Este miércoles se conocieron los fundamentos de un juicio oral que terminó la semana pasada en los tribunales de Las Toscas, en el cual un hombre de 31 años resultó condenado a once años y medio de prisión, por matar de dos tiros al amante de su madre, a quien confundió con un ladrón.
El tribunal pluripersonal integrado por los jueces Santiago Banegas (presidente), Gustavo Gon y Martín Gauna Chapero declaró culpable a Esteban Hanna Farah (31) por el delito de “homicidio calificado por el empleo de arma de fuego y tenencia ilegítima de arma de fuego de guerra, en concurso real entre sí”, en perjuicio de Leandro Damián Durando.
El hecho ocurrió el miércoles 30 de agosto de 2017, entre la una y las dos de la madrugada, cuando la víctima, de 35 años, mantenía relaciones íntimas -consentidas- con la madre del acusado, en su casa de calle San Martín al 200 de la localidad de Florencia.
Alertado por los ruidos, Hanna Farah ingresó al dormitorio empuñando un viejo revólver calibre 9 mm que había heredado de su abuelo, y al grito de “¡un ladrón, un ladrón!” ejecutó a Durando de dos disparos: uno en el abdomen y el otro con el caño del arma apoyado en el pecho. En vano llamaron al 107 para pedir una ambulancia, porque al llegar al hospital, el herido ya había muerto.
El juicio comenzó el 5 de agosto en los tribunales de Las Toscas y se prolongó durante una semana, en la que el tribunal escuchó unos 25 testigos y se trasladó hasta Florencia para hacer la reconstrucción.
Por la acusación, actuaron el fiscal de Las Toscas, Juan Carlos Koguc y el abogado querellante, Juan José Fariz, quienes abonaron la teoría de que el homicidio se produjo “con alevosía” y por ende solicitaron una pena de prisión perpetua.
En tanto por el lado de la defensa de Hanna Farah, estuvieron los abogados Andrés Ghio y Ricardo Degoumois, quienes en primer término pidieron que fuera absuelto, porque “los hechos no sucedieron en la forma y modo que propuestos por el fiscal”. Aunque reconocieron la autoría del crimen, argumentaron en favor de la declaración de inimputabilidad de su cliente por legítima defensa. “Escuchó un ruido en la habitación de su madre, lo cual lo impulsó a entrar y disparar, asemejándose lo ocurrido a una legítima defensa privilegiada”, sostuvieron. Y como alternativa, propusieron que en caso de sr condenado lo sea al mínimo de la pena prevista en el homicidio culposo.
El último día de debate, antes de que el tribunal pase a deliberar su resolución, el acusado pidió perdón a la familia de la víctima, sosteniendo que fue todo una confusión, que había tomado alcohol con Clonazepam, que estaba “dado vuelta”, y volvió a describir los hechos como ya lo había hecho durante la reconstrucción.
El viernes pasado -14 de agosto-, el tribunal dio su veredicto condenatorio y difirió para este miércoles los fundamentos del fallo.
“Únicamente se encuentra discutido en qué circunstancias se produjo el hecho”, dijeron los magistrados, al advertir que mientras los acusadores sostuvieron la teoría de un crimen “a traición”; la teoría de la defensa habla “que el acusado confundió a la víctima con un ladrón que estaba agrediendo a su madre”.
Fiscalía y querella “dejaron entrever que el acusado actuó así porque se oponía a la relación que su madre mantenía con la víctima”, pero “no se probó que este hubiera realizado alguna manifestación en contra de que su madre rearmara su vida o tuviera una nueva pareja; y tampoco acreditaron que Hanna Farah supiera de la relación que tenía su madre con Durando -mucho menos su oposición a ella-”, dijeron los jueces. Y para abundar en la teoría, agregaron que ni siquiera la madre de la víctima conocía de la relación.
Fue la madre del imputado, testigo de la fiscalía, quien corroboró con su declaración la teoría defensiva. La mujer recordó que su hijo irrumpió en la habitación -la cual se encontraba a oscuras- al grito de “¡un ladrón, un ladrón!”, ante lo cual Durando se levantó rápidamente y comenzó un breve forcejeo, el cual concluyó con dos disparos. La testigo directa sostuvo que su hijo no pudo reconocer contra quién estaba disparando, sino hasta que ella encendió la luz y al ver que el joven herido era un vecino del pueblo, se tomó la cabeza, mientras repetía “¡no, no, no!”. En síntesis, para los jueces Hanna Farah mató a la víctima pensando que se trataba de un ladrón, “no existen mayores inconvenientes en tenerlo por acreditado”.
El arma empleada para cometer el crimen es un revólver modelo Lefaucheux, calibre 9mm, sin numeración visible, el cual se lo había regalado a Esteban su abuelo. Según los peritos que declararon en el juicio, se trata de un “arma de colección, vieja, que tenía tambor y balas raras” y que data de las postrimerías del siglo XIX.