El domingo no fue un día más para Matías Norman, vecino de Santo Tomé. Fue a comer y a pasar el día con su señora y sus dos hijos chiquitos a la casa de su madre, que vive en la ciudad de Santa Fe. Todo resultó dentro de lo previsto y lo normal, hasta el momento del regreso, aproximadamente a las 18.40 (ya era de nochecita), en el que emprendieron el viaje de vuelta, con los pequeños correctamente ubicados en el asiento de atrás del vehículo.
Iban con dirección sur a norte por la Avenida de Circunvalación Oeste, para tomar la autopista a Rosario, cuando unos doscientos metros pasando la altura de calle Mendoza (en un tramo que tiene todas las luces apagadas) sintieron un impacto bastante fuerte en la parte de atrás del auto. Matías, sin saber bien dónde había sido el golpe y con qué, basado en experiencias anteriores, prefirió seguir su marcha, mientras la señora llamaba al 911 para alertarlos del hecho. Apenas llegó a su barrio, se fijó en el auto para ver qué había pasado, porque no estaba seguro de haber pisado algo o que haya pegado con algo en la parte de abajo del coche.
Y era así. Como él sospechaba, en la chapa de la puerta de atrás del auto, del mismo lado del acompañante, donde iba el bebé acomodado en su sillita, había dos marcas bien diferenciadas, muy claras, como si fueran dos impactos. Pero él no había escuchado ningún disparo. “¡Gracias a Dios lo que haya sido que fue no pegó en la ventanilla, porque hubiera sido un destrozo, con los vidrios saltando por todos lados y el peligro que ello hubiese significado para mi hijo más chiquito!”
“Lo primero que hicimos fue alertar a los vecinos, como hacemos siempre que pasa algo así, porque tenemos un grupo de whatsapp en donde nos vamos alertando los lugares peligrosos y por donde pasan estas cosa, para advertirle a los demás cuáles son los trayectos peligrosos”, explicó Matías, que le mostró las fotos del auto a un vecino, quien le aclaró que probablemente hayan sido dos tuercas disparadas con una gomera. Por eso él había sentido como si le hubieran tirado con algo, pero no escuchó ningún “ruido a disparo”.
Lamentablemente no fue la primera vez que le pasa algo a Matías en la avenida de circunvalación. “Hace poco más de un año también venía con toda mi familia en el auto y se cruzó un grupo de chicos; cuando llegaron al medio de la ruta se quedaron parados y uno de ellos sacó un revólver; yo venía delante de un grupo de autos, atiné a frenar, pero cuando reaccioné y me di cuenta lo que estaba pasando aceleré y obviamente seguí de largo”, contó.
Esa parte es un peligro, dijo Norman, “no vuelvo más por ahí, menos con los chicos, es todo un riesgo”. “Por suerte no les pasó nada y podemos contarlo, es una bendición”, concluyó.
Esa parte es un peligro, dijo Norman, “no vuelvo más por ahí, menos con los chicos, es todo un riesgo”. “Por suerte no les pasó nada y podemos contarlo, es una bendición”