El licenciado Pablo Sucarrat no es alguien que pase desapercibido en Santa Fe. Su capacidad para la psicología deportiva se manifestó en sus trabajos realizados tanto en Colón como en Atlético de Rafaela, además de Rosario Central y Coquimbo Unidos de Chile, solo por mencionar los clubes futboleros.
La vuelta de Maradona merece una mirada desde la psicología y es lo que expresa el licenciado Sucarrat, cuando en diálogo con El Litoral señala que “a los argentinos nos cuesta saber qué nos pasa y encontrar la explicación del porqué a nuestros ídolos deportivos, generalmente, les va mejor en el exterior que en nuestro propio país”.
—¿Hay mucho de épico en esto de encontrarle alguna explicación racional a lo de Maradona?
—Sí, porque hablar de Maradona, para los argentinos, es que se venga a la memoria el Mundial 86, la hazaña deportiva frente a los ingleses, una caricia al alma herida por Malvinas. Y sí, a los argentinos se nos mezcla todo.
—¿Cuál es el contexto que le encontrás a este retorno de Maradona al fútbol argentino?
—Vuelve después de unas elecciones en las Paso, donde el voto popular le da la espalda al actual presidente. Y él ya manifestó en muchísimas ocasiones que no volvería hasta que se vaya. En este contexto vuelve a dirigir en el fútbol argentino, en un equipo que lucha por la permanencia, que es el clásico rival de su ex entrenador, Carlos Bilardo. Vuelve a ponerse el buzo de DT, después de su paso por la segunda división del fútbol mexicano. Toda una revolución. El Bosque platense se moviliza y se activa frente a este ídolo argento, ciento por ciento, tan nuestro que la mayoría del fútbol argentino se alegra de tenerlo de nuevo.
—¿Inclusive aquellos que en algún momento lo combatieron?
—Hay una prensa que se moviliza, es la misma prensa que tal vez lo cuestionó en muchísimas otras oportunidades o situaciones. Lo cierto es que su presencia moviliza, y es entonces que nos preguntamos y afirmamos al mismo tiempo. Porque si algo tenemos los argentinos, es ser contradictorios, nos preguntamos y contestamos al mismo tiempo. En nuestro gen nacional, tenemos emociones muy arraigadas al fútbol y sus recuerdos de gloria, que quedan en el inconsciente colectivo. Nuestros recuerdos afloran y movilizan. Nuestra cultura está siempre a la espera de ese “Mesías”, que nos “salve”. En el caso de Gimnasia, es la llegada de Maradona para salvarlo del descenso. Pero también lo hacemos en otras áreas. El fútbol es el reflejo de nuestra sociedad también.
—Daría la impresión de que Maradona siempre renace de sus cenizas...
—Es que todo esto que genera Diego, en un club, como lo hizo en tantos, hace mantener la ilusión viva. Renueva las esperanzas de que todo es posible. Probablemente porque este mismo ídolo de carne y hueso surgió tantas veces de sus propias cenizas, de sus errores. Diego siempre volvió. Y es nuestro, lo que nos obliga a cuidarlo.
—Hace poco te hicieron un reportaje en el sitio Universo de México y hablaste de Messi. ¿Hay algo en común con Maradona?
—Su fortaleza mental apareció en el momento de su viaje a España. Y allí contó también con el inestimable apoyo de la familia. Fue clave en su progresión y en su conversión en profesional. La etapa en la que se sometió al crecimiento hormonal fue durísima para él, pero contó con el apoyo de la familia. Y eso fue fundamental. La familia y un club de élite como Barcelona lo formaron. Sus pies hicieron el resto. Yo vivo en Rosario y he visto jugadores que van y vienen, pero ninguno como él. Es una persona que enfoca sus sentidos ciento por ciento por el fútbol. Y en este país muchos lo ven igual a Maradona en el sentido de que aún con su grandeza y su incomparable habilidad con la pelota, es capaz de quedarse fuera de hora, después de los entrenamientos, para pegarle a la pelota y perfeccionarse.