La política en foco

En el Senado santafesino se juega con la gobernabilidad

Continentes y contenidos de la Cámara alta. Los bloques y sus límites. El próximo oficialismo no logra retener sus integrantes. La futura oposición pierde dos bancas pero gana un terreno inimaginado.

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Foto: Guillermo Di Salvatore

Luis Rodrigo

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Se mueven los continentes del mapa de la Cámara de Senadores. Se separan de una Pangea formada durante una era pasada: aquellos doce años de mayoría justicialista ante gobernadores del Frente Progresista, Cívico y Social, donde los límites continentales entre los bloques e interbloques eran precisos, pero contaron siempre con sólidos puentes naturales, cuando no líneas imaginarias, culturales, o históricas, como la que divide a Europa de Asia.

Los océanos que ahora los dividen afectan -sin tantos ruidos ni terremotos- al minoritario hemisferio radical que siempre tuvo un fenómeno insular macrista, bien aislado, y cierto frentismo del sur, que solo se creó para obtener ventajas geográficas sin daños telúricos. Ahora, en cambio, a los dominios de Felipe Michlig (UCR-San Cristóbal) se le ha desprendido una verdadera Groenlandia. No tanto por su población como por sus posibles efectos. La forman un senador electo por el FPCyS que llega a la Cámara, Leonardo Diana (San Jerónimo) y Hugo Rasetto (Iriondo) , que desde siempre es de Cambiemos.

En el otro hemisferio, los movimientos lucen como terremotos y despiertan predicciones varias, con temores apocalípticos. La falla geológica peronista ha quedado expuesta en cuestión de meses. Desde que se complicó la transición, se agudizó con la cuestión de quién debía elaborar y aprobar el presupuesto 2020 y ahora ha dejado quebrado de hecho, en dos masas continentales de 6 integrantes cada una. Todavía el justicialismo se muestra como un solo bloque. Sólo falta ver quién lo rompe.

En el PJ no hay divisiones Norte- Sur. Sólo existe el Oeste y aquello que no lo es. Castellanos es uno de los departamentos del Centro Oeste santafesino y su representante, Alcides Calvo, lidera un grupo que tiene amplitud geográfica y contactos cercanos con los radicales de Groenlandia.

De la vieja bancada de 11 quedan 6 senadores que por ahora solo se los puede identificar por lo que no son. Y perottistas no son. Los “no perottistas” respaldan a Armando Traferri (PJ-San Lorenzo) que ya ha demostrado que sabe ser jefe de bloque, aún de uno quebrado.

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En el mapa viejo del Senado hasta costaba reconocer a los habitantes de uno y otro continente. Tanto mandaban el consenso y el cuidado de la gobernabilidad que en ocasiones había que aclarar con precisión quién era opositor y quién oficialista.

Puede que se haya exagerado, como cuando en un proyecto de ley un justicialista propuso ponerle Miguel Lifschitz a un puente, o cuando no hubo reproches internos, ni incomodidades entre compañeros, para la postulación de Joaquín Gramajo en apoyo de Antonio Bonfatti, por fuera del PJ y en el Frente.

Cada ley de gestión que necesitara el gobierno, más tarde o más temprano, con mayor o menor debate, se aprobó. Sólo se recuerda una, de la época de Hermes Binner, que no pudo prosperar y pretendía pasar ciertos límites: el socialista quería cobrarle impuestos a las empresas más importantes de los puertos del sur.

Alguien que sabe dijo en confianza que Perotti podría tener el mismo mapa, pero que hay que saber conversar.

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En el Senado no se juega la gobernabilidad de la próxima gestión. No al menos por ahora. Eso sí, está claro que se juega con la gobernabilidad. Que se llevan las tensiones políticas a un punto que, por momento, parecen no tener retorno. Pero solo es un juego: el acuerdo para que se sancione un presupuesto menos molesto para Perotti, que comenzó en Diputados, tuvo a senadores que no son del Oeste en su redacción y finalmente se aprobó en el Senado.

¿Será la Cámara baja de mayoría opositora, presidida por Miguel Lifscthiz, donde puedan prosperar los acuerdos que necesitará la Casa Gris? Cuesta creer que no puedan finalmente dialogar los doce senadores peronistas, pero hoy todo va en el sentido contrario.

El no perottismo de Traferri y el radicalismo frentista opositor de Michlig suman 11 y, aunque tienen ya en su poder las comisiones, no las han querido difundir públicamente. Se van a quedar con las que tienen más poder, pero van a tratar de seguir conversando con los desprendimientos de ambas masas territoriales. Han optado por tratar de ampliar aquel número de bancas... Están tan cerca de los dos tercios.

En el Oeste, en cambio, se piensa en que siempre se está a tiempo de convencer a algún compañero de cuáles son las bondades de “estar en sintonía” con el Poder Ejecutivo Provincial: las esperas en los despachos, los teléfonos, la atención de los funcionarios no es la misma... ni falta hace que se les recuerde qué significa ser sumados a ciertos grupos de WhatsApp. Pero a esa tarea no se la ha hecho hasta ahora bajo las claves que esperaban los senadores del peronismo, de todo el hemisferio que perteneció a Pangea.

Los senadores lograron una posición territorial que cuenta con recursos que resultan más importantes cuanto menor es la densidad poblacional. Rinden por ejemplo mucho más 1.150.000 pesos mensuales en los departamentos que no tienen grandes ciudades, que en Santa Fe o Rosario. Y justamente es en esos dos departamentos donde con más frecuencia se renuevan los titulares de ambas representaciones.

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El nuevo representante por Rosario es un conocido periodista deportivo. Ha pasado horas y horas de su vida hablando de jugadas de fútbol, por lo que se puede inferir que polemizar ha sido también parte de su trabajo.

En el grupo de senadores justicialistas donde forma filas, el miércoles pasado, se había acordado que solo hablaría Calvo para expresar sucintamente y sin mayores explicaciones que seis justicialistas pedirían la abstención a la hora de votar las comisiones donde no los tuvieron en cuenta.

Pero Marcelo Lewandovski, que hace sus primeras armas en política, tenía un micrófono en frente y lo usó. Y cambió la sesión por completo al quejarse por la “mayoría automática de 11 senadores”.

Más tarde, en el hall, ante sus ex colegas, el legislador que apoyó a María Eugenia Bielsa en las Paso, dijo que lo que él quería era estar en la Comisión de Gestión y Administración y que no se lo permitieron: es todo un dato ese interés de un periodista por lo contable. Lewandovski no tardará en saber, seguramente ya está perfectamente al tanto, que un senador no necesita estar en una comisión para saber qué ocurre allí. Si los periodistas se enteran, mucho más fácil lo será para un senador que es periodista. Estará también al tanto que el último colega de la TV que llegó a una banca del Senado partió de allí al Concejo y hoy es el intendente de Santa Fe.

Los 268.467 votos del rosarino “no valen nada acá adentro”, ha dicho a los gritos, alguien en el peronismo del Senado en la reunión de bloque que no resolvió las cuitas internas. ¿Habrá sido la última de doce?