El 12 de septiembre llegó a todas las plataformas digitales “Vocales argentinas”, en las que que el creador santafesino Martín Sosa actualiza la tradición de los arreglos vocales para la música de raíz folclórica. En el mismo comparte ocho arreglos de su autoría con diversos invitados como Jorge Fandermole, Rubén Goldín, Myriam Cubelos y Ana Suñé, entre otros. De la mano de Sosa, El Litoral visitó este universo de timbres y armonías.
Gentileza Ana Paula Ocampo Norte y sur: Sosa junto a Myriam Cubelos, Jorge Fandermole y Ana Suñé, acompañados por el bombo de Juancho Perone (quien también cantó en el álbum).
El músico y compositor santafesino Martín Sosa se encuentra presenta su disco “Vocales argentinas”, disponible en todas las plataformas digitales desde del 12 de septiembre. El lanzamiento estuvo a cargo del sello Shagrada Medra y la presentación oficial fue el 29 de septiembre a través de su canal de YouTube, en el marco del ciclo de escuchas compartidas “La hora azul”.
Se trata de un trabajo que recupera la tradición de los arreglos “a voces”, trayéndolos al presente con vigorosidad y buscando emular esa diversidad interpretativa de aquellos grupos de nuestro cancionero, dentro de un repertorio donde conviven piezas clásicas con otras de autores contemporáneos.
El disco contiene ocho canciones de raíz folclórica, con arreglos originales de Martín Sosa, quien estuvo a cargo de la dirección musical. Contó con la participación especial del Grupo Vocal 2 a 4, y los solistas invitados Jorge Fandermole, Rubén Goldín, Myriam Cubelos y Ana Suñé, entre otros.
Ante el convite de El Litoral, Sosa abrió las puertas de su laboratorio de armonías para contar el camino que hoy se corona con este álbum.
El origen
-¿Cómo surgió la idea de hacer este proyecto centrado en las armonías y la pluralidad de timbres vocales? ¿Cómo devino luego en el proyecto presentado ante el Fondo Nacional de las Artes, y qué cambió a partir de ese momento?
-Esto que hice, más que un disco es más bien una travesura, un paréntesis en mi laburo de cantautor. He recuperado un espacio lúdico a partir de la creación o recreación de canciones de raíz folclórica, me divierte mucho experimentar con las sonoridades vocales. Es una pasión que tenía alojada por ahí, y ha aflorado hace un par de años a raíz de un taller de ensamble vocal que di en el Encuentro de Músicos Populares de Rosario en 2019. Ese taller, “Vocales de Carnota”, fue la idea inicial que luego se expandió y devino en “Vocales argentinas”.
A partir de la beca de creación que me otorga el FNA a fines de 2019, me puse a trabajar sobre ideas previas y logré entrecruzar diferentes ejes de trabajo. Por un lado, emular a los viejos grupos vocales de los 50, 60 y 70, acercar nuevos autores y nuevo repertorio; y provocar el cruce de cantoras y cantores muy admirados y queridos por mí.
-La idea del ensamble vocal para la música folclórica o urbana argentina tiene cierto arraigo en los 60, en un formato que hoy ya no se estila (sí armonías vocales para otra forma de interpretar el folclore, o directamente formaciones corales). ¿Cómo te relacionás con esa tradición, y cómo influyó en tu idea?
-La proliferación de grupos vocales en la segunda mitad del siglo XX fue fundamental en la difusión de la música popular argentina de raíz folclórica, sumado a la coyuntura en la construcción de lo nacional de esos años; las migraciones internas que llevaron la música criolla de las provincias a la Capital Federal, y el aporte del desarrollo de la radiofonía. En los 50 y 60 sucede lo que se llama el “boom” del folclore y el canto a voces tienen especial protagonismo. Nuestra música nacional comienza a exportarse.
Mi infancia transcurrida en los 70 estuvo poblada de esos grupos vocales en un amplio abanico que va desde Los Fronterizos, Los Chalchaleros, Los Quilla Huasi, hasta Los Andariegos, Los Trovadores, Grupo Vocal Argentino y Buenos Aires 8. Aprendí a percibir y disfrutar desde las formaciones más tradicionales hasta las llamadas de vanguardia (o “modernas”, si se quiere). Esta música me hacía escuchar mi padre y mi madre. Además, mi viejo me llevaba de chico a la cancha (de Colón) y me hacía hacer la “segunda voz” a los cánticos que resonaban en la tribuna (¡chiquita locura, pero divertida!).
Canté en el Coro de Niños de la Provincia y en la Agrupación Coral Cantares, ya en los 80, que fue fundamental en mi aprendizaje para escribir a voces. Mis maestros silenciosos fueron Daniel Caronni y Mariano Ferrando. A ellos les empecé a copiar y luego a reciclar eso que aprendía; con la fortuna que Ferrando (muy generoso) iba probando mis arreglos con el coro. Así llegué a escribir (en tinta Rotring) más de 25 arreglos corales de música popular. También recuerdo que en los 90 Mariano Ferrando y el “Turco” Carlos Deb nos acercaron nuevas sonoridades vocales como Take 6 o The Singers Unlimited, que luego aprendí a mixturar con la MPA (música popular argentina). Sin todo este bagaje, “Vocales argentinas” no hubiera sido posible.
Convites
-En este caso tenías la posibilidad de armar un ensamble diferente para cada obra. ¿Cómo fue surgiendo cada arreglo en tu cabeza? Entre los convidados están viejos compañeros de estudios y escenarios como los Jorge Fandermole, Myriam Cubelos, Rubén Goldín, Juancho Perone; la reconquistense Patricia Gómez; y el Grupo Vocal De 2 a 4, surgido del Coro Polifónico. ¿Cómo fuiste eligiendo a cada uno según la canción a interpretar?
-La etapa inicial fue la de buscar autores y repertorio. Fue muy nutritiva porque me puso en situación de aprender canciones. Lo siguiente fue escribir los arreglos y al no contar con un grupo vocal estable fui imaginando a esas y esos cantores que pudieran darle contundencia a la interpretación. El criterio fue, entonces, convocar a cantantes con trayectoria solista, con experiencia en el género, que dominen los códigos de interpretación, pero que a su vez pudieran empastar grupalmente. Fue un trabajo experimental porque intervinieron cantores de diferentes lugares de la provincia y del país. Así logré cruzar a Patricia Gómez de Reconquista con el Dúo Wagner-Taján (Vilma y Octavio) de La Plata; a Ana Robles, riojana residente en Alta Gracia; con Rubén Goldín de Caba, Mauro Bertotti, Jandi Molina y Silvia Calcagno de Sta Fe; a Mariano Rodríguez con Sergio Chiconi de Esperanza, Nilda Godoy, Mauro y Jandi de Santa Fe; a Fander y Myriam Cubelos de Rosario con Ana Suñé, con quienes ya habíamos experimentado el canto a voces; y se cruzaron cantando también Analía Garcetti de Mendoza con Juancho Perone y Marcelo Stenta de la ciudad de Rosario. Y la valiosa participación del Grupo Vocal de 2 a 4 de nuestra ciudad (Chachi Plank, Albertina Marín, Mauricio Lisa y Jandi).
Todos los encuentros, algunos presenciales y otros virtuales fueron tremendamente emotivos. Valoro mucho la presencia siempre incondicional de mi hermana de la vida y maestra Myriam Cubelos. Y la presencia de Fander y Rubén Goldín tiene un plus especial no sólo por lo que ellos representan para la música nacional, si no también porque lo hacen con generosidad, humildad y respeto.
-El proyecto venía de antes de la pandemia pero se vio atravesado por ella. ¿Cuánto de reunión se pudo hacer, y cuánto de home studio?
-Por supuesto que la idea era encontrarse, compartir ensayos, tomas en estudio, un vino y camaradería, pero nos atravesó la pandemia. Esto obligó a resetear la modalidad de trabajo. Fue un gran escollo que pudo sortearse gracias al compromiso y amor con el que participaron todos grabando desde sus lugares de residencia sin otra referencia que el metrónomo y la partitura. La mayoría desde su home studio.
Puntales y emergentes
-En el tracklist se destaca una trilogía dedicada a Raúl Carnota, con “Sólo luz”, “El otro camino” y “La casi trunca”. ¿Tenías ganas del homenaje, más allá del proyecto, o veías en las canciones de Raúl un potencial para lo que querías hacer?
-Sin duda, Raúl Carnota es uno de los compositores más importantes de la música popular argentina, creo, que éste era el único rótulo que el aceptaba para definir su música. Sus canciones y su modo de versionar tienen un anclaje en la música de raíz folclórica, pero gozan de una libertad que alcanza influencia hasta de los Beatles. Es una bisagra entre Cuchi (Leguizamón), Atahualpa (Yupanqui) y los que vinieron después, como Juan Quintero y los que nos atrevimos a hacer canciones. Raúl tenía una ductilidad y una inteligencia para interpretar y reciclar los códigos de nuestra música que logro crear un estilo muy personal que todos intentamos replicar porque representa una vuelta de espiral en la evolución de la MPA. Es como Piazzolla al tango.
En 2019 di un taller de ensamble vocal que titulé “Vocales de Carnota”. Allí armamos con los participantes tres canciones de Raúl que yo había versionado para voces mixtas. A partir de allí se me ocurrió expandir la idea y desarrollé este proyecto que terminó en disco que es “Vocales argentinas”, sentí que Raúl tenia que estar presente en el disco.
-Elegiste una canción de tu hermano Mario Hugo (“Coplas malditas”), pero no metiste una canción propia. ¿Fue una decisión o cerraste el repertorio cuando te pareció que estaba el concepto? De los restantes autores, Juan Quintero (“Vidalero”) es un referente de una generación renovadora del folclore (tanto con Aca Seca como en su dúo con Luna Monti o su actual etapa solista). Las dos compositoras que completan la lista, Ana Robles (“Lluvia”) y Analía Garcetti (“Amor cuyano”), son artistas emergentes. ¿Es un aporte a la difusión de una música que el sistema por ahí no permite florecer plenamente?
-Me tomé un descanso de poner por delante siempre mis canciones. Y esa distancia me quitó presión, trabajé más suelto. Pude disfrutar más de la actividad de escribir a voces porque la composición ya estaba resuelta. El “arreglo” o versión es una categoría (o proceso) intermedia entre la composición y la interpretación (ejecución). Arreglar es interpelar a la canción y al autor; es agregar maquillaje y a la vez desafiar a los intérpretes. En este caso fue hacer “trajes a medida” y en ese sentido quise tomar distancia de mis canciones para darle centralidad a los arreglos y a los cantantes. Centralidad que también me interesaba darle a autores y canciones emergentes que el sistema o la gran industria discográfica no absorbe porque seguramente no responden a sus cánones estéticos o a sus mensajes. Esto pone de manifiesto también la desigualdad de oportunidades que sufren un importante número de propuestas artísticas. Por eso, además de Juan Quintero (Tucumán), versioné autores como Analía Garcetti (Mendoza), Ana Robles (La Rioja), Ruth Hillar y Mario Hugo Sosa (Santa Fe).
-“Hay secretos”, de Ruth Hillar, se volvió uno de los grandes estandartes de Canticuénticos, por abordar la temática de los abusos intrafamiliares (e incluso estimular a que salgan a la luz). ¿Cómo se te ocurrió abordarla para este proyecto, y cómo se dio la participación de tu hija?
-Fue de las primeras canciones que quise incluir en el disco. Está versionada en tiempo de vidala. Es una canción icónica que ha logrado perforarse a sí misma y transformar la realidad. Ruth logra una tremenda precisión en el mensaje de esta canción sin descuidar los aspectos que hacen a una poética bella, respetuosa, con una melodía sencilla y pregnante que contribuye a retener ese mensaje, sobre todo sin subestimar a sus destinatarios. Esto da cuenta de que no hay música para niños y para grandes, hay música.
Y la presencia de Camila Sosa Calcagno (mi hija) no sólo se da en el marco de la felicidad de compartir la música con ella, si no que me pareció mucho más significativo que el mensaje principal de la canción esté dicho por ella que tiene 11 años. La dulzura de su voz irrumpe en medio del “arreglo” cantado por voces adultas. Su voz suena como un estandarte y potencia el mensaje.
Versiones viajeras
-La idea es que estos arreglos circulen en forma de partituras. ¿Cuánto de “escritura fina” tenían antes de grabarse, y cuánto de transcripción requiere para su publicación?
-Sí, la idea es que las versiones (arreglos) circulen. Estoy en proceso de revisión de la escritura. Transcribir géneros populares con el alfabeto musical tradicional tiene sus imprecisiones, sobre todo en el aspecto rítmico. Varios de los intérpretes a la hora de cantar sus solos, por suerte, se corrieron de lo estrictamente escrito en la partitura y dieron más libertad a los fraseos. Ahora me toca escuchar y reescribir, agregar las dinámicas, los matices, en fin... estoy en esa última etapa.
-Hablando de difusión: Víctor Hugo Morales viene “dándole manija” a “Vocales argentinas” desde los primeros adelantos. ¿Cuánto valen hoy para un artista independiente unos minutos de aire en una AM nacional? Son espacios que más allá de las voluntades y las legislaciones están cerrados.
-Lo de V.H. remite a un doble acto de generosidad. Me puenteó con él hace un año, en un gesto que la enaltece, mi querida amiga y talentosa cantante Cecilia Arellano. Lo resalto porque no todos los artistas abren sus agendas fácilmente.
Luego, sí, apareció la enorme generosidad de un periodista con la ética y sensibilidad admirables de Víctor Hugo. Su envión es muy importante: V.H. se toma el trabajo de hacer un lugarcito a muchísimos artistas independientes que trabajamos con seriedad, paciencia y dedicación y no contamos con el acompañamiento de grandes empresas ni espónsores. ¡Te hace jugar un ratito en primera! Además, me honra diciéndome que soy “parte del acervo musical de su programa” en un e-mail que guardo con mucho cariño.