Especular, calcular, jugar a las escondidas, tironear, ir por afuera de la barrera, buscar colectora en lugar de autopistas. Creerse “el más vivo de todos” con una ironía que sólo él y su círculo de alcahuetes entiende y festeja cada vez que habla. Pero, además, irrespetuoso con una historia que no conoce —se la contaron, ni a la cancha iba por esos tiempos—: “Nos sacamos el Quini sin el sueldo de Madelón”. Con esa frase le “pagó” al tipo que cambió el curso del fútbol profesional de Unión y para nada estoy hablando del ‘89: con Leo en el banco se olvidó del promedio, clasificó por primera vez en su historia a una Copa Sudamericana y lo dejó clasificado jugado el segundo.
Pero, además, así le pagó a su mejor “socio”: el que le hizo ganar las últimas/únicas elecciones con el spot de campaña. Pasaron 73 días, se acerca un junio frío en el pronóstico del tiempo pero caliente para todos: vuelva cuando vuelva el fútbol argentino —algo que ni Cristo sabe—, hay que tomar en los próximos días 18 decisiones contractuales. ¡Sí, escuchó bien!: 18. Entre los contratos que se van y los que deben volver, Unión casi acumula un grupo de titulares y suplentes para la toma de decisiones importantes. ¿Quién se va?; ¿quién se queda?; ¿qué préstamo se renueva?; ¿se lo compra a Moyano?; ¿interesa que vuelva Zabala en parte del “no pago”?. Y así, se suceden las preguntas. Insisto: nadie está hablando de apuros porque vuelva la pelotita. La urgencia es que se terminan los vencimientos de los papelitos en cada uno de los contratos.
“Somos ocho lo que votamos”, le dijo Spahn a un allegado cuándo lo consultó por el tema del entrenador. Nadie puede ignorar que desde el mismo momento que pensó en sacarse el “Quini” si Madelón —repito: irrespetuoso con la historia de Unión— su DNU fue clarito: mandó a “hacer caja”. Entendible en marzo, aceptable en abril pero inadmisible en el final de mayo.
Hay tres equipos sin entrenadores en el fútbol argentino: uno se iba al descenso sino salía el famoso “carpetazo” de Covid más “Chiqui” (Central Córdoba de Santiago del Estero) y el otro está semi-arruinado pensando en los promedios pro-Qatar 2020 (Godoy Cruz de Mendoza).
Sergio Rondina reconoció que el martes 17 de marzo lo llamaron de Unión, concretamente Martín Zuccarelli, el secretario técnico. Pasaron dos meses largos de ese contacto y el entrenador que dirigió las cinco categorías del fútbol argentino ayer renovó con Arsenal. “Nunca hablamos de plata”, le respondió el propio Spahn a un socio tatengue. Luis debe creer que la gente vive del aire...que es gratis.
Si Unión es “uno de los pocos que estaba al día en todo” —palabras del presidente—, no tiene problemas de promedio a futuro (repito: “Gracias Leo”) y está clasificado a la segunda etapa de la Copa Sudamericana, la pregunta es una sola: ¿por qué no pudo cerrar algún DT medianamente importante?.
El “Vikingo” Zielinski dijo no, Juan Pablo Vojvoda dijo no, el “Vasco” Asconzábal dijo no y finalmente Sergio Rondina dijo no. Menos mal que paga al día, tiene puntos de lastre y está en la Sudamericana.
Si la pregunta es una sola, la respuesta es una sola: la misma incapacidad del presidente en vender un solo jugador “como la gente” al exterior en diez años para que la economía de Unión no quede anclada a sus aportes personales, es la misma que evidencia para contratar a un técnico que no sea Madelón.
Las dos veces que eligió a un entrenador que no fuera Leo en los últimos tiempos chocó la calesita: “Pomelo” Marini no resiste análsisis y cuando hizo la fácil con Juan Pablo Pumpido hubo que rogarle para que haga un llamado desde China para respaldar al hijo de Nery. Igual, cuando se le pregunta, siempre la culpa es de los otros: “Yo no traje a Marini y Pumpido hijo se fue solo”. Spahn nunca tiene la culpa de la nada cuando los vientos soplan fuertes en López y Planes.
Ahora, todo lo que asoma por la Avenida parecen —como siempre— “manotazos de ahogado”. Ya pasó el tiempo de buscarle el pelo al “Huevo”: Rondina, 60 días después de “usar” a Unión para mejorar su contrato con Arsenal, se quedó en el Viaducto (donde le debían tres meses y un premio; no tiene cancha; no le cortan el pasto; no le traen jugadores de jerarquía; bla; bla; bla...). Cualquiera, con dos dedos de frente, se dio cuenta de la jugada.
Ahora, en el Unión modo Spahn, todo es posible: puede salir con un “domingo 7” en cualquier momento (a propósito, cae así en junio). Es factible que contrate al que se para al lado del cura en lugar del que da la misa: “Le gusta mucho Claudio Vivas...el que estaba con Bielsa”. El que daba la misa era Bielsa, los otros no pasan de monaguillos.
Después hay un dato que parece no menor para el hipotético análisis que pueden haber realizado los dueños del no —Rondina, Vojvoda, Zielinski, Asconzábal— en este tiempo: el plantel que tiene Unión. Es obvio que nadie mira el “torno libre 2020” que se armaría post coronavirus para que un club grande vaya a la Copa, donde muchos clubes ya preanuncian jugar con suplentes y/o juveniles. La mira y el radar apuntan a enero 2021 con la vuelta de la temporada “larga”.
Seamos buenos: sólo Leo era capaz de imaginar una “revolución” de medios con Elizari, Cecchini, Assis, Méndez, Brian Alvarez y Bonifacio, por nombrar sólo a algunos. Sería bueno saber qué piensan los cuatro que ya dijeron “no” de ese armado de plantilla para jugar torneo, Copa Argentina y Sudamericana, todo juntito en un almanaque apretado como se vendrá.
Pasaron 73 días y Unión volvió a “Fase 5” en esta pandemia: se fue Madelón y no vino nadie en lugar de Madelón. El mánager fue claro: “No es fácil suceder a Leo y no es momento de pensar en ahorrar”. Dos meses largos después, está como era entonces. El DNU de “hacer caja” se cumplió sin votar. No viene mal recordar: “‘las órdenes primero se cumplen, después de discuten”.
La frase de “nos sacamos el Quini sin el sueldo de Madelón” genera éxtasis económico y financiero. Ahora, para que el plan sea perfecto, hay que agarrar un numerito a la cabeza. Sería bueno que no juegue el “89” a primera un 29 de julio ( no importa cuando lea ésto...nunca lo entenderá).