Cumple 75 años de Ana de Inglaterra, la princesa con la disciplina de una reina
La princesa Ana cumple 75 años este 15 de agosto y sigue acudiendo a casi medio millar de compromisos institucionales al año. La familia real le dedicó esta semana una serie de divertidas fotos y videos en sus redes sociales.
Inseparables: la princesa es el gran apoyo de su hermano, el rey Carlos III.
La princesa Ana de Inglaterra es incansable, disciplinada e inquebrantable. Es el miembro de la familia real inglesa que acude a más actos públicos: casi 500 compromisos institucionales por año. Mientras las joyas de la corona centellean y los saludos desde el balcón cautivan, el verdadero motor de la monarquía británica opera lejos del resplandor de los focos.
La princesa Ana —hija de una reina, hermana de un rey— no es solo sangre azul: a sus 75 años, que cumple este 15 de agosto, encarna el deber con una determinación implacable, una ética de trabajo legendaria y una ausencia de pretensiones con la que se ha ganado un tremendo respeto ante los británicos.
Ana es el nexo que conecta la tradicional y longeva monarquía isabelina de su madre con el más moderno reinado de carolingio de su hermano.
El rey Carlos, a quien ella llama cariñosamente ‘Old Bean’, la adora tanto que ha ordenado que se acuñe una moneda conmemorativa con su retrato para celebrar esos 75 años marcados por su vocación de servicio y devoción a la corona.
Tan solo días antes de soplar velas, la princesa declaró con su habitual humor seco y su ausencia de presunción: “Yo no celebro los cumpleaños que acaban en cinco, solo los que acaban en cero”.
Ana de Inglaterra es partidaria de no llamar la atención y de limitarse a cumplir con su deber, por eso es propensa a asistir a eventos quizá no tan glamurosos, pero con mucha “sustancia”, dejando los otros para los restantes miembros de la familia.
La princesa real, 21 meses menor que su hermano el rey, siempre ha sido un prodigio de sentido común. Ella fue quien pidió que sus hijos, Zara y Peter, de su primer matrimonio con el capitán Mark Phillips, no obtuvieran títulos nobiliarios para que crecieran lo más cerca de la normalidad posible.
Su hija Zara está casada con un exjugador de rugby, Mike Tindall, y tiene tres hijos; y su hijo Peter, que está a punto de casarse por segunda vez, tiene dos hijas de su primer matrimonio.
"Es el estándar de oro del compromiso real"
Una aristócrata inglesa que conoce bien a la princesa Ana asegura que su fuerza –además de residir en sus genes– le nace de haber crecido entrenando para ser jinete, una disciplina que la llevó a convertirse en la primera miembro de la familia real británica en competir en los Juegos Olímpicos.
Ana representó a su país en un evento ecuestre de tres días en Montreal 1976. La fuente añade: “Se necesita un gran coraje y fortaleza para ser jinete olímpico. Ella llegó allí por su esfuerzo”.
Puntualiza asimismo que puede ser muy dura como cuando acude a los eventos ecuestres en los que compite su hija Zara: “Tiene una templanza de hierro, pero siempre da su opinión sin preocuparse por delicadezas. Y cuando los paparazzi persiguieron a su hija Zara, Ana estalló: ‘¡Despreciables! ¡No son más que plagas asquerosas!’, gritó. Por primera vez su carácter de hielo se quebró en público”.
Excepto en ocasiones muy puntuales, como la anteriormente descrita, su templanza es legendaria. En 1974, cuando la princesa tan solo tenía 23 años, un hombre armado la intentó secuestrar cuando volvía en coche a Buckingham Palace. El supuesto secuestrador intentó sacarla del coche, pero la princesa le contestó con firmeza : “Not bloody likely (eso no va a ocurrir)".
Una joven Ana junto a su madre, Isabel II.
"Es el estándar de oro del compromiso real", afirmaba un exasesor de palacio a la BBC en 2023. "Llega puntual, domina cada dossier y desprecia el boato".
Eso se puede comprobar cada año cuando asiste a un té para los miembros de la organización caritativa Save the Children, de la que es presidenta desde 1970. Un patronazgo que nació después de recorrer campos de refugiados en Biafra, Etiopía y más tarde Bosnia. "Vio el hambre, tocó el dolor. Su credibilidad nació en el barro", dice un ex director de la organización.
Séptima princesa real
Isabel II, su madre, le otorgó el título de Princesa Real en 1987, algo que solo ha ocurrido siete veces desde el siglo XVII, y ella siempre ha hecho honor a él.
En junio de 2024, un caballo la derribó en su finca de Gatcombe Park. Una conmoción cerebral acompañada de una amnesia temporal hizo que estuviera hospitalizada cinco noches.
Tres semanas después, reapareció en un evento ecuestre. "Insistió en volver: su lugar estaba con quienes la necesitan", revela una fuente cercana a ella. Es el mismo espíritu que la llevó a acabar la competición de Montreal 1976 con la cabeza sangrando. Caer y levantarse parece seguir siendo la constante de su vida.
Una foto que recorrio el mundo: Ana se arrodilla frente al ataud de su madre, Isabel II.
Con su rango de almirante y como comandante en jefe de mujeres en Marina Real, visita trincheras, buques y bases. "Conoce cada regimiento, cada herida", asegura un coronel retirado.
En el funeral de su padre -Felipe de Edimburgo- en 2021, caminó sola tras su féretro y la princesa dejó escrito sobre su fallecido progenitor: “Fue mi maestro, mi sostén y mi crítico. Hago su duelo sirviendo”.
Estilo silencioso
Ana, que de joven tuvo una relación amorosa con Andrew Parker Bowles, ex marido de la reina Camila, siempre ha hecho gala de un estilo muy admirado.
En su madurez, y tras su segundo matrimonio con Timothy Laurence, se ha vuelto más austero: se caracteriza por su perenne cardado y los trajes y sombreros que repite una y otra vez, costumbre que adoptó antes de que el "reciclaje” de vestuario fuera aceptado como sostenible y necesario.
Sus looks no son motivo de portada, tampoco alimenta escándalos, aunque fue la primera de los hijos de la reina en divorciarse.
Con información de Vanity Fair
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