"Para que crezca el empleo antes tenemos que resolver la cuestión del sector externo"
El profesor y economista publicó el libro “Argentina y la falta de dólares para sostener el crecimiento”. Allí propone un mecanismo para mejorar la balanza del comercio exterior y superar el recurrente estrangulamiento externo que inhibe el desarrollo.
Guillermo Di Salvatore Alberto Papini es licenciado en Economía y contador.
—El libro refiere al estrangulamiento del sector externo, un problema severo que Argentina padece desde la mitad del siglo pasado y sobre el cual se probaron muchas estrategias para tratar de corregirlo -desde los contratos petroleros de Perón hasta la guerra del petróleo de Frondizi- pero que sigue sin resolverse.
—Argentina, como muchos países que exportan productos primarios e importan productos industriales, tiene un problema, que es la distinta elasticidad de ambos. Las exportaciones primarias son unitarias: si el PBI mundial crece 2 %, la demanda también lo hará 2 %. Pero, siguiendo el ejemplo, cuando nuestro país crece 2 % como el mundo, las importaciones industriales crecen 6 %. Se multiplica por tres. Eso pasa porque en el medio hay eslabones que no tenemos y que cuando hay un proceso de crecimiento nos genera la falta de divisas. Exporta más pero importa muchos más, entonces no alcanzan los dólares que generó el comercio exterior, se convierten en un bien escaso, la gente quiere comprar, sube el precio y hay una devaluación. En EE.UU. o Europa la devaluación funciona porque inhibe las importaciones industriales y promociona las exportaciones propias, por lo que corrige el desequilibrio de la balanza comercial. Eso no pasa en la Argentina porque tenemos que importar sí o sí para producir determinados productos.
—Cuando hablamos de eslabones que nos faltan, nos estamos refiriendo a productos que no se fabrican en el país para sustituir importaciones.
—Y que son necesarios para un producto industrial hecho en la Argentina. A los dólares los genera el agro. Por eso el libro apunta básicamente a dos cosas: a mostrar de qué manera se pueden incrementar las exportaciones de origen agropecuario, a las que tenemos que potenciar, y en el caso de las importaciones, a no sustituir cualquier cosa o lo más difícil sino lo que está más cerca de poder producirse en el país.
—¿Como se afrontó hasta ahora la cuestión de la restricción externa?
—Con devaluación o deuda.
—La falta de divisas en la economía argentina es decisiva además por los límites que le impone al desarrollo.
—La “Ley de Thirlwall” hace una relación entre la elasticidad de las importaciones y las exportaciones y establece cuánto puede crecer un país. Argentina no puede tener tasas de crecimiento mayores al 4 ó 5 por ciento. Cuanto más crezca, más rápido le van a faltar las divisas. Entonces hay que resolver esta cuestión exportando más e importando menos. Acá hay un planteo contra la aplicación de las teorías económicas tradicionales en el país. Los libros de Keynes, los clásicos y los neoclásicos están hechos sobre el estudio de países desarrollados que tienen monedas de pago internacional propias, que no es un dato menor porque cuando a esos países le faltan divisas, las emiten. EE.UU. tiene comercio deficitario que lo financia emitiendo y en el mundo les aceptan los dólares. Nosotros podríamos emitir pesos pero nadie los aceptaría. Lo mismo el Banco Central Europeo, China, Japón. Los ingleses se reservaron su moneda. Hay una importante economista francesa dedicada a los temas monetarios que dice que hoy los países dependientes se definen como aquéllos que no tiene capacidad de emitir moneda de pago internacional propia. Los países grandes, que tienen mucho comercio intraindustrial, intercambian productos uno por uno y compran en función del precio. Cuando devalúan, sus productos son más baratos y dejan de importar porque son caros. El problema es que la industria argentina tiene que progresar, invertir más para tratar de acercar su productividad a la del sector agropecuario y hacer el esfuerzo de cubrir los nichos que no están cubiertos.
Divisas
—Muchas veces los gobiernos consiguen que la balanza comercial sea superavitaria. Pero hay que tener en cuenta que el sector externo incluye la remisión de utilidades de las empresas y el pago de deudas, que también debe ser afrontado por los dólares del comercio exterior.
—Hay muchas más empresas extranjeras en el país que remiten utilidades que empresas argentinas en el extranjero por lo cual tenemos un intercambio deficitario en este rubro que en los últimos años fue de entre 12 mil y 18 mil millones de dólares anuales. Además está el pago de los servicios financieros. Cuando se cubrió el déficit con deuda, el país terminó en cesación de pagos como con Martínez de Hoz y en los 90. Y el período de crecimiento que empezó en 2003, se frenó en 2011 porque la balanza comercial no fue lo suficientemente superavitaria para financiar el desarrollo. También el kirchnerismo cayó por esto. Alfonsín terminó con una hiperinflación por falta de divisas.
—¿Qué hay que hacer para evitar que esto vuelva a pasar?
—Tenemos que ir a una nueva ley de inversiones extranjeras.
—¿Cómo tiene que ser?
—Tienen que llegar al país a producir y exportar, para que los dólares de las ganancias que remitan a sus casas matrices sean el producto de las exportaciones porque de lo contrario vienen, compran empresas nacionales, ganan pesos que cambian por dólares y los remiten al exterior, lo que agudiza el problema. De lo contrario que sean los argentinos los que desarrollen los mercados de exportación.
—Un buen banco de pruebas puede ser Vaca Muerta.
—Sí. Pero hay muchas empresas medianas y pequeñas que exportan e importan. Lo que hay que hacer es apuntar a aquellas que con muy poco pueden volverse superavitarias. Porque si protejo a los que tienen mucha diferencia de costos con los internacionales, sale muy caro. No puedo subsidiar a cualquiera.
Exportadoras
—En el libro identificás empresas que exportan y las dividís en cuatro grupos: las que son muy competitivas y las que son imposibles de subsidiar porque el tipo de cambio debería ser muy alto y los aranceles de protección también. Pero que en el medio hay dos sectores que con muy poco pueden convertirse en superavitarios.
—Hay sectores que importan y exportan que demuestran capacidad de competir a nivel internacional. De los 1.258 productos que analizamos, hay 250 que con pequeñas ayudas, promociones o subsidios, pueden dar vuelta la balanza y convertirse en superavitarios. Tenemos que participar del comercio internacional de acuerdo a la realidad argentina. Mi propuesta es ir a una sustitución de importaciones distinta a las anteriores, con un criterio distinto. Participé con funcionarios de la provincia en la determinación a nivel nacional de los sectores que se iban a incluir en la promoción industrial y en realidad lo que había era un montón de lobbies de empresas y de las provincias. Por eso hay que tener un criterio nacional por encima del provincial. Tenemos que entender que si no damos vuelta la balanza y la hacemos sustentables no vamos a cambiar. Para eso tenemos que apoyar a quienes puedan hacerla y no a cualquiera.
—Siempre fue muy criticado por el sector industrial, el financiamiento de la promoción en Tierra del Fuego porque era muy costosa.
—Uno podría decir lo mismo del sector automotor. ¿Qué hacemos entonces? ¿No importamos autos? Porque lo que hay es un saldo negativo en la balanza comercial. En el país se venden 600 mil autos por año. Si no producimos ninguno y los importamos a todos, el déficit va a ser más grande. El actual régimen que nació en los 90 tuvo esa virtud: imponía que una parte de la producción había que exportarla. En todo caso lo que hay que hacer es que el componente de exportación aumente. Me parece que en realidad ahora habría que pensar en el largo plazo y tener en cuenta que dentro de unos años con el auto eléctrico empieza otra cosa.
—En ese caso sería bueno que el Estado fije algún tipo de régimen o promoción de sustitución de importaciones para ese sector.
—Creo que en el sector energético y el automotor tienen que tener regímenes especiales, estratégicos. Deben tener políticas sectoriales específicas.
—Hay un sector que hay que potenciar como generador de divisas que es la de los servicios.
—Es fundamental. Primero hay que hacer un blanqueo del sector porque si no hay mayores diferencias en el tipo de cambio muchas de las exportaciones que se están cobrando en Uruguay van a empezar a ser liquidadas en Argentina. Tenemos universidades de excelencia, un sector científico desarrollado. Podemos exportar servicios de muy buena calidad. Además tenemos que incorporar al sector servicios por una cuestión estratégica relacionada con el desarrollo y la tecnología y porque importa muy poco. El sector servicios necesita muy pocos insumos importados. Y tiene mucho para exportar.
—Varios economistas incorporan en la balanza del sector externo argentino -además del comercio, las utilidades y el pago de deudas- el consumo sofisticado de la clase media argentina.
—Hay dos economistas de origen radical que escribieron un libro a principios del siglo que trata del sector externo y la vinculación con el desarrollo donde refutan aquello de que exportamos poco porque consumimos mucho y que por eso hay que bajar los salarios. En realidad cuando bajás el poder adquisitivo de la gente lo transferís a los sectores de la sociedad de más altos ingresos que son los que tienen una proporción al consumo importado mucho más alto que el resto con lo cual no hace más que agravarlo. Así que echarle la culpa a que los salarios son altos por la falta de competitividad y por el déficit de la balanza es un hecho que viene ocurriendo desde los años 60.
Industria competitiva y tratados de libre comercio
—El libro trae un dato que no está muy difundido y es que desde la salida de la convertibilidad las exportaciones de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario crecieron entre 47 y 50 %, en tanto las de origen industrial lo hicieron un 37 %. Esto muestra que buena parte de la industria argentina es competitiva contra los que dicen que el desarrollo industrial nacional no sirve para nada.
—Lo que demostramos en el libro es que crecieron las exportaciones industriales y agropecuarias, pero las importaciones crecieron mucho más.
—La industria es un sector con potencial para desarrollarse y generar divisas.
—Tenemos en la zona muchas empresas industriales que exportan. Me parece que al sector agropecuario hay que enfocarlo más con China porque con ellos no tenemos ninguna posibilidad de competir con productos industriales. En todo caso podemos hacernos socios en algún insumo. Es el sector agropecuario el que tiene que ir a China porque es un sector que no va a proteger.
—¿Sirven los tratados de libre comercio?
—Sirven en tanto y en cuanto se respeten las asimetrías, donde el más grande le otorgue algunas ventajas a los más chicos. El problema que nosotros tenemos con los europeos es que defienden a muerte su sector agropecuario y sobre todo el de manufacturas de origen agropecuario. En el tratado nos otorgan para el sector una cuota inferior de lo que estamos exportando hoy. Para ellos, quienes viven de esa actividad representan un voto estratégico, defienden su sector agroalimentario y tienen impuestos progresivos: cuando más valor agregado tiene un producto más alto es el arancel y más protegidos están. A eso están dispuesto a tocarlo muy parcialmente. Y no hay que olvidarse que el gran beneficiario del acuerdo va a ser Brasil. Hay que tener cuidado porque el tratado tiene una cláusula muy importante que habilita a que un país pueda hacer un acuerdo bilateral particular, es decir que Brasil puede hacer un arreglo sin el consentimiento de Argentina y te puede perjudicar porque podrían comprar productos en Europa que hoy le está vendiendo Argentina.
—Por eso insiste tanto Bolsonaro.
—Por eso y porque se está peleando con Francia, no con Argentina. Por eso hay que centrarse con China y arrancar con los acuerdos provincia a provincia, no con todo el país, por las escalas. Ahí es donde debe centrase la provincia de Santa Fe.
—De lo que hablamos finalmente es de empleo.
—Si podes crecer, generás empleo. Y tenes un cuello de botella que es el sector externo. Entonces para resolver la cuestión del empleo antes tengo que resolver el tema del sector externo. La otra cuestión que debemos entender es que nuestro gran socio en temas industriales y un gran mercado agropecuario, es Latinoamérica. La gran diferencia de divisas en el sector industrial la hacemos vendiéndole a esta región, que es nuestro socio natural y donde más productos industriales podemos vender porque a ellos comprar algunos productos europeos les ha resultado muy caro y la tecnología argentina es más barata.
—Es clave centrarse en impulsar al sector agropecuario.
—Porque es el que produce el excedente de divisas. Por eso tiene que haber una ley que desgrave al sector cuando invierta en producir insumos que ahorren dólares o que fabrique implementos agrícolas para labrar la tierra porque los dos van a ser exportables. Hay que integrar hacia arriba y hacia abajo al sector agropecuario.