El 23 de febrero se recuerda la firma del primer tratado o pacto interprovincial, en la Capilla del Pilar. Encuadre histórico y dimensión simbólica.
Archivo El Litoral Las firmas de los caudillos federales López, Artigas y Ramírez.
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I- El 23 de febrero se recuerda la firma del primer tratado o pacto interprovincial, en la Capilla del Pilar, el cual, junto a otros, formaron parte de los llamados "pactos preexistentes", citados como antecedentes constitucionales en el texto del preámbulo de la Ley fundamental de 1853.
II- Desde la designación de la Primera Junta se buscaba una forma de gobierno que pueda organizar el vasto territorio; una inmensidad con fuerte tensión política por el dominio de los caudillos.
Buenos Aires, tal vez partiendo de la genial idea de Paso en la reunión del Cabildo del 22 de mayo, se empoderó en aquello de la "gestión de negocios ajenos" y los gobiernos -Juntas, Directorio- siempre ejercieron de forma centralista el poder, lo que motivó la oposición cada día más firme del "interior" ante el hostigamiento centralista.
Dos hombres del litoral, luego de reunir fuerzas por doquier, cruzaron armas en la Cañada de Cepeda el 1 de febrero de 1820. La batalla fue muy breve, al punto que se la llamó "de los diez minutos", con el triunfo de los federales en una atropellada de las montoneras.
También significó la renuncia de Rondeau y la designación de Manuel de Sarratea como gobernador de la provincia de Buenos Aires. De igual forma se inició el período de anarquía con la caída del gobierno central.
La estructura virreinal se desmorona y en esta coyuntura se hace visible definitivamente una nueva realidad con estados provinciales autónomos.
III- Los nuevos actores, luego de la refriega, marcan una realidad distinta: el tiempo de los acuerdos.
Se confluye al pueblo y capilla del Pilar, a orillas del río Luján, en las inmediaciones de la ciudad de Buenos Aires, para acordar un mínimo de pautas que les permita gobernar y utilizar los recursos en organizar ciudades y territorios.
En su mismo artículo primero, hace referencia a que las partes contratantes se pronuncian "a favor de la federación" y, para concretar la organización nacional en base a este principio, se decide invitar a las provincias a que envíen representantes a un futuro congreso a reunirse en la localidad santafesina de San Lorenzo dentro de los 60 días de firmado el pacto. Definitivamente se quería dejar en el pasado el centralismo. Vale aclarar que este congreso nunca se realizó y que habrá que esperar hasta 1853 para que quede institucionalizada la forma federal de gobierno. Durante más de tres décadas nadie arbitró los medios para cumplir el mandato de los pactos preexistentes
Otra de las cláusulas que mayor consecuencias depararon fue el artículo 10 que se inicia sosteniendo que "Aunque las partes contratantes están convencidas de que todos los artículos arriba expresados son conformes con los sentimientos (…) de don José Artigas según lo ha expresado el Sr. Gobernador de Entre Ríos que (…) para este caso no teniendo suficientes poderes en forma, se ha acordado remitirle copia de esta nota, para que siendo de su agrado, entable desde luego las relaciones que puedan convenir a los intereses de la Provincia de su mando, cuya incorporación a las demás federadas, se miraría como un dichoso acontecimiento".
El 22 de enero, Artigas había sido vencido por las tropas lusas en la "Batalla de Tacuarembó" y por lo tanto se lo había despojado de su territorio. Ramírez, con este panorama, suscribe el tratado en su condición de gobernador de Entre Ríos, dejando el carácter de lugarteniente.
Queda de manifiesto que el "tratado del Pilar" es suscripto entre los gobernadores de las tres provincias. No hay mención a la "Liga de los Pueblos Libres" como eran los deseos del caudillo oriental que tenía una personalidad fuerte y dotes de liderazgo.
Apenas llegada la noticia del acuerdo al campamento charrúa, Artigas redacta una dura carta en donde le increpa a Ramírez el haber suscripto tal acuerdo sin su autorización y en un párrafo le agrega que ambos rubricantes, más pronto que tarde, serían defraudados. Dispuesto a contestar, Ramírez lo hace en términos de conminación.
La idea originaria de que las provincias del litoral venzan a Buenos Aires y declaren la guerra al imperio brasilero ya era absolutamente inviable. La "Banda oriental" estaba en poder de los lusitanos, las dos provincias Argentinas, amén de sentir cierto hastío por el mando artiguista, no estaban en condiciones de afrontar una conflagración así. Las luchas anteriores las habían diezmado de recursos, tanto humanos como materiales; el ganado había sido sacrificado y los campos incendiados. Los pocos pueblos estaban devastados, las arcas públicas exánimes.
Si bien victoriosos, la paz era tan necesarios para ellos como para los vencidos.
IV- La tensa relación entre Ramírez y Artigas no podía concluir de otra forma que no sea en el campo de batalla. Luego de un ajustado triunfo artiguista, Ramírez se replegó a Paraná donde recibe el apoyo de armas y hombres de Sarratea y derrota en varios choques al "protector" que concluye su periplo pidiendo asilo al dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia.
V- Las consecuencias de la rúbrica del tratado no acabaron aquí. Los caudillos que se habían juramentado luchar mientras tengan fuerzas por la causa de la federación, optaron por el poder, y es así como los aliados litoraleños, cada uno fortalecido por sus triunfos, no aceptaron quedar uno a la sombra del otro y se enfrentaron en Coronda. López acabó con Ramírez, lo degolló y paseó su cabeza como trofeo de guerra y advertencia para algún aventurero.
En la puja por el federalismo, el "federal" Ramírez libró a Buenos Aires del mayor enemigo del centralismo, el también "federal" Artigas; al mismo tiempo el "federal" López había despejado el camino a los unitarios al eliminar a su antiguo camarada, el también "federal" Ramírez.
VI- El "Tratado del Pilar" forma parte de los pactos interprovinciales que la Constitución Nacional reconoce como preexistentes, y cobra relevancia ya que sustenta la voluntad política de conformación de una sola nación bajo el sistema federal.
Una idea que logró plasmarse en la Constitución, pero a más de dos siglos, permanece el desafío de construir un país verdaderamente federal.
La tensa relación entre Ramírez y Artigas no podía concluir de otra forma que no sea en el campo de batalla. Luego de un ajustado triunfo artiguista, Ramírez se replegó a Paraná donde recibe el apoyo de armas y hombres de Sarratea.
En la puja por el federalismo, el "federal" Ramírez libró a Buenos Aires del mayor enemigo del centralismo, el "federal" Artigas; al mismo tiempo el "federal" López había despejado el camino a los unitarios al eliminar a su antiguo camarada, el "federal" Ramírez.