Una gran exposición recorrerá la vida de Isabel II a través de sus vestidos y joyas
El legado de Isabel II a través de su estilo único: con motivo del centenario de su nacimiento, una exposición abre por primera vez los armarios de Buckingham para mostrar desde sus grandes vestidos a las joyas y los accesorios. Porque la historia de una reina se escribe en hilo y seda.
El vestido de novia de Isabel II de 1947, de Norman Hartnell.
La reina rodeada de estudiantes en la Universidad de Évora durante una visita oficial a Portugal en 2005.
Promete ser el homenaje más completo dedicado hasta el momento a la figura de la monarca. El evento tiene tanto de moda como de historia, ya que la exposición coincide con el que habría sido el centenario del nacimiento de la soberana, fallecida en 2022.
"Será una oportunidad para celebrar su singular estilo británico y su legado en el mundo de la moda", considera Caroline de Guitaut, comisaria de la exposición y curadora de las obras de arte del rey. Lejos de ser una simple galería de vestidos, es un recorrido por una vida de Estado —y de elegancia— vista a través de los tejidos.
Si el estilo es una forma de expresar quiénes somos sin hablar, Isabel II fue, sin duda, la monarca más elocuente de su tiempo. Detrás de cada broche, de cada color, de cada costura, había una estrategia.
Vestidos de noche de los años 70 de Ian Thomas.
La reina lo sabía: en un mundo saturado de imágenes, la forma de vestir es un lenguaje. Como el vestido blanco con volantes en verde esmeralda que lució en Pakistán en 1961, una referencia obvia a los colores nacionales. O la elección consciente de colores brillantes para sus compromisos públicos porque, como ella decía, "tienen que verme para creerme".
La exposición mostrará sus prendas ceremoniales más emblemáticas, como su vestido de novia de 1947 y su traje de coronación, ambos de Norman Hartnell. El primero, inspirado en La Primavera de Botticelli, estaba compuesto por un corpiño y una falda acampanada de satén salpicada de perlas de cristal.
Boceto de un vestido para la gira por China, diseñado por el modisto Ian Thomas.
Aunque el escote y las mangas largas hacen que el corte parezca convencional, destaca por la diversidad de sus bordados, con rosas, flores de jazmín y espigas de trigo. Una suave mezcla de guirnaldas de flores en hilo de plata, delicados cristales y más de 10.000 perlas importadas de Estados Unidos.
La reina volvería a recurrir a Norman Hartnell para su coronación, para que le diseñara un vestido con el mismo espíritu. Al final, hubo nueve versiones diferentes del traje. Isabel II optó por un vestido de satén con emblemas florales que representan a cada uno de los países que entonces se encontraban bajo su reinado.
En su autobiografía Silver and Gold, Norman Hartnell hablaba de sus momentos creativos: "Mi mente bullía con ideas heráldicas y florales. Pensaba en lirios, rosas, margaritas y maíz dorado; pensaba en manteles de altar y ornamentos sagrados; pensaba en el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas y todo lo celestial que pudiera bordarse en un vestido destinado a ser histórico".
El modisto británico se convirtió en su colaborador más cercano en cuestiones de moda durante tres décadas. Juntos darían forma a la singular estética de la reina, que quedaría grabada en la memoria colectiva.
Entre las joyas de la colección destaca un vestido infantil de lamé plateado y tul que lució la joven Isabel a los 8 años para la boda de su tío, el duque de Kent. Esta reliquia de 1934 marca uno de los primeros hitos de una vida pasada bajo la mirada de los fotógrafos. Es obra de Edward Molyneux, el gran modisto de la época, y ya encarna la atención casi obsesiva que se prestaba al estilo real.
Una reina que diseñó su propia imagen
La exposición revela por primera vez los dibujos, bocetos, muestras de tejidos e incluso correspondencia manuscrita entre la madre del rey Carlos III y sus modistos. Estos documentos confirman lo que sospechábamos desde hace tiempo: su majestad no era sólo una clienta, sino una auténtica arquitecta de su imagen.
Aunque se espera que los vestidos de novia y de la coronación sean las joyas de la corona de la exposición, la King's Gallery promete muchas sorpresas, incluida una selección de piezas que nunca antes se han mostrado al público.
Casi la mitad de las 200 prendas expuestas saldrán por primera vez de los almacenes reales: suntuosos trajes de noche firmados por Hardy Amies, vaporosos estampados de los años 70 de Ian Thomas y conjuntos usados durante las visitas de Estado que dan testimonio de una moda en constante evolución.
También joyas y accesorios
Sombreros, zapatos de tacón, bolsos, joyas y accesorios completarán esta impresionante colección, considerada de las más importantes del siglo XX. La exposición también incluirá las prendas más utilitarias de la reina. Gabardinas, botas y chalecos acolchados que revelan la otra faceta de su vida cotidiana.
Moda o no, Isabel II siempre tenía el atuendo adecuado para cada ocasión: "Su estilo único se hizo instantáneamente reconocible en todo el mundo, apoyado en la industria de la moda británica e influyendo en generaciones de diseñadores y modistos", añade Caroline de Guitaut.
La exposición es una oportunidad para reafirmar hasta qué punto Isabel II fue, a lo largo de sus 70 años de reinado, una de las mayores embajadoras de la moda británica. Al apoyar a sus diseñadores favoritos, contribuyó dar a conocer la moda de su país, al tiempo que imponía un estilo inconfundible: el suyo propio.
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