Sofía Nahir Pasquier (de 22 años) y Mario Gabriel Valberdi (de 26) fueron condenados a 35 años de prisión, al ser hallados culpables de -entre otros delitos- haber asesinado de una puñalada a Julio Martínez, en enero de 2018, en las calles de barrio San Lorenzo. Así lo resolvió el tribunal que guió el juicio oral, que estuvo integrado por los doctores Sergio Carraro (presidente), Héctor Gabriel Candioti y Gustavo Urdiales.
Para los jueces quedó demostrado a lo largo del proceso que Pasquier y Valberdi asaltaron con armas blancas al albañil apenas salió de su casa, en la cuadra de calle Juan Díaz de Solís al 1500. Eran aproximadamente las 6.30 del lunes 22 de enero y hacía mucho calor. Se puede deducir que la víctima habría ofrecido resistencia. Tenía cortes en sus brazos. En el juicio no se pudo determinar si fue el hombre o la mujer quien le aplicó al “Gordo” la puñalada fatal en el cuello. El “chuzazo” le cortó una arteria principal y provocó que se desangrara en un instante. Cayó muerto en su propia vereda.
A pocas cuadras de allí y minutos después, la pareja de criminales atacó a otro trabajador que esperaba en la parada de colectivos de Roque Saenz Peña y Monseñor Zazpe. Valberdi le apoyó un cuchillo en la panza y lo amenazó para quitarle su billetera y zapatillas.
Como si fuera poco, ambos interceptaron luego en Moreno y Mosconi a otro obrero, al que le robaron la moto. Casualmente, se trataba de un compañero del hombre asesinado. Este trabajador declaró en el juicio que los ladrones llevaban en ese momento el bolso de Martínez, con su ropa y sus borseguíes adentro (se los mostraron para vendérselos).
Finalmente, la pareja abordó el vehículo sustraído y se dirigió a su barrio, Barranquitas. La moto quedó abandonada a metros de la casa de Valberdi.
El caso fue presentado de manera sólida por los fiscales Cristina Ferraro y Martín Torres, con gran cantidad de evidencia. Para la investigación, contaron con la colaboración de agentes de la Compañía Tropa de Operaciones Especiales.
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En primer lugar, se logró identificar a los responsables del crimen gracias a imágenes obtenidas de cámaras de monitoreo de la municipalidad y de la Central 911. Con acercamientos se pudo determinar las características físicas y fisonómicas de los acusados. También sus señas particulares. Valberdi tiene una importante cicatriz en la nuca. Pasquier luce un tatuaje en su cuello y otro en uno de sus antebrazos. Con tareas de calle y también en redes sociales, los investigadores dieron con la pareja.
En los videos se los ve antes del crimen, cuando llegaban al lugar, y después, al alejarse de ese sitio ya con el bolso de Martínez. Se los observa más tarde, en los momentos previos a que asalten al trabajador en la parada de colectivos, cuando Valberdi se pone las zapatillas de la víctima y como posteriormente se alejan de ese sector de la ciudad a bordo de la moto robada. Las cámaras los registran por última vez cuando ingresan a Barranquitas, en dirección a sus viviendas.
Además, a los ahora condenados se les secuestró prácticamente toda la ropa que llevaban puesta durante el raid delictivo. Como si fuera poco, en la pieza de Valberdi la policía encontró el morral de Martínez. Su propia esposa lo reconoció en una medida posterior. “Es el bolso de mi marido. No tengo dudas. Yo se lo armaba todos los días”, recordó la mujer al declarar ante los jueces. Casi en el mismo lugar, también hallaron las zapatillas robadas a la otra víctima, que también las reconoció de entre cuatro pares similares.
A lo largo de todo el proceso y también en sus alegatos de cierre, los abogados de los acusados plantearon que toda la evidencia había sido colectada de manera ilegal por las fuerzas policiales.
El abogado de la defensa pública Sebastián Moleón, acompañado por la doctora Magalí Mazza, planteó numerosas reservas al respecto, porque el tribunal admitió como válidas todas las pruebas.
Para Moleón, hubo múltiples irregularidades tanto en la obtención de los elementos como en las cadenas de custodia. También cuestionó los allanamientos y supuestos errores en la confección de las actas respectivas.
Tanto ellos como el abogado que representó a Pasquier, Guillermo Broggi, habían pedido la absolución de sus defendidos.
“Estoy conforme aunque no es lo que yo esperaba. Me hubiese gustado que les den más años”, dijo Silvia Martínez, hermana de Julio, ya afuera de Tribunales. Ella fue la única de la familia que participó de todas y cada una de las audiencias, sin pronunciar palabra alguna. Este viernes se descargó dentro del recinto. “Ahora la van a pagar”, les dijo a los condenados apenas el juez terminó de leer la sentencia y mientras caminaba hacia la puerta de salida. También soltó un insulto. No gritó, pero se aseguró de ser escuchada.
“Lo hice por mi hermano, mi sobrino y mis hermanas. Quiero agradecer a los fiscales, a Cristina y Martín, y también a Federico (Lobardi, del Centro de Asistencia Judicial). Gracias a ellos se logró la condena. Ahora vamos a seguir como siempre, luchando. Al ‘Gordo’ no lo recuperamos más, pero por lo menos se hizo justicia”, manifestó.
Valberdi y Pasquier fueron retirados en vehículos del Servicio Penitenciario que los trasladaron a sus respectivos lugares de alojamiento. Los familiares de Martínez que se habían convocado en la Plaza de Mayo, frente a Tribunales, descargaron su enojo al verlos pasar. “Asesinos”, les gritaron, entre otras cosas.