Confusiones peligrosas
Confusiones peligrosas
LECTORA ATENTA
"Quiero comentarles una situación que me tocó. Aunque suene extraño tuve que convencer -hablar, explicarle en repetidas ocasiones- a un señor que trabajaba en mi casa, haciendo trabajos de albañilería y pintura, que se vacune. Porque no quería hacerlo dadas todas las cosas que se dicen. Concretamente, por ejemplo, la vacuna Sinopharm y Sinovac no son lo mismo. Esa confusión la sembraron desde los medios nacionales Lanata, Patricia Bullrich, y otras personas que lo único que hacen es transmitir miedo e inseguridad. Un médico especialista de acá, de la ciudad, le recomendó a una persona trasplantada que ojalá la vacunen con la Sinopharm. Por eso les pido por favor que publiquen, aclaren, ayuden a que la gente compranda la importancia de la vacunación, porque a veces uno tiene la posibilidad de aclararle a una persona las cosas como son, pero no siempre podemos estar a mano para vencer las mentiras y las insidias que se difunden".
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Nación vs. CABA
ROBERTO SÁNCHEZ
"No me parece conducente esta nueva confrontación, no hay puerto de amarre a la vista, lamentablemente los patos de la boda de esta desinteligencia entre Nación y CABA son los educandos -que dicho sea de paso mucho no les importa jugar con ellos y sumirlos aún más en la angustia- es de una terquedad que no beneficia a nadie. Me atrevería a decir que de ambos lados se trata de fomentar una cortina de humo para otros desaciertos, entre ellos la falta de vacunación y la organización para llevarla a cabo, que hace presagiar una nueva cuarentena eterna, mientras el debate es educación o contagios, lo único apreciable de esta mise en scene es que este país esta manejando por dirigentes alejados de la realidad. Bueno sería que las partes se sienten a consensuar en base a los criterios de ambos y no fijar posiciones tan radicalizadas".
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Llegan cartas
Con un poco de empatía sería mejor
LEANDRO
Este mensaje no busca establecer una crítica voraz, sino establecer algunos señalamientos básicos que no pueden soslayarse. Cuando hablamos de instituciones municipales, se espera que éstas brinden un servicio cercano, comprensivo, empático con aquel (el contribuyente) que otorga el fundamento base del puesto que ocupan los empleados que allí se desempeñan (impuestos). El caso del Centro Municipal de Educación Vial es paradigmático. En los últimos tiempos, principalmente en época de pandemia, se han acercado innumerables adultos mayores, personas con escasos recursos, entre otros, quienes disponen y se movilizan con vehículos motorizados, pero quienes no cuentan con recursos ni conocimientos para el manejo de programas informáticos, hecho por el cual, acuden al único centro capaz de dar una respuesta manual a la situación presentada. Cierto es que cuando esto ocurre, se escucha reiteradas veces (casi como una respuesta prototípica): 'No señor/a, tiene que hacer el trámite por Internet. Aquí no podemos ayudarlo/a.'. Una incoherencia.
El centro encargado es el mismo que… ¿No cuenta con una computadora con acceso a Internet básico para dar una respuesta? Le ahorro la angustia, lector; tienen suficientes recursos para dar una respuesta acorde. Mandan a sus casas a personas quienes no tienen celular o computadora, sin poder siquiera desde un punto de vista humano, reservarles un turno, incluso si éstos vienen de kilómetros de distancia. Podría pensarse que las inclemencias de la pandemia obligan a tomar otros medios para generar los trámites, y no lo discuto, aunque en realidad son menos los que acuden a este centro para obtener una respuesta que quienes saben y pueden gestionar sus turnos vía online. Por ello, ¿en dónde radica la dificultad para brindar una asistencia básica para solventar (al menos) parcialmente un problema? ¿Cuánto tiempo y recursos perderían? En relación a lo antedicho, desde ya, las autoridades deberían evaluar la atención de quienes trabajan en dicho centro. Una atención que, en algunos casos particulares, roza la desorganización, la parsimonia y el desinterés por la misma persona que acude. Es intolerable que una persona, en la franja de los 50-70 años, quien realizó esfuerzos para movilizarse (incluso arriesgarse por el Covid-19) para poder realizar este trámite, se vaya con las manos vacías, de la misma manera que llegó al centro buscando asistencia, simplemente para obtener un turno.