“En el periodo 2011-2019 la economía casi no creció, y la industria no fue la excepción, agravado por la recesión de 2018 - 2019. El empleo industrial se redujo en 84.400 puestos en ese lapso (-7%)”.
Los costos financieros tuvieron una dinámica “explosiva” y llegaron a representar dos veces el resultado operativo de una empresa en 2019. La baja de tasas “no alcanza” y “se requiere un programa del BCRA en el corto plazo”.
“En el periodo 2011-2019 la economía casi no creció, y la industria no fue la excepción, agravado por la recesión de 2018 - 2019. El empleo industrial se redujo en 84.400 puestos en ese lapso (-7%)”.
Ese es el escenario en el que el Ieral de la Fundación Mediterránea analiza el problema financiero de las Pymes industriales. “Lo anterior se tradujo en un empeoramiento de los niveles de anomalía crediticia, que pasó de 3,8% del volumen de créditos a sectores industriales a mediados de 2018, a 6,5% en el tercer trimestre 2019”, dice el informe.
El trabajo realizado por Marcelo Capello, Marcos Cohen Arazi y Vanessa Toselli revela que a partir del examen de los estados contables de 14 empresas vinculadas a la industria que tienen actividad bursátil, “es posible reflejar que los costos financieros tuvieron una dinámica explosiva en comparación con los resultados operativos de las firmas en los dos últimos años. “Mientras en 2014-2017 dichos costos representaron entre 48% y 55% del resultado operativo, en 2018 el peso creció hasta 105% y en 2019 a 191%, reflejando una enorme carga
financiera para empresas en los últimos dos años”.
Expone además que “la situación empeoró especialmente desde el segundo trimestre de 2018, cuando fuertes subas del tipo de cambio y por ende de la inflación, deterioraron el poder adquisitivo de los ingresos fijos de la población, y por esa vía el consumo y la actividad económica”.
Advierte el Ieral que “para contener las repetidas corridas cambiarias observadas durante 2018 y 2019, el BCRA subió fuertemente las tasas de interés de referencia, con lo que a un proceso recesivo se agregó el fuerte encarecimiento del crédito, además de su mayor escasez. En este contexto, muchas empresas entraron en dificultades financieras, y algunas de ellas debieron reestructurar sus deudas.
“Se trata -subraya- de un problema de las empresas, pero en gran medida generado a partir de la política económica estatal. El problema detonó en 2018 por causas externas, que derivaron en pérdida de acceso del sector público a los mercados de deuda, cuando inversores internacionales seguramente evaluaron que el nivel del endeudamiento argentino ponía en duda su capacidad de pago”.
Concluye el informe que “se llegó a dicho nivel de endeudamiento por los sucesivos déficits fiscales observados entre 2011 y 2018, con un cronograma de reducción del déficit que sufrió varias postergaciones. También influyó un proceso de apreciación del peso (atraso cambiario), que coincidió con igual período, y condujo finalmente a una fuerte devaluación del peso en 2018”.