"Esto parece un zapping medio esquizofrénico entre LN+ y C5N. Como cambiar una y otra vez de canal a canal, ida y vuelta", describe en un mensaje por WhatsApp un colega, durante la última sesión por streaming del Concejo. ¿Qué pasaba? A instancias de un concejal kirchnerista, se había aprobado un beneplácito por la producción en el país de la vacuna contra la Covid-19 Sputnik V, a cargo del Laboratorio Richmond.
Esa simple declaración de interés desató una acalorada discusión entre ese edil y otros dos macristas (y un radical del interbloque Juntos por el Cambio). En el recinto, el conversatorio nacía desde el epicentro de la grieta nacional. "Es un motivo para que todos celebremos", dijo el legislador de Unidad Ciudadana. El adversativo "pero", desde el otro bando no se hizo esperar. Pese a la "buena noticia", se habló del vacunatorio VIP, de Ginés, de la imprevisión, de los "procesos turbios" en la inoculación, de los muertos, de la vacuna cubana...
"Enturbiaron la validez de la Sputnik. Elisa Carrió denunció por envenenamiento al presidente de la Nación, debido a que llegaba la vacuna rusa. Y también lo hizo Patricia Bullrich, presidenta del Pro, que anda con un bidón de nafta jugando al carnaval. ¡Generan miedo a la gente!", fue la réplica del otro lado. La cosa siguió durante casi 40 minutos, hasta que una concejala oficialista (y luego otra del PJ), pusieron un manto de mesura, como diciendo: "Gente, estamos en sesión, empecemos a discutir temas locales. Dejemos de hablar de Buenos Aires".
En sus "Ecografías de la Televisión", el filósofo Jacques Derrida definió el concepto de "artefactualidad". Es un juego de palabras: la TV genera artefactos-artificios (arte) sobre los hechos (facto) de la actualidad. Todo en función de intereses ideológicos, editoriales, comerciales de posiciones de poder y de modulación de las expectativas de las audiencias. Palabras más, palabras menos, es lo que construyen los canales y diarios porteños: artefactos ideológicos ("hechos ficcionales") con versiones de la realidad, y sobre la base de un porteñocentrismo noticioso que nada tiene de federal.
Y en las discusiones principales del Concejo, que ya tiene casi un año y medio de maduración política en su actual conformación, se reproducen esas "artefactualidades". Entonces, ¿por qué, un órgano legislativo jurisdiccional, que debe legislar sobre los temas de la ciudad de Santa Fe, vuelve una y otra vez sobre los temas que impone la agenda periodística porteña?
Dicho esto -y con la salvedad de que el Concejo tiene una agenda propiamente local, pero sobre la cual discute poco-, quizás el Cuerpo debiera reperfilar el debate legislativo a una centralidad más santafesina. Hay para hacerse una "panzada" de discusiones: la poca vida útil que le queda al relleno sanitario, los déficits en el servicio de recolección de residuos y del transporte público, la Terminal de Ómnibus, la pobreza que va dejando la pandemia en amplios sectores del cordón oeste y en el norte, y un largo etcétera.
Un punto de partida sería quizás imaginar qué puede esperar del Concejo el ciudadano santafesino, ese común, silvestre y de a pie: si un debate sobre discusiones nacionales que ya ha visto en los canales porteños (para lo cual debe pagar un servicio de cable, dicho sea de paso), o si está más interesado en ver que una camioneta de la GSI pase más seguido frente a su casa, que terminen el pavimento y los desagües a todo su barrio (para que no haya anegamientos con una lluvia fuerte), que le mejoren la iluminación o que desmalecen ese baldío en el que suelen esconderse los delincuentes.