"Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario". Arthur Schopenhauer
Estoy segurísimo de que su cerebro era multicolor, su materia de gris no tenía nada. De allí salieron sus hijitos, las Peisadillas de El Litoral. Ese cerebro, se me antoja, poseía los colores del arcoíris.
"Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario". Arthur Schopenhauer
Los sueños que aquí me pongo a soñar fueron en sus inicios sueños compartidos; ahora indivisibles. Ese toque mágico y surreal de haber pertenecido al onírico universo de ese soñante que soñando anduvo siempre, de zapatos alados y vida entre viñetas, de chiste corto y al toque, de taquito y tranco breve, que riendo nació, haciendo reír vivió y riendo se fue. Hoy me honro y en el mismo acto espero honrarte para tomar la posta de semejante desafío de continuar el compartido sueño. Tomo posesión -sin ser el dueño- de tu apócope que por herencia y leyes del uso corresponde; apócope que supiste patentar en el imaginario popular y en tu diario pensar. Flaco de equipaje y henchido de felicidad paseaste tu breve persona y tu inmensa "peisonalidad" por las calles de tu Santa Fe. La peatonal, las calles de la cordial y aquellos que te conocieron van a sentir esa ausencia; los cafés con tus amigos van a ser más silentes, exentos de las carcajadas de la que eras siempre culpable. Las charlas en las mesas de esas cafeterías que tanto disfrutabas van a dar paso al mito y se llenará de "¿Te acordás cuando…?"; entonces una catarata de recuerdos con detalles nunca antes contados, con agregados y florituras, con exageraciones y ensambles de otras anécdotas que darán paso a otras anécdotas semejantes o más grandes, más exhaustivas y detallistas. Tu figura se agigantará hasta la exageración y del mismo modo se desinflará en un largo suspiro sibilante de nostalgia y ojos acuosos, bien disimulados por la media sonrisa.
Tu amado Tato Bores se despedía en uno de sus programas con una frase que quedó grabada en la gente: "Un vermú con papas fritas y good show". Tu espíritu va a estar rondando la mesa de café, con tu sempiterno rostro sonriente, levantando la mitad de la medialuna "seca" ensopada en un cortado en jarrita y diciendo "un cortado con medialunas, y buen peisoshow".
Es obvio, tu alma inquieta también planeará aquiescente en estos presentes y futuros textos.
Así que bueno, dedos a la obra, a tipear el teclado, a virtualizar y viralizar con virtuosismo -en la medida de lo posible- la realidad y materializar la fantasía para poder seguir este camino plagado de sueños, continuando lo que una vez fue el principio de aquellas Peisadillas contadas –a veces cantadas– en el éter de LT 10. Las mismas frases –surreales de tinte "peisonal"- vociferadas y exageradas histriónicamente que fueron quedando plasmadas en un cuadernillo de tapa verde, mecanografiadas desprolijamente y plagadas de textos al margen, con dibujos marginales y estrafalarios que adornaban las hojas cual libro medieval ilustrado -sin sus oros y lapislázuli- con manchas de mate, café, tés y alguna que otra yerba que volaba por ahí; aureoladas manchas de tinta aguada, insectos fosilizados en su último y fatal andar/volar; las letras de la Olivetti color verde oliva parecían golpeadas a martillo, los nombres de algunos personajes de la farándula política "acadeña" (originarios de acá) ridiculizados y formateados por las articulaciones y variaciones lingüísticas tan propias de su acervo y que tanto le caracterizaron. Textos plagados de homófonos –palabras que suenan igual pero que tienen diferentes significados- y las planteaba a todos como novedades, pues "no ve edades" su decir, ni veía condiciones en su hablar. Pido disculpas lector, si no respeté el tiempo verbal, pero al chiste tuerto, chiste puesto.
En toda esa gama de colores y pasados sabores con sus respectivos olores que entintaban y saboreaban aquellos multifacéticos, eclécticos y epilépticos textos salidos de esa materia colorida, porque estoy segurísimo que su cerebro era multicolor, su materia de gris no tenía nada, salieron sus hijitos, las Peisadillas de El Litoral. Salieron aquellos escritos de ese cerebro que se me antoja poseía los colores del arcoíris, como los discos de "Alta Tensión" de los años 70´s, porque el vago tenía color, los llevaba en sus pantalones y en sus camisas floreadas; según me cuentan -para engrosar el libro gordo de "Peisete"- buscaba telas de las colchonerías y de las tiendas de retazos para hacerse confeccionar esos pantalones acampanados a rayas de colores vivos y centelleantes… Ese cerebro que funcionaba a todas horas te jugó una mala pasada. Ah Se Ve que lo extra limitaste. Para diversión de todos.
Primero se publicaron en la revista "Nosotros", que tan orgullosamente proclamaba, decía y sentía: nosotros, nuestro, propio, juntos. Tan así lo vivías y expresabas en cada palabra y ante todo aquel que quisiera escucharlo. No pasaron muchos días para que esos extravagantes artículos sabatinos se imprimieran en las páginas de "El Litoral". Otro sueño cumplido, sin saberlo, el último tramo de tu vuelo creativo.
Aggiornados sueños que hoy me toca soñar, con la responsabilidad y el compromiso de seguir las enseñanzas aprendidas. No será fácil, mucho menos igual. Esta vez soy yo y, para poder contar, espero contar con ustedes.
Las cosas tienen movimiento canta Fito Páez. Abro Youtube, busco la canción que presiento tiene algo que quiero recordar. Entonces llega el primer párrafo: "Muchas veces me pregunto que estamos haciendo acá, dejo de pensar y veo que al final siempre estarás, siempre estarás en mí." Entreacto.
Estoy segurísimo de que su cerebro era multicolor, su materia de gris no tenía nada. De allí salieron sus hijitos, las Peisadillas de El Litoral. Ese cerebro, se me antoja, poseía los colores del arcoíris.
Las letras de la Olivetti color verde oliva parecían golpeadas a martillo, los nombres de algunos personajes de la farándula política "acadeña" (originarios de acá) ridiculizados y formateados por sus variaciones lingüísticas.