Los recuerdos de Humberto Zuccarelli en un mano a mano con El Litoral
"El día que me insultó todo el estadio, Corral me preguntó qué me hacía falta"
Dijo cosas que nunca había contado y resaltó la figura de Súper Manuel Corral, el presidente de hace 30 años. “Esa tarde contra Cipolletti en el final de la primera rueda, nos fuimos silbados e insultados por todo el estadio. Cuando Corral entró al vestuario, pensé que era para echarme. Me preguntó qué necesitaba para la segunda rueda. Fue el arquitecto de esa campaña”, admitió el Flaco.
Manuel Fabatía Humberto Zuccarelli en el extenso diálogo con El Litoral. Yo venía con toda la historieta de la línea de 3 y del líbero y stopper de Estudiantes. Estando en Unión, le pedí a Griguol que me enseñara los fundamentos de la línea de cuatro. Y volví con ese libreto. Tuvimos la capacidad de cambiar a tiempo .
Confiesa que estuvo trabajando 52 años sin interrupción. “Arranqué a los 18, cuando me hicieron profesional en Estudiantes, y nunca estuve afuera del circuito. A los 32 años dejé de jugar y al mismo tiempo empecé a dirigir. Por eso, en la segunda mitad del año pasado, cuando dejé de trabajar, sentí un vacío muy grande. No estaba acostumbrado a estar afuera del fútbol. Ahora ya estoy mejor, aunque se extraña”, dice Humberto Zuccarelli, lúcido, pleno y apasionado a los 71 años. Con conceptos claros, con la sabiduría que dan los años y con recuerdos muy frescos de aquello que le tocó vivir hace 30 años.
—¿Cómo te sentías en este mismo día de 1989?
—Tenía una confianza tremenda. Por un lado, por la ventaja de haber ganado el primer partido; y segundo, por la solidez que tenía el equipo. Sinceramente, veía muy difícil que nos pudieran ganar.
—¿Me equivoco cuando digo que si el torneo duraba dos fechas más, Unión era campeón y Colón se “comía” el reducido?
—Yo digo lo mismo que vos y se lo comenté hoy mismo a mi hijo. Si duraba dos fechas más, éramos campeones. Habíamos metido 24 fechas invicto, el equipo estaba imparable. Y Colón era un gran equipo. Coincido plenamente.
—Hablando de Colón, ¿qué te generaba enfrentarlo siendo que habías jugado varios años y hasta fuiste capitán?
—No me generaba nada en especial, pero era consciente de la importancia a futuro que tenía ese partido. Colón significó mucho en mi carrera como jugador, pero en ese momento sólo pensaba en Unión.
—Sacando tu trabajo y la respuesta lógica de los jugadores, ¿cuál fue la clave pra vos?
—Te lo digo contundentemente: Súper Manuel Corral fue el arquitecto de la campaña del 89. Y si querés te cuento dos o tres hechos fundamentales, ¿puedo?
—Nosotros llegamos al club en la fecha 11 y le ganamos a Estación Quequén 4 a 0 o 4 a 1. Ese día, Carlos González jugó de “9” e hizo dos goles. Pero a partir de allí y hasta la fecha 21, la campaña fue muy irregular. Terminamos la primera rueda en diciembre con Cipolletti, que peleaba el descenso, empatando en Santa Fe 0 a 0. El equipo fue despedido con una silbatina estruendosa de todo el estadio. Fuimos al vestuario, que era un velorio, y de pronto entra Corral con cara de pocos amigos. Y me dice: “Venga Zuccarelli que quiero hablar con usted”. Yo pensé que era para despedirme
—¿Y qué te dijo?
—Me preguntó: “¿Qué necesita para la segunda rueda?”, le dije : “Una buena pretemporada y un 10”. Te lo juro que fue lo que me salió en el momento, porque no estaba preparado para esa pregunta. “Quédese tranquilo que lo va a tener”, me contestó. Y se fue. Eso no se ve todos los días.
—¿Y qué otra cosa pasó?
—Cuando empezó la pretemporada y apareció el nombre de Madelón, había resistencia en la comisión porque no era el típico 10. No era un Zanabria, un Alonso o un Bochini... En San Lorenzo era un “8” corredor, batallador. Entonces, un día me llama Corral a la oficina y me dice: “¿Usted está convencido de que es Madelón lo que necesita?”. Y le contesté que sí. “Quédese tranquilo que en la semana lo tiene acá”, me contestó.
—¿Y qué más?
—Cuando termina el torneo y antes de empezar el dodecagonal, me cita y me dice: “Vamos a arreglar el contrato del año que viene”. Entonces le pregunté para qué si no sabíamos en que categoría íbamos a jugar. “No, no, vamos a arreglar el contrato de Primera porque vamos a jugar en Primera”, contestó Súper. Te tiro tres cosas que parecen pavadas pero a criterio mío fueron fundamentales. Fijate que en el momento en que la cancha se caía puteándome, el tipo entró al vestuario y me preguntó qué necesitaba para la segunda rueda... Salvando las distancias, fue lo que Grondona hizo con Bilardo en el 86. Yo fui a la cancha el día que Argentina empató en el minuto 90 ante Perú. La cancha se venía abajo insultando a Bilardo. ¡Hasta Alfonsín pedía el cambio de entrenador! Sin embargo, Grondona dijo el técnico es Bilardo. Y mirá cómo terminó la cosa.
Manuel Fabatía El gran error de los dirigentes en la gran mayoría de los clubes, es que creen que las inferiores son un relleno y un gasto , dice Zuccarelli.
“El gran error de los dirigentes en la gran mayoría de los clubes, es que creen que las inferiores son un relleno y un gasto”, dice Zuccarelli. Foto: Manuel Fabatía
—¿Tuviste que aguantarte el “chubasco” de los grandes?
—Es que había caudillos, con historia bárbara. Hubo pequeños chisporroteos. Y te cuento algo. Yo tenía 40 años, pero ya venía de dirigir Estudiantes, Temperley y Quilmes, y traía el concepto de esa historieta de líbero y stopper. Yo sabía que tenía que cambiar. Y ese mismo día del partido con Cipolletti, donde me puteó todo el estadio, le dije a los muchachos del cuerpo técnico: mañana me voy. Me fui a Buenos Aires a hablar con Griguol, porque nunca había trabajado con defensa en zona. Sabía más o menos, pero no conocía los detalles de la “cocina” de la línea de cuatro. Armó un equipo de pibes y me hizo sentar en la tribuna. Estuvo dos o tres horas un día y dos o tres horas el otro. Un fenómeno y le estoy muy agradecido a lo que hizo Timoteo conmigo.
—Y así arrancaste con la línea de cuatro...
—Es que estaba desperdiciando a Altamirano y Humoller, que si no eran los mejores laterales del país, pegaban en el palo. Tuve la capacidad de cambiar. Pero además se dio la aparición de Leo y la levantada de Pepe, que entendió que no podía jugar de wing derecho sino que debía rotar por todo el frente de ataque para estar más cerca del gol.
—Pero tu gran logro fue bajarlo a Carlos González a jugar de volante...
—Carlos González estuvo a punto de ir al Mundial de Italia, pero el día que Bilardo lo fue a ver, en un partido ante Español, jugó mal... ¡Debe haber sido el único partido que jugó mal!... A ese equipo del 89 lo reforcé con Villalba, Piazzalonga, Aredes, Llane y Baillié, la mayoría eran suplentes. Y ese equipo, si no se viene la hecatombe económica después de que le ganamos a Boca con gol de Llane, peleaba los primeros cinco lugares del torneo.
—¿Nunca más se te ocurrió volver a la línea de tres?
—Jamás.
—¿Ves lo mismo que vemos nosotros respecto de la grieta entre grandes y chicos en el fútbol argentino?
—Estamos volviendo a la década del 60. El primer campeonato ganado por un chico fue el de Estudiantes, en el 67. Antes, ninguno. Angelici dijo el otro día que Boca tiene 70 millones de dólares para ver en qué los gasta, y los chicos no tienen 30 o 40 mil para traer un jugador. Están los cinco grandes por un lado y van a ser campeones todos los años. Podrá haber alguna excepción de vez en cuándo. Boca jugó en Brasil con una línea de cuatro suplente, porque afuera los tenía a Bufarini, Izquierdoz, Lisandro López y Fabra. Y ganaron. Mejor ejemplo que ese, imposible.
“Antes de empezar la fase final ante Italiano, Almirante Brown y Colón, Corral me ofreció renovar el contrato porque íbamos a jugar en Primera”, contó Zuccarelli.
—¿Y qué tienen que hacer los clubes chicos ante esa realidad?
—Sigo pensando lo mismo que siempre: en la medida en que no se trabaje seria y conscientemente en inferiores, la cosa no va a caminar. Los equipos chicos no le dan importancia al fútbol amateur. No vas a equilibrar, pero si sacás jugadores y vendés, podés compensar. El caso es Estudiantes, que en los últimos cinco años vendió por 70 millones de dólares y gracias a eso puede terminar la cancha. Mucha gente deja de pagar, achicás el caudal de socios y no te queda otra que el fútbol amateur. Pero nadie le da importancia porque para los dirigentes es relleno, gasto. Tiene que ser la inversión mas importante del club, porque es la que te va a salvar. El fútbol es para fabricar jugadores y está ahí la fábrica. Y se sigue emparchando.
—¿De qué manera?
—Trayendo ex jugadores porque no tienen trabajo, pero no son especialistas en la formación. De esa manera se terminaron los “maestros”, no existe la planificación que en algún momento tuvieron Estudiantes, Central, Newell’s, Vélez. A los dirigentes les importa un carajo lo que pasa con el fútbol amateur. Una vez, cuando dirigía en Atlético Tucumán, hice una nota en La Gaceta y dije que el coordinador de inferiores tenía que ganar más que yo. Y hoy sigo diciendo lo mismo. Es el tipo que te tiene que salvar el club, ordenando, inculcándole el sentido de pertenencia a los pibes, trayendo gente capacitada. ¿Querés que siga?
—Dale...
—Te pregunto: ¿conocés muchos clubes donde veas que se trabaje la técnica individual?. Hoy, los muchachos que dirigen abajo están más preocupados por conseguir resultados que por mejorar la técnica, la recepción de un pase, el cabeceo, el pegarle con la pierna inhábil. Lo que pasa es que si pierden tres o cuatro partidos, los echan. Y aparte, lo que te dije que cada vez hay menos maestros.
—¿Por qué no hay “maestros”?
—Porque los clubes no los buscan. Entonces, los tipos que tienen capacidad para enseñarle a los chicos, se preguntan: ¿para qué me voy a dedicar a eso si mi mercado de trabajo va a ser chiquitito porque los clubes no me van a buscar?. Si Duchini naciera de nuevo, se dedicaría a otra cosa.
—Suponte que trabajás bien en inferiores, salen jugadores y podés venderlos. ¿Qué haces con el dinero?
Manuel Fabatía En la fiesta de los 30 años del ascenso, junto a Víctor Manuel Rabuñal, Gustavo Brandt, Dante Fernández, el profesor Oscar Mazza (inolvidable PF de ese equipo e integrante, junto a Carlos Trullet, del cuerpo técnico del Flaco), el sobrino del profe y el doctor Mario Bucolini.
En la fiesta de los 30 años del ascenso, junto a Víctor Manuel Rabuñal, Gustavo Brandt, Dante Fernández, el profesor Oscar Mazza (inolvidable PF de ese equipo e integrante, junto a Carlos Trullet, del cuerpo técnico del Flaco), el sobrino del profe y el doctor Mario Bucolini. Foto: Manuel Fabatía
—Primero, no es lo mismo un jugador nacido en el club que uno que viene de afuera. Generás en el plantel un sentido de pertenencia. Después, un porcentaje importante tiene que ser para reforzar el plantel, pero otra parte tiene que ser para mejorar las canchas, para traer los mejores técnicos, para buscar maestros.
—¿Eso lo viviste en tus tiempos en Estudiantes?
—Eso fue la perfección en fútbol amateur. Entre el 64 y el 69, produjo 70 jugadores de Primera División. Newell’s tuvo un período muy bueno con Griffa y Bielsa, pero lo de Estudiantes fue extraordinario. A Colón vinimos cinco, a Chacarita fueron otros cinco. Estudiantes reforzó a todo el fútbol argentino.
—¿Cuál era la diferencia que tenía Estudiantes a su favor?
—Pensiones para los chicos que venían de afuera, entrenamiento en doble turno, concentración de la tercera, plan de vitaminización para todos los jugdores del fútbol amateur. Eso no lo hacía nadie... Cuando Ignomiriello me sube a tercera con 18 años y me obliga a dejar la Facultad de Medicina porque había entrenamiento todos los días en doble turno, me encontré con un mundo increíble.
—¿Y jugaban todos iguales que la primera?
—No sé si es bueno. Los chicos tienen que aprender a manejar distintas formas. Si no, te pasa lo que me pasó a mí. Además, el técnico de la Primera va cambiando, entonces lo ideal es que más allá de tener los fundamentos técnicos, lleguen con conocimiento de las distintas tácticas. Hay jugadores que no manejan los conceptos básicos y perdés mucho tiempo enseñando cosas que debieron aprender en la última etapa del fútbol amateur. Y el resultado no tiene que ser la prioridad.
—Lo de Carlos González me pasó con Siviski, que era wing en Temperley, y lo hice 8. Hay algunos que si los sacás de lo que saben hacer, le complicás la vida a él y te la complicás vos. Que un volante pueda jugar por los dos costados es elemental a esta altura del partido. Ahora, si a mí me lo dieran a Garrincha, no lo voy a sacar jamás de la punta derecha, porque yo sé que allí me va a ganar los partidos.
—Van Gaal dijo que el mejor esquema es el 4-3-3. ¿Coincidís?
—Siempre y cuando se dé algo que te voy a explicar, porque el mejor ejemplo lo tenés en Unión. Hoy en día, equipo que no sabe que los delanteros son la primera línea defensiva, está “sonado”. Unión es el claro ejemplo. Pocas veces ví un equipo que marque tan bien con sus delanteros... A mí me tocó dirigir al flaco Czornomaz. No le podías pedir nada. No sé si hoy jugaría, a pesar que hizo como 200 goles...
—Se dio en la selección...
—Bueno, ¡ahí tenés! A partir de lo que ayudaba Messi para recuperar, cambió Agüero y se hizo más fácil. Scaloni les debe haber dicho: “Si ustedes no corren y marcan, tengo que sacar a uno”. Además, si soy delantero, ¿qué me conviene?, recuperarla allá arriba, porque estoy mas cerca del gol. Cuando digo delanteros corriendo gente no me refiero a que sean defensivos. El trabajo primario es hacer goles y el complementario es ayudar a recuperar la pelota, ensuciando la salida para beneficio de los volantes.
—La última. Si tenés que elegir un equipo para ir a ver, ¿con cuál te quedás?
—Me gustan River y el Racing campeón del Chacho Coudet. Fútbol lindo y eficiente de los dos. Y ahí tenés un ejemplo. ¿Alguna vez te imaginaste a Pratto corriendo gente para defender?. En un partido de la Copa anterior, lo puso en un costado e hizo eso. ¡Pratto!... Un “orangután” para jugar adentro del área... ¡Pero lo hizo!, como también lo hicieron Lisandro López en Racing o Messi en la Copa América.