Integrantes de dos de los cuatro grupos de Alcohólicos Anónimos (AA) que funcionan en nuestra ciudad se comunicaron con nuestra redacción para informar sobre unos cambios ocurridos recientemente en uno de ellos y aprovecharon la oportunidad para recordar la ayuda que brindan a personas que quieren dejar el alcohol.
César -quien vino acompañado por Marta, del grupo Amistad- explicó que “el Grupo Santa Fe pasó a llamarse Grupo Serenidad y tiene e-mail y teléfono nuevos. Sin embargo, nos seguimos reuniendo los martes, jueves y sábados, de 19.30 a 21, en el ex hospital Italiano, bulevar Zavalla 3351”.
También recordó que en nuestra ciudad funcionan cuatro grupos de AA (Serenidad, Amistad, Amor y Esperanza y Volver a Vivir) y dos en Santo Tomé (Luján y Por Amor a la Vida), además de Al-Anon, que es el grupo especial para ayudar a los familiares de personas alcohólicas.
En tanto, anunció que “el Grupo Amistad va a ser el padrino del Grupo Serenidad. Es una buena base tener este apoyo, además de que nosotros salimos de Amistad para formar un grupo nuevo. Esto será algo nuevo en Santa Fe pero que sí existe en el país”.
Por otra parte, Marta advirtió que “el alcoholismo ataca a jóvenes y viejos, no hay edad ni nivel social. Son diferentes las personas que se acercan a los grupos; últimamente estamos teniendo en el grupo Amistad -por ejemplo- gente joven, mujeres, sobre todo. Llegan pero está la negación de la enfermedad en algunas personas o consideran que no son alcohólicas porque no están tomando alcohol todos los días ni a toda hora. Algunos asisten a dos o tres reuniones y después desaparecen. Pero Alcohólicos Anónimos nos pide que, si queremos cambiar, no tenemos que tomar ni una gota de alcohol. Pero a veces está la desesperación y la gente cae”.
Al respecto, planteó que “en enero asistió menos gente a las reuniones porque se tomaron su tiempo para probar cómo eran las fiestas de fin de año sin alcohol y algunos aguantaron y otros no. Muchos desaparecieron creo que por vergüenza de volver a las reuniones y contar que recayeron. Creen que les fallaron al grupo pero esto no es así porque, en realidad, se fallaron a sí mismos. Desde que nacemos tenemos nuestros defectos pero el que quiere cambiar puede, tiene esta oportunidad en los grupos escuchando experiencias de otras personas para ver si se siente identificada con estos testimonios”.
Tocar fondo
Por otra parte, coincidieron en que “tenés que tocar fondo para darte cuenta de tu enfermedad y cuando entrás al grupo recién advertís que el alcohólico es uno y no tu esposa o tus hijos. Ahí aprendés a vivir con ellos y con la sociedad. Para nosotros es una vida nueva, a la que no estábamos acostumbrados porque lo nuestro era vivir con el alcohol”.
Y agregaron: “Nosotros hemos enfermado psicológicamente a nuestras familias con nuestras actitudes, carácter, manera de ser, nuestras agresiones, nuestra violencia. No me tengo que olvidar de todo el daño que causé cuando era alcohólico y que, a veces, sufrimos después las consecuencias. Hay alcohólicos pasivos, que toman y no molestan, pero están los otros que lo hacen para juntar coraje, para animarse a hacer ciertas cosas. Si uno se compromete a cambiar tiene lugares adonde poder tener una ayuda”.
Por eso, concluyeron que “le proponemos a la gente que, sin vergüenza ni miedo, venga a las reuniones, incluso con algún familiar. Sabemos lo que es la negación y la vergüenza de la enfermedad. Pero ingresamos en un proceso en el cual nos amoldamos a vivir una vida sin alcohol, que cuesta. Son muchos años de encierro, aislamiento y frustraciones por el alcohol y hay que comprenderlo en la soledad. Pero se puede”.




