Hay momentos que dejan su “marca” en la vida de cualquier persona. Y esto fue lo que les pasó a un grupo de policías que, en medio de una habitual jornada de trabajo, debieron convertirse en “parteros”.
Como agradecimiento, los padres de la beba decidieron que lleve el nombre de las dos suboficiales que la ayudaron a nacer.
Hay momentos que dejan su “marca” en la vida de cualquier persona. Y esto fue lo que les pasó a un grupo de policías que, en medio de una habitual jornada de trabajo, debieron convertirse en “parteros”.
“Todo ocurrió la noche del sábado cuando fuimos comisionados a un inmueble de calle Solís al 3400 (en la ciudad de Rosario) donde había una joven mujer que estaba en pleno trabajo de parto”, narró la suboficial Juliana Zabala en diálogo con El Litoral.
“Primero arribó una unidad del Comando Radioeléctrico que estaba cerca, a cargo de los suboficiales María Ovando y Rodrigo Torres. Y minutos después llegué yo junto al suboficial Gabriel Soto, que pertenecemos al Cuerpo Guardia de Infantería.
Nosotros en el chaleco balístico tenemos un bolsillo donde llevamos implementos de primeros auxilios -prosiguió-. Así que nos higienizamos y nos colocamos los guantes de látex. Mientras, mi compañera llamaba a la emergencia del 107 y mi otro compañero le hacía viento a la joven.
Junto con Belén tratamos de tranquilizar a la mujer y generarle confianza, que todo iba a salir bien, porque el bebé ya venía en camino. Mientras tanto como la joven estaba en una cama, entonces pusimos sábanas limpias. De a poco comenzamos a ayudarla a pujar después de cada contracción”, sostuvo.
Bienvenida al mundo
“De pronto lo primero que salió fue la cabecita del bebé, entonces puse mi mano para que se apoye. Luego ella hizo un poco más de fuerza y salió todo el cuerpito. Una vez que verificamos que el cordón umbilical no esté enrollado en el cuello, a unos diez centímetros del ombligo le hicimos un nudo con una cinta. Luego lo colocamos boca abajo en el regazo de la madre y los tapamos con una mantita, para que regulen su temperatura.
Cuando llegó la ambulancia los trasladamos hasta la maternidad y yo llevé a la beba en mis brazos porque la madre ya no tenía más fuerzas.
Realmente fue un final feliz. Y eso se debe a que nosotros tenemos el conocimiento que nos transmiten en distintos cursos para saber cómo actuar en situaciones así”, recordó Juliana.
Emocionada
Todo lo ocurrido no pasó por el costado de esta joven policía (tiene 23 años) que hizo la siguiente reflexión:
“La verdad es que aun tengo una emoción tremenda. Yo no soy madre pero me encantan los nenes y esto fue una experiencia nueva. No sé cómo explicarlo... además es una enseñanza para todos. Tanto mis compañeros como yo estamos muy felices por haber ayudado a esta mujer y bueno a María Juliana le digo, ¡bienvenida al mundo !
Por último Juliana remarcó que “este momento es algo que me va acompañar toda mi vida. No lo voy a olvidar. Recién el martes me tengo que reintegrar a mi trabajo. Y ya estoy solicitando el permiso porque lo primero que quiero hacer es ir a visitar a María Juliana para ver cómo está”, cerró feliz.
Agradecimiento
Un capítulo aparte merecen los padres de la beba que, a modo de agradecimiento, decidieron llamar a la criatura María Juliana, por los nombres de las policías parteras