Silvia Simmone
A casi una semana de la aparición de floraciones algales en las principales costas del Río Uruguay, la problemática de las cianobacterias se instala en las agendas mediáticas para exigir que los funcionarios den una respuesta sobre el estado actual de la cuenca entrerriana.
Silvia Simmone
La circulación de imágenes y videos de las aguas costeras teñidas de verde dispara una alarma entre usuarios, bañistas y ciudadanos que expresan su preocupación por el estado del río Uruguay. Aunque la aparición de algas o verdín, como se lo conoce popularmente, es un proceso natural que se genera en la cuenca como consecuencia de ciertas condiciones ambientales específicas, las respuestas por parte de los funcionarios tardan en llegar y se retrasan las acciones urgentes que requiere la situación.
En las playas de Colón y Concepción del Uruguay, los diferentes balnearios siguen habilitados y a pesar de que en las torres de los guardavidas flamea la bandera amarilla que indica “precaución”, las personas continúan mitigando las altas temperaturas dentro del agua.
El problema es que no hay un protocolo de acción que esté a la altura de las circunstancias, lo que conlleva que a pesar de todas las recomendaciones vertidas para hacer frente a situaciones de este tipo, se continúe priorizando la actividad turística en las costas del Uruguay por sobre el bienestar sanitario de la población.
Los especialistas dan un mensaje claro: hay que evitar todo tipo de contacto cuando el agua presenta estas características, ya que su coloración indica la presencia de cianobacterias las cuales son neurotóxicas y hepatotóxicas. Los impactos que genera en la salud el contacto con estas aguas según el Manual de Buenas Prácticas sobre floraciones algales en el río Uruguay publicado por la CARU, van desde reacciones leves como picazón, ardor e irritación de las mucosas en oídos, ojos y nariz, náuseas; hasta moderadas y graves como diarreas, vómitos, mareos, alergias, hemorragia hepática e insuficiencia renal o respiratoria.
Carlos Serrati, profesor de geografía e integrante de distintos frentes asamblearios del corredor del Uruguay en diálogo con este medio explicó que “la aparición del denominado “verdin” en las costas del Bajo Uruguay es una muestra de la presencia de sustancias como fósforo y nitrógeno, que con mayores temperaturas, sumado a condiciones de río bajo con poco o nulo escurrimiento, generan el entorno propicio para la multiplicación exponencial de las algas del tipo Cianobacterias. Si bien la presencia de estos microorganismos que habitan el planeta desde hace un par de millones de años es natural en las aguas del río, lo que no es “natural” son los procesos de multiplicación” indicó.
Sin declaraciones
En diciembre pasado los informes de monitoreo de playas de la Comisión Administradora del Rio Uruguay (CARU), habían advertido sobre esta situación difícil de erradicar, aconsejando tomar las medidas preventivas necesarias para evitar problemas mayores de cara a la temporada estival. Sin embargo, al mismo tiempo que la principal institución competente para la gestión de la cuenca hacía esta advertencia, modificaba las reglamentaciones del Digesto del Río, ampliando los índices máximos de sustancias químicas permitidas en el agua y posibilitando la aceleración de la degradación de los cursos ribereños. A la fecha y sin declaraciones oficiales, el informe de vigilancia emitido por el organismo tanto en la costa argentina como en la uruguaya revela que el 90% de la aguas del Uruguay presentan floraciones algales con indicaciones de vigilancia, mientras que un 7% se encuentra en alerta 1 y un 3% en alerta 2.
Serrati remarcó que “las responsabilidades de estos fenómenos debemos buscarlas en las acciones humanas. Más específicamente en la ausencia total de planificación de los territorios productivos que se utilizan sin tener en cuenta la conservación de los ambientes asociados al río y a la calidad de sus aguas. El uso cada vez más cuestionado de compuestos químicos, junto a las grandes explotaciones mineras, están alterando todos los cursos de agua continentales”.
Asimismo el estudioso señaló que “la deforestación en amplias regiones de Brasil, el uso de la tierra para la agricultura industrial de soja, maíz y arroz, los monocultivos forestales y la producción de cítricos con sus correspondientes “paquetes tecnológicos” basados en compuestos fosforados y nitrogenados” son una de las aristas del degradado panorama ambiental del Río Uruguay, el cual se completa con “los volcados de efluentes cloacales urbanos sin tratamiento hacia sus costas y con la construcción de represas en regiones cálidas”.
Los intentos por obtener declaraciones oficiales por parte de las carteras implicadas en la gestión ambiental de las ciudades afectadas, no dio sus frutos, pues parece que hoy los periodistas debemos esperar los informes oficiales que se gestan en las oficinas de prensa municipales sin poder exigir a los funcionarios competentes una respuesta inmediata sobre lo que sucede en nuestras ciudades.
Bandera verde a la información
De acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud la medida más urgente para evitar problemas sanitarios (de personas y animales) debido a los efectos de las floraciones de cianobacterias, es mantenerse informado. Por eso es importante resaltar que las rutas de exposición a las bacterias de alta toxicidad se produce por: contacto directo con el agua, ya sea en actividades recreativas o deportivas; contacto con la arena ribereña que presenta manchas verdes; estancia prolongada en sitios cercanos a las floraciones algales; consumo de peces de río y de agua de la canilla, ya que por la multiplicación de las bacterias los sistemas potabilizadores no logran limpiar completamente las toxinas que se encuentran en el agua.
Para disminuir los efectos nocivos se recomienda retirar inmediatamente la ropa mojada o con verdín del cuerpo; lavarse con agua y jabón neutro todo el cuerpo y la ropa de baño; y beber abundante agua para eliminar las toxinas del cuerpo.