Como soy amante y parte de este mundo radiofónico, quiero celebrar estas fechas con una foto tomada en la cabina de transmisión del "15 de abril" a fines de los '80 o principios de los '90; una imagen que tiene para mí un poder hipnótico. Como verán, el primero de la izquierda es un chico de 12 o 13 años: ¡lo dejo para el final! El segundo es Rodolfo Piki Nave: operador histórico de la radiodifusora universitaria; aparece con sus clásicos jeans cortados con los dientes y convertidos en shorts; con sus inseparables musculosas que no distinguen entre veranos o inviernos; con pelo largo y barba abundante al estilo Che Guevara que hoy ha cambiado por un aspecto que lo asemeja a Ricardo Iorio. Con pericia, ensaya una mirada de Patrick Swayze en la película "El duro": ¡Tan duro que no abraza al pibe de su derecha para incluirlo en la escena! ¡Si hasta parece que lo corre con el codo como un defensor hace con un rival en el área mientras esperan que llueva un córner! "¡Correte, nene, y no me pongas esa caripela de gatito mojado que no me vas a conmover!" Trabajé con Piki hasta que se jubiló en 2018 para dedicarse de lleno al gimnasio, las esculturas en glicerina, las motos y unas bicicletas intergalácticas de su creación. Cuando le consulté por esta fotografía, me comentó: "El de la punta derecha es Pepe Gay. Ahí estaba de operador de cabina. Y yo, de operador de borde de campo (…) En cuanto a las transmisiones: en sí no había diferencia con las de ahora. Es más, todavía llevan alguna consola de esa época. La diferencia que sí había es que en el tiempo de esa foto no había celular; así que si tenías problema con la línea, estabas en problemas (…) Obviamente, no había computadoras. La publicidad grabada salía por casetes o cinta abierta marcada con papelitos que si te descuidabas y no parabas la cinta, se volaban las marcas (…) Los jingles: en un disco de 78 RPM y con un alma de aluminio. Después era todo igual que ahora. La pelota en esa época era redonda también" (cierra con un chiste).
Lamento contradecir, a partir de este párrafo, a Piki. En radiofonía, la pelota no "era" ni "es" igual porque su rodaje siempre ha dependido de las pinceladas del speaker de turno. Por algo, para Fontanarrosa y Sanz, el relator es: "El espectador más entusiasmado de un partido." ¡No, Piki! ¡No todos los balones viborean o acarician la red de la misma manera porque las jugadas sobre el verde césped se transfiguran por obra y gracia de la labia de cada cronista! "Relatar fútbol es un arte… el relator es una artista de la palabra… un trabajador de la palabra… Yo leo en voz alta lo que los jugadores escriben con los pies: a veces los jugadores escriben con faltas de ortografía y uno suele disimularlas o suavizarlas o profundizarlas" me dice Walter Saavedra, otro de los retratados en esta foto. En ella, se lo ve con remera blanca al cuerpo, shortcito de tenis, pulseritas en ambas muñecas y un papel en su mano (¿la formación de los equipos o las publicidades?). Esta facha confirma su condición de artesano de la palabra: a fines del siglo XX, pintaba los partidos de Colón y de Unión con una maestría de traje y corbata; con su micrófono, presentaba a los santafesinos una película con toques de acción, terror, suspenso, tragedia y humor; la magia de la radio hacía que, desde una cabina de transmisión, casi con look de playa (¿remerita, short y ojotas?) sirviera un banquete deportivo en los hogares tatengues y sabaleros. Como dice Galeano en "El fútbol a sol y sombra": "El gol, aunque sea un golecito, resulta siempre gooooooooooooooooooooooool en la garganta de los relatores de radio, un DO de pecho capaz de dejar a Caruso mudo para siempre, y la multitud delira y el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra y se va al aire."
Este relator marplatense llegó a nuestros pagos de la mano de Rodolfo Raviolo; eran tiempos en los que, si querías seguir al Tate o al Sabalé, sólo tenías tres alternativas: escuchar AM, leer el diario del lunes o ir a la cancha (¡Aunque ahí también la gente tenía el aparatito pegado a la oreja para enterarse de esos detalles que se le escapaban por el alboroto de la tribuna!). ¡Poca bola le daban los medios porteños a los cuadros del interior! ¡Menos si militaban en la "B"! Nuestro Canal 13 pasaba velozmente los goles con comentarios de El Gallego González Riaño: vale decir que si al mediodía no estabas frente al TV, no tenías otro registro del partido; por ende, te lo tenían que contar y lo mejor era que te lo contara un relator profesional de fútbol.
En una charla telefónica, Saavedra me da una muestra de su pericia: "'El secreto de sus ojos es un buen título para entender el intercambio de miradas durante la ejecución de un penal entre el arquero y el pateador." En este ejemplo, se trasluce la maestría de un hombre perspicaz; alguien que sólo llegó hasta séptimo grado de la educación formal pero que su avidez por los libros lo llevó a llenarse de literatura, de palabras de grandes escritores que alimentaron sus relatos de fútbol y de ficción. "Walter-gol" también es escritor: me revela que su "Biblia de cabecera" son los "Poemas para combatir la calvicie" del chileno Nicanor Parra; me suma una anécdota del Mundial de Francia '98: en sus ratos libres, con "Rayuela" de su admirado Cortázar bajo el brazo, salía a recorrer el París de la Maga. Sobre la fotografía en cuestión, me confiesa: "En Santa Fe, logré ser feliz de tiempo completo".
Como cierre, agrego que esta "imagen de radio" fue tomada por Raúl Salzman: chofer, "San Pedro" y "todo-terreno" de la emisora universitaria; uno de esos tipos que no asoman su voz por el micrófono pero son fundamentales para que una transmisión salga al aire (¡Casualmente, murió el 19/08/18 después de saturarse de emociones por un Colón 2-Tigre 2!) ¿El pibe de la foto? Es Toto Salzman, hermano de Raúl, mi vecino de barrio Belgrano. Cuando esta escena fue registrada, Toto y yo teníamos casi la misma edad. ¿Qué importancia tiene este dato? Para mí no es menor, mientras Walter, Piki, Raúl y Pepe cubrían la campaña de los equipos de fútbol santafesinos por todo el país y hacían historia en LT 10, yo andaba reventándome los granos de la cara y fantaseaba con formar parte de este punto del dial que hoy me cobija desde hace más de una década.
"En cuanto a las transmisiones: en sí no había diferencia con las de ahora. Es más, todavía llevan alguna consola de esa época".
"La diferencia que sí había es que en el tiempo de esa foto no había celular; así que si tenías problema con la línea, estabas en problemas".