Por mi edad tengo la posibilidad de realizar una descripción de relación entre las políticas de Estado y los empresarios a lo largo de los últimos sesenta años.
En esta cuarentena -o cientena-, los empleados del sector privado son los únicos a los que se les han reducido sus haberes o, peor, han perdido sus fuentes de trabajo.
Por mi edad tengo la posibilidad de realizar una descripción de relación entre las políticas de Estado y los empresarios a lo largo de los últimos sesenta años.
En este sentido podemos adelantar que el Estado nunca estableció políticas verdaderas en tal sentido, sino que, a través del paso del tiempo, gobiernos de distinta índole lo que hicieron fue hacer crecer al Estado, pero no como una forma de estatismo sino respondiendo a la falta de empleo genuino proveniente de la actividad privada (empresarial, comercial, industrial, emprendedora, etc.); es decir, la incorporación de personas al Estado actuó como una política de Empleo.
Además, durante las últimas décadas el Estado inventó un esquema de subsidios, pero sin contraprestación; es grande la masa de ciudadanos que no obtuvieron empleo estatal, pero a quienes se los hizo dependientes del Estado. A través de estos subsidios se facilita la subsistencia ante la falta de trabajo, pero ello genera falta de inventiva ante la necesidad.
Los subsidios, no son inversión para producir, son primos hermanos de la corrupción.
El Estado estuvo en manos de diversos políticos que han demostrado su sapiencia en gobernar regalando, generando para su propio peculio salarios importantes, prebendas para fortalecer sus carreras políticas, trabajando cuatro años para quedar parados económicamente para toda su vida y la de sus descendientes.
Al generar un Estado todo poderoso, para cubrir algunas necesidades básicas del pueblo necesitado que está bajo los límites de la pobreza, han establecido una fórmula cuyo resultado es generar más pobres.
La pobreza en nuestro país es cara y además un buen negocio para los intermediarios. Ahora vamos a recibir un crédito de 300 millones de dólares a través de la Tarjeta Alimentar... La pregunta es, ese monto llegará a todas las tarjetas o se les descontarán los gastos de administración de la pobreza; otra pregunta irreverente: cómo se devuelve ese crédito, no podemos pagar lo que debemos y tenemos el tupé y la irresponsabilidad de solicitar nuevos créditos y ni que hablar de la irresponsabilidad de los que nos otorgan dicho préstamo. Quién garantiza dicha deuda, podrán ser los legisladores que aprueban que el Estado peticione esos préstamos.
Ante el abultado costo del Estado que fueron generando los sucesivos gobiernos, la respuesta siempre fue el incremento de los impuestos, pero ninguno hizo un plan para reducir la burocracia.
Actualmente todos los gobernantes de la Nación y de las Provincias han generado una Ley para declarar la Emergencia, pero ningún estamento hizo una Ley de Emergencia para desburocratizar los Estados y hacerlos más austeros (perdón por la mala palabra).
Bien, todos los candidatos a cargos electivos, manifiestan su voluntad de generar más empleos. Es lógico que a dichos empleos que prometen los candidatos los generen los privados -a quienes denominamos empresarios- pero a esos mismos empresarios luego los políticos que necesitan de sus empresas para responder a la necesidad de trabajo genuino, los llaman Sres. Malditos.
Todos estudiamos para estar capacitados para llegar a ser empleados. No estudiamos para ser emprendedores.
La pregunta es por qué no empezamos a reconocer el verdadero rol social que cumplen los empresarios; para ayudar al desarrollo de sus empresas se deberían lograr rebajas sustanciales de los impuestos -que son abundantes y variados- generando una mejor estrategia para que esos empresarios trabajen con su producción en blanco. Ya que buena parte de la producción actual se realiza en negro, llegando a casi el cincuenta por ciento del empleo en negro, situación que lleva a recargar más costo impositivo a los que están en blanco, y que, al cumplir con el cien por ciento de pago de sus impuestos, se funden o tienen en su planta menos empleados.
¿Cuál debe ser el plan para generar más empleo? Evidentemente los que nos han gobernado hasta este momento no han logrado la fórmula y por la única respuesta que han encontrado a este flagelo social es dar trabajo a través del Estado, generando cada vez más pobres.
La fórmula es una sola, ¡Menos impuestos, más fuentes de trabajo!
En esta cuarentena -o cientena-, a los únicos que les han reducido sus haberes, quedando incluso algunos cesantes, ha sido a los empleados del sector privado. ¿Algún gobierno municipal, provincial o nacional le ha disminuido el sueldo a sus empleados y funcionarios? En todos los casos se trata de plantas elefantiásicas que hace cien días que no trabajan y cobran el cien por ciento de los sueldos.
Mientras los empresarios y pequeños comerciantes cierran sus fuentes de trabajo y se disminuye su propio peculio personal.
¿Alguna vez podremos determinar que los empresarios y emprendedores que generan trabajo, que invierten, sean respetados y se pueda tener una Ley Laboral, con menores privilegios? Todas las cargas son para el empleador y en algunas circunstancias, los empleados terminan transformándose en dueños de la empresa por cuanto el dueño, no puede pagar las indemnizaciones porque no tiene capacidad económica para hacerlo y cunden los juicios, que -gracias a nuestra Justicia- el empleador no gana por más que sea por justa causa a favor de dicho empleador.
No se puede dejar pasar que los empresarios argentinos no se han destacado por su involucramiento en la política, y debido a la cultura basada en el dicho de Martín Fierro, “Hacete amigo del Juez y no le des de qué quejarse” y -en este caso- los políticos gobernantes han sucumbido en el papel de amigos de los empresarios, amistad que se llama “porcentaje”.
Hacer este comentario, no es nada difícil, lo vemos todos los días en los diarios, en la televisión, la inconclusa definición del Estado y los privados. Lo real es que los privados con sus impuestos mantienen al Estado, por lo cual la lógica es que la administración del Estado debería tener la cultura del gasto controlado, a través de los poderes y organismos creados a tal fin, como son la Legislatura, la Justicia, la Contaduría General de la Nación y no sé cuántos Organismos más, que han sido generados para controlar al Estado y evidentemente ninguno está a la altura de las circunstancias, o sea, nadie cumple con su responsabilidad.
En nuestro país, por iniciativa de nuestros inmigrantes de fines del 1800, se generaron entidades sociales como las Cooperativas, Mutuales, que se encuentran entre el estatismo, el privatismo o liberalismo. Si bien funcionan como empresas, representan políticamente al centro. Paradójicamente los Sres. políticos estudiaron en escuelas y universidades, pero de eso no se habla, todos quieren ser profesionales independientes o empleados del Estado. Lo difícil es aprender a trabajar con sentido Comunitario.
¡Qué indefinición en nuestra patria! ¿Queremos que el Estado sea el generador de todo, para comodidad de todos o queremos empresarios que inviertan, que produzcan y que generen trabajo, paguen impuestos para que el Estado sea un administrador de los Deberes y Derechos de los Ciudadanos?
El Estado inventó un esquema de subsidios, pero sin contraprestación; es grande la masa de ciudadanos que no obtuvieron empleo estatal, pero a quienes se los hizo dependientes del Estado. A través de estos subsidios se facilita la subsistencia ante la falta de trabajo, pero ello genera falta de inventiva ante la necesidad.
La pregunta es por qué no empezamos a reconocer el verdadero rol social que cumplen los empresarios; para ayudar al desarrollo de sus empresas se deberían lograr rebajas sustanciales de los impuestos, generando una mejor estrategia para que esos empresarios trabajen con su producción en blanco.