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“No hace falta que les diga que soy raza...” canta Cacho Deicas y enloquece de la mano de Los Palmeras a los 40 mil hinchas de Colón que viajaron hasta Asunción del Paraguay.
Y la verdad es que sí hace falta contarles que significa ser de Colón.
Ser Sabalero es algo que se transmite de generación en generación, como el ADN; es ese familiar desubicado que te regala una camiseta ni bien naciste; es tu viejo que te lleva con cuatro, cinco o seis años por primera vez a ese Cementerio donde quedaron enterrados grandes de Argentina y Sudamerica.
“Es el negro un sentimiento que se lleva de verdad. Y que late al compás del corazón”, sigue Deicas y emociona a todos.
Ser de Colón es tu grupo de amigos de la adolescencia con el que hablas toda la semana sobre el fútbol y el finde te encontrás en la cancha; es viajar y conocer la casa de algún rival circunstancial.
“Sangre y luto es el color de mi bandera”, siguen Los Palmeras con un coro de fondo compuesto por 40 mil almas...
Ser hincha de Colón es sufrir una semana al año(o dos depende de la organización del torneo) por el clásico; es también intercambiar gastadas con los primos...
“Si ganara yo el infierno por ser negro y nada más, moriré llevando negro el corazón”, anuncia la banda de cumbia santafesina antes de desatar la algarabia total.
Ser hincha del rojinegro de Santa Fe es aguantar los sinsabores de la derrota y siempre seguir, ahí, firme. Pasó en el descenso del 81 y los años en la segunda división, sucedió en el 93 con el ascenso que no se dió, se repitió algo similar cuando un tipo devastó al club y fueron los propios hinchas quienes lo sacaron del infierno. Y pasó ahora, en Paraguay, cuando se truncó la posibilidad de conseguir el primer título. Como escribió un colega, nadie dejará de ser hincha de Colón, ni en el 93, ni en el 2014 y mucho menos ahora después de demostrarle al mundo que la pasión por los colores transciende fronteras y te mete 40.000 personas en un país vecino, que no importó la flaqueza de los bolsillos, ni los casi 900 kilómetros ni mucho menos los casi 50 grados de sensación térmica que se sintieron en Asunción.
“Ah eha yo soy sabalero, Ah eha sabalero, Sabalero” gritan, lloran y vuelven a gritar los hinchas junto a Los Palmeras. Éxtasis.
La derrota claro que duele pero queda algo atenuada por toda la locura que desató Colón y su gente en Paraguay. Este verdadero éxodo pasó a ser uno de los hitos de la historia centenaria del club y del fútbol argentino. Se hablará de ello por siempre.
“Sabale, sabale, la culpa de este pueblo sabalero”, agrega Deicas cuando todo ya es locura.
Porque como tituló El Litoral “A la copa la ganó la gente...” Esa gente sufrida que sigue esperando por un trofeo en la vitrina del club.
“Ah eha yo soy sabalero, Ah eha sabalero, Sabalero”, se escucha por todos lados; Los Palmeras lo lograron...
Que lindo que es ser parte de esa gran masa de simpatizantes, que lindo es ser hincha de Colón.