Por Edgardo Urraco
Por Edgardo Urraco
La experiencia de atravesar anualmente Los Andes se ha convertido en una clásica expedición plena de emociones, esfuerzo físico y conocimiento de un paisaje sobrecogedor donde el cóndor es el señor en esas cumbres. La historia inmortalizó a otro otro cóndor genial, valiente e irrepetible: el general San Martín.
La travesía anual realizada en febrero está iluminada por una de las efemérides históricas argentinas más luminosas: la del 3 de febrero de 1813; cuando en la temprana mañana de San Lorenzo y en sólo 15 minutos, San Martín y sus “Granaderos a Caballo” derrotaron a la escuadra realista compuesta por 350 efectivos. Quienes hoy emprenden la atrayente aventura en la geografía andina contando con tecnología en seguridad, seguimiento y comunicaciones, toman mejor dimensión de lo que fue en enero de 1817, el cruce del Ejército Libertador con 5200 hombres portando los pertrechos de guerra y con un jefe cuyo estado de salud estaba deteriorado. Y en el profundo silencio de las imponentes noches cordilleranas, donde en cada peñasco palpitan las cualidades morales de “el santo de la espada”, tal vez piensen en cómo restaurar los valores espirituales perdidos que la sociedad reclama imperiosamente para lograr una imprescindible convivencia pacífica.