El 24 de febrero del año 1947, el entonces secretario General del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la República Argentina (SMATA), Adolfo García, hizo la solicitud de reconocer el día de los trabajadores mecánicos. La solicitud fue un documento del Sindicato de Mecánicos y Afines que sostenía que “el arribo del Justicialismo al poder político trajo aparejado un nuevo concepto de soberanía política, basada en la soberanía popular”.
Y señalaba que “los mecánicos argentinos instalaron esa fecha como un fuerte sentido gremial, ya que el 24 de febrero de 1947, el SMATA llevaba dos años de trabajo sindical intenso decidiendo esa fecha como el Día del Mecánico. De esta forma, el 24 de febrero se estableció por primera vez y de manera definitiva como día no laborable y pago en todo el país para los trabajadores del gremio automotor, en un acuerdo tripartito entre el Gobierno Nacional, el sindicato y las empresas automotrices.
Nada de abogados
Pablo Gargatagli empezó a sentir la pasión desde muy chico aunque sus padres le insistieron con que estudiara abogacía. Para complacerlos inició el cursado pero “siempre debajo de los apuntes estaba el libro de mecánica”. “Tengo un hermano médico y “mis padres me decían “cómo vas a ser mecánico, no puede ser. Tomalo como un hobbie”.
Así comenzó aunque su pasión siempre fue firme. “Cada vez que rendía bien una materia, mi padre me premiaba comprándome herramientas”, recuerda. A poco de recibirse de abogado- le faltaban solo cinco materias- no aguantó más y empezó “de lleno con los fierros”.
“Primero fue con un taller de motos, muchos años arreglé motores fuera de borda que es lo que más me gusta- la naútica- luego esa actividad decayó y empecé a arreglar Fiat. Luego me mudé de local y cada vez se fue haciendo más grande, compré la casa de al lado, luego la esquina y fuimos haciendo todo”, relata.
Y asegura que “lo mio es una pasión por los fierros, soy feliz en el taller, estoy todo el día acá y como vivo arriba del taller subo para almorzar o cenar y siempre vuelvo porque siempre tengo algo para hacer”.
¿Anécdotas? Miles, desde “peleas de una semana completa con un ruido, una pérdida, una falla donde empezás cambiando todo, a consultar, a mirar la computadora hasta consultamos con otros talleres de la misma marca para ver cómo solucionar los problemas”.
Flavio Raina
Foto: Flavio Raina
Amor que se hereda
Ángel Zini trabaja hoy en el taller de una reconocida marca de automóviles de la ciudad pero sus comienzos fueron en el taller de su padre, de quien heredó el amor por los fierros.
“Desarmar el corazón del auto es lo que siempre lo que en la jerga se llama la “mecánica pesada” que son motores, caja, diferencial, etc.”, es lo que más ama de la profesión que desempeña a diario junto a un equipo de profesionales que lo acompañan.
“Nunca hice otra cosa que no sea estar involucrado con los autos”, asegura orgulloso entre herramientas y autos alrededor.