Maruja Bustamante es una artista multifacética: trabaja como actriz, directora, dramaturga, cantante y docente de teatro. Participó en más de cuatro decenas de obras en distintos roles, en televisión intervino en “Un año para recordar” y “Tiempos Compulsivos”, mientras que en el plano del cine trabajó en la película “Permitidos” de Ariel Winograd. Se formó con maestros como Helena Ttritek, Mauricio Kartun y Ricardo Bartís y además de hacer giras con sus obras por el país y y por España, coordinó talleres de escritura.
Invitada por El Litoral para reflexionar sobre el teatro en cuarentena, aclara ante todo que lo que sucede en los entornos virtuales con el teatro es “una tercera cosa, que en algún momento recibirá su nombre”. También cuenta algunos detalles del protocolo elaborado por la agrupación PIT (que nuclea a profesores de teatro independientes) para poder trabajar con los cuidados necesarios para prevenir el coronavirus. “No es que buscamos dar clases ya, pasando por encima el aislamiento sino más bien estar preparados como trabajadores para poder iniciar nuestra actividad cuando se flexibilice la cuarentena”, aclara. Y señala que del Estado, en este momento, “necesitamos apoyo para los compañeros que están en situación de emergencia”.
—¿Puede el teatro, basado en el convivio, sobrevivir en lo virtual?
—Eso a lo que llamamos (llamábamos) teatro no puede ser virtual. Puede tomar algunos de sus elementos y compartirlos de forma virtual, pero no es la misma experiencia, por lo que yo creo que eso que sucede en lo virtual es una tercera cosa, que seguramente alguien en cualquier momento le pondrá un nombre. Día tras día va evolucionando mi pensamiento y por momentos me pongo medio en la onda conspiración y creo que el teatro es uno de los rituales que más siglos han sobrevivido de forma global y que matarlo es abonar a la desaparición de la cercanía de los cuerpos. Nos dejarían con palabras nada más y la palabra puede ser un arma de dominación muy efectiva. Me da pena y me da encierro y me da opresión si nos sacan el convivio en los rituales artísticos como el teatro o los recitales.
—¿Qué características pensás que tendrá la dramaturgia teatral post-pandemia?
—No sé que pasará post pandemia, intento imaginar el futuro y la verdad es que me duele todo el cuerpo o me mareo o me angustio. No podría arriesgar que es lo que va a suceder. Supongo que se hablará mucho de estos meses en las obras, algunos alumnos ya están hablando de encierro, aislamiento y distopías impuestas. Yo creo que les mas jóvenes tienen mucho más poder de adaptación. Y bueno, por experiencia, se que la gente se olvida de todo. Lamentablemente lo mas difícil, al menos en este país, es la memoria.
—¿Le llevará tiempo al público e incluso a los actores perder esa especie de miedo al cuerpo del otro que impuso el coronavirus?
—No sé si se impuso ese miedo al cuerpo o es algo que se está queriendo imponer, tenemos que poder pelear contra el miedo al cuerpo del otro. No puede ser que esto nos traume, me niego. Probablemente la vuelta sea de a poco o no, tal vez la gente está tan podrida de estar mayormente encerrada sola o con las mismas personas tratando de no quebrar en convivencia obligada, que nadie va a estar en su casa y va a querer andar paseando por las calles y visitando lugares o yendo a ver gente. En lo particular, de por sí soy de no salir mucho y no creo que cambie demasiado en ese sentido, y no por la vivencia del momento coronavirus. Pienso que cada persona querrá volver a sus prácticas, pero además estamos aumentando la comunidad neurodiversa con este tema. No es solo el virus, es la mente y el corazón que van en vías de no comprender nada y amargarse.
Hacia la nueva normalidad
—¿Qué protocolos se podrías poner en marcha para la paulatina reapertura de las salas?
—Desde varias colectivas se van intentando hacer propuestas de protocolo a las autoridades de Cultura y Sanidad. Desde PIT (profesores independientes de teatro) compartimos un posible protocolo que inició Matías Feldman. Ahora estamos pensando que el protocolo debería tener fases para su implementación. No es que buscamos dar clases ya, pasando por encima el aislamiento sino más bien estar preparados como trabajadores para poder iniciar nuestra actividad cuando se flexibilice la cuarentena. Creemos que el teatro independiente y las clases de teatro que son el sustento de 800 profesores sólo en CABA y la felicidad de alrededor de 25 mil alumnos, corre mucho riesgo y queremos defender lo importante que es nuestra práctica para personas que se quieren formar como actores y actrices pero también para personas que se acercan a las clases aconsejados por sus terapeutas o para tramitar el estrés de la ciudad. Somos parte de la cadena que beneficia a la salud mental. El protocolo cuenta con puntos que son metas de aislamiento, preparación antes de la clase, presentación de declaración jurada de no tener el virus, entrar sin zapatos, y otros detalles.
—¿Cuál debe ser el rol del Estado frente al sector, en este momento de emergencia?
—Del Estado, en este momento, necesitamos apoyo para los compañeros que están en situación de emergencia. Muchos tal vez tenemos una hora en alguna escuela y eso nos dejo afuera de IFE y a otros fuera de los préstamos tasa cero. Somos la mayoría monotributistas y no estamos teniendo ingresos como para pagarlo. Pedimos la exención del pago, un seguro de dinero por el lucro cesante, exención del pago de estudios y centros culturales y la aprobación de los protocolos que estamos presentando.
—Hoy, como nunca, hay un consumo masivo de bienes culturales a través de Internet. ¿Se mantendrá este interés en la “nueva normalidad”?
—No sé que pasará con Internet, va todo tan rápido respecto a la tecnología que es imposible saber qué es lo que va a pasar. Tal vez sale un super archi mega instabook foink y la gente prefiere quedarse en la casa mirando la pantallita. Leí que en Salta se hizo una función de una obra y que se llenó, eso me dio alegría. La nueva normalidad, ojalá sea una normalidad que cuide el medioambiente y no haya racismo, lesboodio, homoodio, gordeodio, transodio, claseodio y todo eso que nos perjudica muchísimo a los mortales.