Un equipo con la sintonía a pleno de lo que quiere Madelón...
El “volver al futuro” de un Unión con memoria
Muy bien en lo físico y con el estado anímico alto, el clásico marcó el retorno a ese Unión dinámico, que presiona y ahoga al rival y que brinda una imagen compacta. Fue el mejor partido del equipo en el torneo.
Presión parecida a la del gol. Es una jugada, la de la foto, similar a la que desembocó en el gol de Unión. En aquella, Bou le robó la pelota a Vigo y Acevedo metió el pase filtrado para Mazzola. En esta, Bernardi es el que pierde ante la gran presión de los jugadores de Unión. Algo que se repitió.
Foto: Mauricio Garín
Enrique Cruz (h)
Cuando Unión atravesó la seguidilla de malos resultados, lo primero que se planteó fue la necesidad imperiosa de “volver a las fuentes”. En el fútbol, hay cuatro aspectos que se remarcan y analizan: 1) el táctico; 2) el estratégico; 3) el físico y 4) el mental o anímico. En lo táctico, Unión tuvo siempre un ADN con Madelón: 4-4-2. En lo estratégico, a veces se apretó más arriba y en otras más atrás, pero la idea general fue la de ser un equipo dinámico, que no renuncia a atacar y que se convierte en un equipo “incómodo” para el rival. En lo físico, no se había visto un Unión pleno hasta ahora, algo que extrañó teniendo en cuenta el gran trabajo que siempre realizó el profesor Mariano Lisanti y que se recuperó el domingo. En realidad, no se recuperó el trabajo, sino la imagen que transmitió el equipo, muy cercana a aquella que lo distinguió a través del tiempo. Y en lo mental, Unión salió a jugar el partido con una convicción y una fortaleza que la demostró desde el primer minuto.
En los cuatro aspectos, el equipo mejoró. Y en algunos, el avance fue considerable. Y se vio en un partido de alta intensidad y de gran exigencia. Porque para Unión, sin dudas, el clásico era eso: una exigencia. No sólo por aquella remanida frase de que a los clásicos no hay que perderlos, sino porque el momento deportivo de excepción por el que atraviesa el rival, le generaba esa necesidad de conseguir lo que finalmente logró.
El “volver a las fuentes” se dio el domingo. Desde lo táctico, los movimientos del equipo se parecieron mucho a lo que mostraba en tiempos anteriores; pero volvió ese Unión de la presión, de la dinámica, del esfuerzo generalizado. Bou y Mazzola se parecieron a Gamba y Soldano en eso de presionar sobre la pelota perdida. Y lo mismo pasó con los volantes. Por algo se tuvieron que ir “fundidos” Elías y Bonifacio —acalambrados— y por eso también el propio Carabajal (único de los cuatro del medio que jugó todo el partido) declaró luego del partido que “en los últimos minutos no veía la hora de que terminase el partido, porque no daba más”.
Después está la cuota de fútbol claro que se necesita para desequilibrar. Y en esto, Unión tiene material. Con Acevedo afuera de la cancha y con Carabajal lesionado, Unión perdía esa claridad. La prueba más evidente fue la del domingo, porque un buen partido de Acevedo y los pincelazos de un Carabajal que puede, todavía, aportarle más juego al equipo, ya fueron suficientes para que Unión mejore considerablemente en la administración de la pelota.
Ya alguna vez escribí que a ellos se debe sumar Cavallaro. Si alguna vez van a jugar los tres, será una decisión que deberá analizar y tomar el técnico. Es una tentación. Cuánto más grande sea la cuota de fútbol que le brinden a lo colectivo, mejor será para Madelón. La salida clara y el pase entrelíneas que tiene Acevedo, sumado a lo que por desequilibrio individual le pueden aportar Carabajal y Cavallaro, es el gran desafío que tiene el técnico.
En este caso, si la apuesta es mantener a dos delanteros netos arriba, está claro que se necesitará apoyo, solidaridad y colaboración por parte de Cavallaro y Carabajal (este último quizás más acostumbrado a esto de transitar el carril) y que el equipo nunca quede desbalanceado. Los dos “5” (Acevedo-Elías) no tienen las características de neto corte defensivo, de recuperación neta, como por ejemplo lo tiene De Iriondo. Tampoco Méndez, que fue la alternativa que echó mano el técnico. Son jugadores de corte, pero no de marca. Igualmente, el domingo nunca se advirtió un desbalanceo en el mediocampo.
Madelón seguirá en esta tónica, no sólo por los resultados sino porque el equipo, evidentemente, está acostumbrado a ese esquema y a esa estrategia. Ya con el estado físico habitual —de excepción por el gran trabajo del profesor Lisanti— y un estado mental que ha levantado (en esto sí es clave la incidencia de los resultados), la fórmula del retorno a las fuentes le dio resultado a un técnico que sigue cosechando confianza y adhesión plena en la gente de Unión.
El “café doble” de Yeimar. Gómez Andrade fue impasable para Morelo y para cualquiera que se animaba a enfrentarlo. Esta es la jugada en la que repara el resbalón de Bottinelli y le saca la pelota al delantero de Colón, en el duelo de colombianos.
Foto: Mauricio Garín