus protagonistas a Rafael Bruza, histórico integrante del Equipo de Teatro Llanura de Santa Fe, quien dialogó con El Litoral sobre la propuesta, su llegada al elenco y las expectativas ante la función del día 18.

“Tengo dos hijos en Santa Fe y he vivido 25 años allá, lo cual no es poca cosa. Es un lugar querido, con seres queridos. Eso hace que uno tenga ganas especiales de ir”, afirmó. Respecto a la participación en el Festiclown, recordó que “Kartún escribe la obra teniendo en cuenta a tres payasos. Al personaje de Abel lo toma como Pierrot, el payaso triste. Caín es el payaso Augusto y Tatita el payaso blanco, el de la mirada al público, que muestra incredulidad y comparte lo que pasa en la escena. La construcción de ‘Terrenal’ está basada en los tres payasos. Si bien incluye mucho más, hay cosas que son directamente de payasos, pero no tratado en términos absolutos de payaso. Es una reminiscencia. Así que la participación en el Festiclown es mucho más que atinada. Tiene que ver con el nacimiento de la obra”, apuntó.

Aportes

—¿Cómo fue el proceso que terminó en tu llegada al elenco de la obra?

—Tiene que ver con una relación muy antigua que tenemos con Mauricio Kartún. Esta relación arranca desde antes del año 1988. En ese año estrenamos “El clásico binomio”, así que nos conocemos prácticamente de toda la vida. En el caso de “Terrenal”, el que arranca haciendo este personaje Claudio Rissi. Llega a hacer 300 funciones, que no es poca cosa. Es una obra bastante agotadora, y decide irse. Ahí aparece la opción de sumarme, que tiene que ver con el conocimiento que tenemos con Mauricio y por otro lado la relación que yo tengo con Claudio Martínez Bel, que dirigió obras mías. Todo eso hace que yo me incorpore a “Terrenal”. A esta altura, tengo 500 funciones hechas, y la obra ha superado las 800.

—Lo cual configura un fenómeno inusual si se toma en cuenta el formato de la obra. ¿Cómo lo analizan internamente?

—Hay determinadas razones que uno cree entender. Ahora, si uno las entendiera totalmente, estaría fabricando el próximo espectáculo. Uno nunca puede entender del todo por qué una cosa funciona tan bien o no. De cualquier manera, en el caso de “Terrenal” estamos hablando de varios fenónemos. Primero, de una obra excepcional que a mi juicio configura una de las obras clásicas del siglo XXI. Una de las obras más significativas del siglo XXI. Es una obra que ha sido puesta a prueba, porque las situaciones de la realidad cambian y sigue teniendo impacto. Esta obra se estrenó en el gobierno anterior, de Cristina, y tuvo su suceso. Luego entré yo, ya estaba el nuevo gobierno y la obra continuó teniendo éxito. Y estamos, en este momento, ante la posibilidad de un nuevo cambio, y la obra sigue teniendo impacto. Esto, creo, se debe a las posibilidades de lecturas que tiene. Cuando la vi originalmente, para mí era una metafísica. Sin embargo, en este momento se lee como una obra política. También se puede leer desde la teatralidad pura. O desde lo histórico, lo sociológico.

—Ahí aparece su condición de clásico.

—Exactamente. Ése es el punto. Entonces, estamos ante una obra mayúscula. Después, destacaría la singularidad de la obra. Kartún, haciendo una obra de texto, siempre va buceando en cosas muy singulares. La obra de texto puro tiene su historia, sin embargo, Kartún logra hacer con las obras de texto un teatro experimental. Cuando hizo “El niño argentino”, yo le decía “Kartún, esto es teatro experimental puro”. Porque hay que atreverse a hacer teatro en verso en este momento del reinado de la imagen pura, del zapping, donde ocurre todo muy rápido. En esta obra pasa lo mismo, es una obra de texto fuertemente conceptual. Hay un aporte al teatro en tanto y en cuanto forma parte de una construcción ética. El teatro argentino es muy rico y esto no descarta otras formas de abordarlo. Yo estoy hablando específicamente de este teatro de texto, fuertemente arraigado en lo conceptual. Ahí Kartún logra algo muy impactante, eso es algo que yo valoro. De ahí surge otra cosa, que es el placer de hacerlo. Hay un compromiso ideológico y estético muy fuerte que hace que la obra permanezca viva. En mi caso 500 funciones son muchas, sin embargo, no me doy cuenta que llegamos a esa cantidad. La obra tiene esta virtud de tantas posibilidades de lectura, que uno desde adentro no termina de descubrir.

Un dios dolorido

—¿Cómo construiste tu personaje, Tatita, a partir de esa multiplicidad de lecturas que tiene la obra?

—Cada actor va a aportar una mirada. Acordáte del cuento de Borges, “Pierre Menard, autor del Quijote”. Hay tantos Quijotes como lectores del Quijote. Cada actor lo va a tomar de acuerdo con su propio pensamiento, ideología y posibilidades. Y a su propia historia cultural y emocional. Claudio Rissi, que es un gran actor es un tipo con un físico grande, poderoso. Ahí hay un Dios omnipresente. Yo soy flaquito, de cuerpo chiquito. Entonces yo soy otro tipo de Dios. Hago esa comparación para decir que lo que podía hacer Claudio Rissi en la obra era la furia de Dios ante el asesinato de Abel por Caín. Y lo que yo hago, lo que me surge, es el dolor de Dios por ese asesinato. El Dios de Rissi es irascible y el mío es uno dolorido por lo que le pasa a la Humanidad. Son formas de pensar. Tiene que ver con la forma en que cada uno interpreta las cosas. Para mí el haberle puesto “Tatita” es un hecho extraordinario. No es “Tata”, es “Tatita”. Es una aproximación a la idea de Dios. Eso permite que cada actor se pueda aproximar a ese personaje desde ese lugar minúsculo.