El hombre de Neandertal, considerado hasta hace poco un individuo gruñón que caminaba torpemente por las estepas, era un experto en vivir en condiciones límite, según nuevos estudios científicos que presentan otra imagen de nuestro pariente extinto.
Los hombres de esta especie, cuyo nombre científico es Homo neanderthalensis, habitaron durante unos 300.000 años casi toda Europa y gran parte de Asia.
Tenían allí mucho espacio: como máximo había 90.000 individuos en los períodos cálidos y durante las fases de frío podrían haber vivido entre el Atlántico y el centro de Asia sólo unos 10.000 individuos, reseña un despacho de la agencia DPA.
Eran pocos los que superaban los 30 años de edad, tenían una altura de 1,60 metros y eran bastante más musculosos que los hombres actuales.
Los hombres de Neandertal tenían el tórax ancho y voluminoso, el cuerpo grueso por lo que perdía menos calor -vital al vivir al borde de los glaciares- y una enorme nariz que les servía como “precalentador” del aire helado.
Se asociaban en hordas de hasta 20 individuos, habitaban chozas sencillas y llevaban vestimenta confeccionada con pieles y cueros de animales. Eran grandes caminadores y recorrían regularmente enormes distancias.
También eran hábiles cazadores: se acercaban hasta unos pocos metros a los caballos salvajes, ciervos, rinocerontes y otros animales, ocultos en la vegetación abundante, y los mataban usando la técnica del arma más moderna de entonces: piedras afiladas que luego pegaban a empuñaduras de madera o lanzas, con un material producido a partir del abedul al que calentaban a una temperatura de 300 grados para endurecer.
La dieta de nuestros parientes lejanos se basaba en 9 por ciento en carne y se completaba con hojas, raíces, bayas y nueces, que probablemente recogían los individuos más viejos y las mujeres con niños.
El hombre de Neandertal no pintaba escenas de caza en las paredes de las cuevas, pero conocía los colores y las vestimentas y la pieles eran pintadas de amarillo, rojo o naranja. Y se han hallado conchas coloreadas con orificios que señalan que también usaban joyas sencillas.
La transmisión de desarrollados métodos de cacería y técnicas para la fabricación de herramientas es una prueba de que los neandertales podían hablar.
Los heridos recibían atención y cuidados y muchos sobrevivían años con fracturas óseas y heridas. Se presume que también usaban hierbas curativas.
Aparentemente, el hombre de Neandertal pensaba sobre la vida y la muerte, ya que enterraba a los fallecidos.
Fuente: Télam





