La cifra parecía exagerada dos meses atrás, cuando los funcionarios las deslizaban. Les costaba a ellos pronunciarlas y a los periodistas, reproducirlas. Porque sencillamente resultaban poco creíbles. Eran días en los que los contagios a nivel provincial apenas si superaban los tres dígitos. Y era la propia ministra de Salud, Sonia Martorano, quien decía - casi por lo bajo - que Santa Fe esperaba un cúmulo de "veinte mil casos". Parecía imposible, a la luz de una realidad que hasta allí deparaba totales de positivos de Covid absolutamente manejables. No era un número aleatorio; era el resultado de una serie de proyecciones que se habían realizado en función de la realidad nacional y sobre la base de lo que la experiencia mundial también había dejado hasta entonces.
Aunque resultaba difícil imaginarlo y hasta decirlo, fue un número clave en función del cual se preparó el sistema sanitario santafesino. Ése fue el dato que impulsó, por ejemplo, la duplicación del número de camas críticas y la compra de los insumos para proteger al personal de salud. Pero el pronóstico que parecía inicialmente desmesurado, terminó resultando insuficiente.
La provincia de Santa Fe superó esta semana la marca de los 20 mil. El ritmo de duplicación de los casos y el aumento exponencial de contagios ha generado que el crecimiento empinado de la curva no se pudiese detener. Santa Fe apareció así en el podio de distritos con los registros más altos del país. Ahora, las proyecciones cambiaron; se actualizaron. Y se habla de un escenario donde el territorio provincial podría llegar a los "40 ó 60 mil" enfermos.
Las cifras récord de estas últimas jornadas se registraron, paradójicamente, cuando cinco departamentos del sur santafesino transitaban los catorce días de una nueva etapa con restricciones que ninguna autoridad se atrevió a identificar con una fase determinada, para evitar la carga simbólica que implica tener que hablar de retroceso. También las ciudades de Santa Fe y Santo Tomé habían comenzado a atravesar el primer tramo de una todavía más confusa y ambigua etapa de limitaciones. ¿Fue útil, entonces, la decisión? Sin ingresar en la discusión sobre el alto grado de desobediencia social y cada vez más relativo acatamiento a las decisiones oficiales de parte de algunos sectores de la población, las autoridades sanitarias consideran que fue pertinente el cierre porque en su devenir se logró una mayor expansión del sistema sanitario. Se sumaron camas en algunos efectores, se aumentó la capacidad de testeo y se definió un refuerzo de personal de salud que comenzará a llegar desde otras jurisdicciones. Reparan, asimismo, en que la eventual reducción de casos como consecuencia de estos catorce días de menor actividad, podría comenzar a evidenciarse, incluso, en los "veinte días" posteriores al inicio del repliegue.
Pero nada es suficiente. Por eso, este fin de semana el gobierno debió intervenir otra vez con una decisión política en medio de las demandas de los sectores que legítimamente quieren retomar la actividad, y el grito desesperado de los especialistas y expertos que recomendaron prorrogar, sobretodo en el sur provincial, las restricciones que estaban vigentes. Es a través de la política que debe vehiculizarse una determinación, para que el panorama no derive en la dictomía "salud - economía". "No es un dilema; es entre todos", dijo Martorano en las horas previas al anuncio de la decisión de Perotti de prorrogar las restricciones en Rosario. Es la política la vía, con funcionarios que emitan un mensaje claro y no evadan la responsabilidad en lo que están comunicando. No contribuyen los "no anuncios" o mensajes imprecisos; sólo suman confusión y desaprensión.