Santafesino de nacimiento y porteño por adopción, Martin Becerra se convirtió en una de las voces más escuchadas cuando se trata de analizar a los medios de comunicación en el contexto de reconversión que se está produciendo en todo el mundo.
Participó del seminario de “Derecho electoral y periodismo” organizado por la Asociación de Prensa de Santa Fe, donde habló sobre los “Fabricantes de mentiras”, noticias falsas, su impacto en la sociedad en tiempos electorales y la velocidad de circulación en tiempos de internet.
Santafesino de nacimiento y porteño por adopción, Martin Becerra se convirtió en una de las voces más escuchadas cuando se trata de analizar a los medios de comunicación en el contexto de reconversión que se está produciendo en todo el mundo.
Investigador Principal en el Conicet y profesor en la UBA y la UNQ, es Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona), donde también se recibió de Magíster en Ciencias de la Comunicación. Escribió libros y artículos sobre políticas de comunicación, medios y tecnologías de la información y la comunicación. Dirige el Programa de Investigación “Industrias culturales y espacio público: comunicación y política en la Argentina” de la UNQ y proyectos financiados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (PICT, PIO).
-¿Como evaluás la situación de los medios en la actualidad?
-Hay dos crisis por distintas causas, pero que tienen una convergencia muy grave para todo el sistema, sobre todo para las empresas y emprendimientos mas pequeños. Por un lado, la reconversión de la industria de medios tradicionales, la merma de ingresos, la mudanza del mercado publicitario y la migración de las audiencias. Eso pasa en todo el mundo. Sobre ese aspecto empieza a haber algún tipo de reacción de la propia industria y de los sindicatos en otros países, que plantean que los que se benefician de esta reconversión de la industria tienen que participar también de los costos asociados que tiene el sistema de producción y edición de información, que es caro y siempre lo fue. En Argentina esto se agudiza porque se corresponde temporalmente con el período del presidente Macri, que ha sido letal para la industria en el sentido de que le ha quitado todo apoyo estatal, que prometió terminar la guerra con el periodismo y lo está liquidando. En la concepción que tienen el presidente, el jefe de gabinete y las mas altas autoridades, el periodismo para ellos significan tres o cuatro columnistas de TN, Clarín y La Nacion. La noticia local en el periodismo argentino está desapareciendo. Lo que interpela al Estado, que tiene la obligación de proveerle a la comunidad en su conjunto, rinda o no en términos de mercado, un ecosistema de producción de información y entretenimiento que sea diverso, plural. El Estado argentino desde la asunción de Macri se eximió de cumplir esa obligación y se presta a una especie de observación indolente ante el despido a mansalva de trabajadores de los medios de comunicación.
-Han liderado el proceso con Télam, por ejemplo.
-Con Télam y con el vaciamiento de otros medios públicos que fueron menos ruidosos como todas las señales audiovisuales del Estado que cumplían una función pública fundamental. Ahí hay una muestra clarísima de la política que tiene el gobierno.
-¿Los medios no tradicionales como los digitales alcanzan para reemplazar a los medios tradicionales locales?
-En algunas funciones que cumplían los medios tradicionales hay un reemplazo. La cantidad de gente que accede a información editada por los medios digitales probablemente hoy sea mayor de la que era alcanzada por los medios tradicionales. La cantidad de visitas únicas que tienen los portales digitales de los medios en Argentina es muy masivo. Y esto es un problema porque refleja que se desintegró el control de toda la cadena productiva por parte de la empresa. Es lo que introduce la revolución digital. Es masivo el acceso pero las empresas perdieron el control de la comercialización de sus contenidos. Los que lo monetizan son Google y Facebook. Que además, y esto también es una responsabilidad del gobierno argentino, tienen un esquema impositivo que es muy regresivo para los medios locales y para los que producen esos contenidos en el país porque solo perciben un porcentaje muy pequeño de los ingresos.
-La pelea por repartir más equitativamente los ingresos es mundial, con bastante poco éxito hasta ahora.
-Es una discusión inevitable en el momento actual. Alguien tiene que pagar la cuenta. Hoy se sostiene con una circulación masiva de contenidos que siguen produciendo los medios de comunicación, digitales o tradicionales, pero que no ven casi nada de esa renta. En el fondo esa discusión por la renta es lo que uno percibe de manera muy clara que sostienen los Fontevechia que piden revisar el modelo económico de este nuevo ecosistema porque las cuentas no cierran y porque a Google y Facebook finalmente, para mirarlo de una manera propositiva, les conviene que haya contenidos de calidad. Deberían estar mas comprometidos e interesados en estimular el contenido local, de calidad, porque la gente los consume. Esta es una discusión en todo el mundo. El problema es que en Argentina el gobierno no hace nada, les resbala olímpicamente lo que pasa.
-Además Google y Facebook cobran por dos vías: con la comercialización de los contenidos y con la captura de los datos de los usuarios.
-Es un negocio doble con muy pocas probabilidades de que se transforme en algo competitivo en el tiempo. Hay algo que se llama economía con efecto de red. En la medida que ellos son cada vez mas grandes absorben cada día mas datos, lo cual imposibilita que haya competidores que estén en posibilidades de construir emprendimientos innovadores que necesitan de los datos de los usuarios que tienen ellos acumulados.
-Venís escribiendo sobre la necesidad de que el Congreso dicte una ley de comunicaciones convergentes, sobre lo cual el gobierno hasta ahora no mostrado ni un proyecto.
-El presidente lo prometió muchas veces. La ultima en el discurso de apertura de la Asamblea Legislativa de 2018. Pero desde que asumió los DNU y los decretos que firmó y las resoluciones del Ente gubernamental de las comunicaciones, todas ellas, dicen en sus considerandos que tiene que haber una ley convergente. Incluso en la Comisión interamericana de Derechos Humanos cuando se lo imputo por esta cuestión, nunca presento nada. Ni un borrador. Han sido incapaces de redactarlo. Por supuesto no soy ingenuo y se que esa falta de discusión en el Congreso, que es lo que la Constitución manda sobre una ley integral de las comunicaciones, beneficia la hiperconcentracion en pocas manos que es lo que el gobierno consolidó en estos tres años de mandato. Es una hiperconcentración que no tiene antecedentes en la historia nuestra ni del resto de América Latina. Así que es obvio que la falta de intervención del Congreso en esta materia es interesada y para mi la responsabilidad primera es del gobierno nacional pero en segundo lugar es de las fuerzas políticas que están representadas en el Congreso porque excepto una, en la que yo colabore para redactar un proyecto de ley que es el partido socialista, nadie mas presentó nada.
En busca de la credibilidad perdida
-Venís escribiendo respecto de la perdida de credibilidad del periodismo en Argentina. ¿A que atribuís ese comportamiento?
-Las encuestas sobre credibilidad de los medios muestra que los argentinos somos mas desconfiados que en Chile, Colombia, México, o Europa. En Italia es casi igual a nosotros. Creo que tiene que ver con las esquirlas de la guerra de medios que Julio Blanck reconoció, fue el estilo periodístico del principal multimedios de Argentina durante 10 años. Una consecuencia clarisima es que cuando abrís el cuerpo principal del diario, la tapa y las 30 primeras paginas te dice que la culpa de todo lo que ocurre la tiene una sola persona y que todos los que no son esa persona son genios. Asocio de manera muy directa la falta de credibilidad con la ruptura de la ideología del equilibrio, la objetividad, de consultar distintas fuentes, que fue muy consistente en el periodismo argentino durante un siglo y que yo nunca la creí. Así que no soy yo quien va a defender la objetividad. Pero esa ideología muy acendrada en los periodistas tenia el valor de consultar distintas fuentes por lo menos. El tema es que quedó al desnudo la toma de posición manifiesta de los principales medios, de los de referencia.
-Pero no es solo los medios, también es la mayoría de quienes intervienen en el debate público. Y no solo de nuestro país. Las manifestaciones contra los Clinton de parte de Trump y sus asesores de campaña en 2106 tenían una violencia y una agresividad nunca vista.
-Es así. En EEUU los modos son parecidos. De alguna manera los consejeros de marketing político local copian mucho esas fórmulas en los países como el nuestro y es responsabilidad de los políticos que las compran empaquetadas. Lamentablemente eso erosiona el periodismo y finalmente el debate publico porque es muy difícil debatir.
-Si escuchas ese tono en el debate publico como haces para ser moderado cuando escribis.
-O profundo. Además todo es sospechado de ser una operación. Todo.
-Ahí entran otros jugadores como las fake news, las intervenciones en las redes, que llevan a poner en cuestión, por ejemplo, que la tierra es redonda, que es gracioso, pero no así el cuestionamiento a las vacunas.
-Pero lo de las vacunas empezó como lo de si la tierra es redonda. En general esto de los terraplanistas uno podría decir que tienen a su favor el carácter novedoso de la provocación, que llama la atención y por lo tanto tiene minutos en la tele. Pero hay una delicada línea entre una nota color y otra que se convierte en mainstrean, como parte del trumpismo acusando a Obama de ser africano y musulman. La pregunta respecto de la legitimidad de versiones que a uno le parecen delirantes es si no lo eran antes, en una parte de la población, solo que el cuidado editorial de los grandes templos que fueron los medios de comunicación y las instituciones estatales como la educación publica, que hoy tienen los pies de barro, cuidaban la diseminación.
-Todos coincidimos en que no puede haber censura. Pero hay temas como el de las vacunas, donde pone en riesgo la salud publica de la población, me parece deben ser analizados.
-En nuestra tradición, la de los sindicatos de prensa y la de los que nos dedicamos académicamente a estas cosas, al valor de la libertad de expresión lo hemos visto muchas veces como absoluto y en la jurisprudencia de derechos humanos es relativo cuando, por ejemplo, esta en riesgo la salud pública, hay una amenaza a la seguridad nacional. Estas excepciones hay que conversarlas mas a la luz de estas experiencias.
Campaña electoral y regulación de la web
-Se viene la campaña electoral donde van a ser protagonistas las fake news, que va a ser un chiquero ¿Como crees que va a operar esto?
-Sobre las fake news, creo que no hay en Argentina una preparación para el chiquero que ya estamos empezando a ver. Y no hay una preparación porque los partidos políticos se hacen los distraídos y eluden completamente a la justicia electoral. En todas las elecciones de los últimos 10 años, a las principales formaciones políticas las auditorias les dieron mal, y les resbala y se siguen presentando y lo van a seguir haciendo. Los apoderados de las propias formaciones políticas te dicen que no le van a dar bola al tema de los aportantes, por ejemplo. Si no le dan bola a eso difícilmente tengamos una institucionalidad preparada como para cuidar la propagación de fake news. En segundo lugar porque los principales propaladores de fake news son los partidos políticos que participan de las elecciones. Conozco gente que es contratada para echar tierra sobre determinada persona a sabiendas de que es falsa la campaña que están produciendo. También es cierto que no es nuevo. Soy del universo analógico y en mi juventud también había campañas negativas sobre los candidatos adversarios y muchas veces eran bolazos.
-El pacto sindical militar que denuncio Alfonsin que fue fundamental para ganarle a Luder en 1983.
-Podemos discutirlo. No tenemos la prueba de que hubo un pacto.
-El Tata Yofre cuenta como lo inventaron en el estudio de su hermano.
-Es cierto. Pero Luder y Bittel no decían nada de la auto amnistía de los militares, a la que el sector sindical le hacia guiños explícitos. Lo que pasa es que ahora con las redes se amplifica. Creo que no estamos preparados, que no hay una institucionalidad, no solamente del Estado, sino de las formaciones políticas que compiten en las elecciones como para que las reglas de juego sean menos sucias.
-¿Como operan las redes sociales en las campañas electorales? Porque hay como una idea de que han reemplazado a la militancia tradicional, que lo digital reemplazó al territorio.
-No participo de esa idea. No creo que Macri haya ganado por las redes sociales ni que Bolsonaro lo haya hecho por las fake news. Esto interpela a los sectores políticos con los que yo me siento mas identificado: ¿Que hay del otro lado que explota tus debilidades y que hay de tu propia practica, de la desmovilización que tuvo el PT en 12 años de gobierno? Un ejemplo de que a las redes o al aparato se le puede ganar es el de Pedro Sánchez, el actual jefe del gobierno español. Contra el aparato del PSOE, contra las grandes empresas que lo boicotearon sistemáticamente, contra Felipe Gonzalez, renuncio a su diputación, se subió a auto y recorrió todos los pueblos de España. Como ese ejemplo hay mucho. Candidatos que con militancia, con la interpretación de un momento político y la sensibilidad de la ciudadanía logra colarse. Por supuesto que necesita algo de plata y redes sociales, pero con las redes sociales no gana.
-Y Bolsonaro no gano por los medios. Por ejemplo solo tenia unos pocos segundos gratuitos en televisión a diferencia del PT, por ejemplo.
-De hecho, Folha de San Pablo y O Globo fueron anti Bolsonaro. Estaban con Geraldo Alckmin. Por eso digo, si con los medios y las redes sociales ganas, Alckmin hubiera salido primero o segundo. Pero el tipo era indigerible para los brasileños.
-¿Hay que regular internet?
-Ya está regulada. Google y Facebook hacen regulaciones privadas de contenidos en la red. La pregunta es ¿Podemos pensar en una regulación publica de internet? Creo que eso es lo que tenemos que pensar. Los que te dicen que no quieren regular internet lo que te están diciendo es que se hacen los distraídos con las regulaciones de Google y Facebook. Para mi no hay que hacer el distraído.