El viernes 30 de abril de 2010 dejó una “marca” en el corazón y en la memoria de Abraham Darío Olivari (40), de esas que permanecen hasta el último día de vida.
Un choque frontal, un vuelco y un auto que se incendia con cuatro personas adentro. Un repartidor que pasaba por el lugar se detuvo, rompió las ventanillas y los rescató del infierno.
El viernes 30 de abril de 2010 dejó una “marca” en el corazón y en la memoria de Abraham Darío Olivari (40), de esas que permanecen hasta el último día de vida.
En aquella jornada Abraham circulaba por la vieja ruta nacional 19 (cuando todavía era de doble mano) en viaje de regreso desde Sa Pereira donde había acudido para cumplir con su reparto de garrafas.
Pero ya cuando se aproximaba a nuestra ciudad, más precisamente a la altura de San Agustín, en cuestión de segundos se vio en medio de un drama.
Delante de sus ojos un Renault Logan y una Chevrolet Meriva que se estrellan de manera frontal con gran violencia. El Logan queda sobre la ruta con su conductor fallecido por el impacto.
La Meriva comienza a dar tumbos y se desplaza hacia la banquina donde comienza un incendio. A bordo de este vehículo venían José Donoso, Laura Quinteros, Marta Farías y Jesús Ramírez, todos mayores de edad y oriundos de la ciudad de San Jorge. Como consecuencia del vuelco, los cuatro quedan atrapados en el interior del rodado.
Era una muerte atroz para todos. Hasta que ocurre lo inesperado. En medio de las llamas Abraham Olivari que comienza a romper con desesperación las ventanillas de la Meriva. Y por ese espacio logra sacar a los cuatro ocupantes del coche.
En estos días se cumplieron diez años de aquel terrible suceso (en el choque perdió su vida Gabriel Bárzola, un joven de 24 años, oriundo de Colastiné). Pero el paso del tiempo no logró borrar las sensaciones de quien fue el héroe de aquella jornada.
Lo que sigue es el testimonio de Olivari en diálogo con El Litoral.
Un infierno en segundos
“Aquel mediodía veníamos viajando tranquilo yo y mi compañero a bordo de un camión con el que hacíamos el reparto de gas. Estábamos regresando de Sa Pereira que era hasta donde llegaba nuestro recorrido. Pero cuando pasábamos por San Agustín, delante nuestro chocan de frente dos vehículos. Fue un accidente tremendo porque se ‘pegaron’ con gran violencia.
Uno de los autos quedó sobre la ruta y el otro da varios tumbos y se prende fuego. En cuestión de segundos fue un infierno. Me bajo corriendo del camión y lo primero que atiné a hacer es agarrar el matafuegos. Voy hasta la Meriva y acciono el matafuegos pero no logro apagar el incendio. Otras personas que también habían parado también accionaban sus extinguidores pero con igual resultado.
Entonces me voy hacia un costado y rompo las ventanillas. Veo que hay cuatro personas adentro. Estaban en shock por la situación y no podían hablar. Enseguida pensé: ‘van a morir quemados’. Con mi compañero los sacamos a todos y los arrastramos hasta la ruta para ponerlos a salvo.
Grabado en la memoria
“Si bien pasaron muchos años tengo todo grabado en mi memoria. Es una marca en mi vida... difícil de explicar. Las sensaciones, el miedo, la desesperación... todo. Si bien muchos automovilistas habían parado, ninguno se arrimaba. Ahí fue que me dije ‘¡hay que sacar coraje de donde sea y salvarlos!’
Después me enteré que los habían llevado al hospital Cullen y que se estaban recuperando. Una pena el otro muchacho que murió en el accidente”, se lamentó.
Abrazo del alma
Ahora que se cumplieron 10 años nos contactamos con uno de los hombres que salvé. Hablamos re bien. El había publicado en su facebook que agradecía porque volvieron a nacer. Después me dijo que en algún momento nos vamos a encontrar para comer un asado.
Yo lo que tengo ganas es de darle un abrazo a todos. Decirles que me alegro que estén todos bien. Me pone feliz que estén todos vivos. No soy un héroe, solo actué por instinto. Y por suerte todo terminó bien”, culminó.
El agradecimiento que hizo una de las víctimas en su muro de Facebook al cumplirse los 10 años del accidente.