Difícilmente Omar Perotti haya imaginado llegar al primer año de gestión como lo hará. El viernes cerrará ese capítulo y probablemente, ni siquiera pueda estar de manera presencial en la Casa de Gobierno. Su reciente diagnóstico confirmando el contagio de Covid le exigirá más días de aislamiento. Estaba en esa condición desde el 23 de noviembre, después de haber compartido un viaje a Río Negro con su ministro de Seguridad, Marcelo Sain, que también contrajo el virus. Pero los síntomas - aunque leves - recién aparecieron la semana pasada. La fecha intentaba ser determinada con precisión por los equipos médicos porque de ello dependerá el nuevo período de aislamiento. De ello, y obviamente, de la evolución de la salud de Perotti. Si el tránsito de la enfermedad es favorable y sin complicaciones, técnicamente se considera que debe permanecer recluido diez días después de la aparición de los primeros síntomas. En consecuencia, los balances sobre el primer año de su administración posiblemente sean de manera virtual.
Esta particular circunstancia obligará al gobernador a postergar una serie de decisiones que en teoría tenía previsto tomar esta semana, cuando se reintegraba después de su aislamiento inicial. Se trata ni más ni menos que de su gabinete. A un año de gestión, el equipo de gobierno se vio diezmado por los ministros que circunstancialmente debieron alejarse de la función por la pandemia, por los que renunciaron y por los que tienen "apalabrado" su retiro. La posibilidad de los cambios había sido admitida por el propio mandatario hace más de un mes, cuando haciendo hincapié en el desgaste que había producido en los funcionarios la emergencia sanitaria, reconoció haber armado un equipo para un horizonte que ya no era tal.
Algunos hechos se precipitaron desde entonces, como el portazo del ministro de Gobierno, Esteban Borgonovo. El episodio denota que no todo era pandemia. Coyuntura, factores externos, errores propios y rencillas internas también fueron parte de este primer año de gestión. Repásese si no, la saga legislativa de las últimas dos semanas. Un jueves, la sanción sobre tablas de un par de leyes que el Poder Ejecutivo interpretó de manera inequívoca como una embestida contra Sain, más el agravante de que un sector del propio oficialismo en el Senado había propiciado esas aprobaciones. Enojo, sabor a traición y malestar en el gobierno. Pero a la semana siguiente, sanción del presupuesto provincial 2021. Cambió el interlocutor, es cierto; entró en acción el ministro de Economía, Walter Agosto. Los senadores del PJ, los mismos que habían votado las leyes que ofuscaron por el caso Saín, dijeron ahora que con diálogo no existe asunto que no se pueda destrabar. Y volvieron a reclamarle al gobernador la falta de apertura. En la Casa Gris, sin embargo, descreyeron; y aseguraron que el presupuesto sólo se votó una vez que el Frente Progresista y ese mismo sector de senadores del PJ habían acordado cómo se asignarían y repartirían las partidas presupuestarias asignadas a cada cámara. Todos, síntomas de la gestión.
En el cierre del año, eso sí, la administración provincial pretendió devolverle a los santafesinos un viso de normalidad y concedió autorizaciones para prácticamente todas las actividades que seguían postergadas como consecuencia de la pandemia. Hasta intentó – después de nueve meses y con la resistencia sindical – recuperar una pizca de presencialidad en las escuelas.
Pendiente, además de los proyectos que buscarán revancha en extraordinarias - leyes de seguridad, tributaria, conectividad – está la segunda discusión salarial. La primera se resolvió con un bono y sumas acordadas pero no remunerativas. La revisión no pareciera prometer demasiadas diferencias.