El Grupo Corven atraviesa una etapa clave en su estrategia de sostenibilidad, impulsada por la inauguración de una planta fotovoltaica y por una mirada más profunda sobre el uso de la energía. El proyecto integró áreas internas, actores locales y estándares internacionales, consolidando un modelo de gestión basado en datos, eficiencia y compromiso comunitario. Patricia Iraola, directora de la firma, destacó los principales puntos de esta iniciativa.
Energía propia para una operación más estable y eficiente
—La decisión de generar parte de su propia energía no es menor. ¿Qué hizo que este fuera el momento para asumir ese cambio dentro del Grupo?
—Porque llegamos a un nivel de conocimiento de nuestros consumos que nos permitió decidir con precisión. Veníamos analizando la demanda energética de Venado Tuerto y constatamos que era posible abastecer casi la mitad de nuestras necesidades con un sistema fotovoltaico propio. Con ese diagnóstico avanzamos en una planta de 0,8 MW y 1.182 paneles, que ya está en funcionamiento. Este era el momento porque nos permite operar con mayor estabilidad, reducir la dependencia de la red y gestionar un recurso clave con más previsibilidad.
—En este tiempo, ¿qué dirías que cambió en la forma en que la organización mira su consumo, su impacto y su vínculo con el entorno?
—Hoy entendemos mucho mejor cómo usamos la energía y qué decisiones podemos tomar a partir de eso. El hecho de generar parte de nuestra electricidad nos permitió identificar patrones, detectar procesos más intensivos y trabajar con mayor precisión en la eficiencia. Esa mirada también ordenó cómo interactuamos con el entorno, porque el proyecto nos integra al sistema eléctrico local y refuerza el compromiso de producir de manera más responsable.
Una estrategia única que integra ambiente, comunidad e innovación
—Este proyecto los obligó a trabajar con otras áreas y con actores de la comunidad. ¿Qué aprendieron ahí sobre cómo se construye sustentabilidad en la práctica, en lo cotidiano?
—Que la sustentabilidad se construye combinando conocimiento técnico con coordinación. Integrar la planta requirió adecuaciones junto a la Cooperativa Eléctrica de Venado Tuerto y un trabajo muy articulado entre ingeniería, mantenimiento, seguridad y finanzas dentro del Grupo. Esa experiencia confirmó que, sin colaboración y sin criterios claros de seguridad y eficiencia, un proyecto de esta escala no puede sostenerse.
—El primer Reporte de Sostenibilidad abre una ventana a la vida interna del Grupo. ¿Qué quisieron poner en valor al decidir mostrar esa información?
—Queríamos reunir en un solo documento el trabajo que venimos haciendo y los avances medibles en términos concretos. El Reporte —elaborado bajo estándares GRI— organiza indicadores ambientales, iniciativas de desarrollo local y prácticas de gestión que se consolidaron en los últimos años. La decisión de publicarlo tiene que ver con ordenar la información, compartirla de manera clara y mostrar que la sostenibilidad ya forma parte de la gestión del Grupo.
—Con negocios tan distintos, ¿cómo ordenan las prioridades para que lo ambiental, lo social y lo comunitario convivan dentro de una misma estrategia?
—Partimos de los impactos concretos. Venado Tuerto es nuestro complejo industrial más grande y, por su nivel de consumo, era lógico que el primer proyecto energético se implementara allí. Cada unidad de negocio tiene una realidad distinta, pero los criterios de eficiencia, de uso responsable de recursos y del vínculo con la comunidad son comunes. La estrategia es única; lo que cambia es la forma de aplicarla según la escala y la actividad de cada operación.
— Tener marcas internacionales dentro del Grupo también impone un nivel de exigencia. ¿De qué manera esas alianzas influyen en cómo se piensa la sostenibilidad hacia adelante?
—Influyen en el enfoque y en la calidad de los procesos. Las marcas internacionales con las que trabajamos nos acercan tecnologías, procedimientos y estándares que elevan la vara para todo el Grupo. Esos aprendizajes terminan trasladándose a cómo gestionamos la energía, la eficiencia y la innovación en cada unidad de negocio.
—Si tuvieras que elegir un desafío que va a marcar los próximos años, ¿cuál sería la pieza clave para consolidar esta agenda dentro del Grupo?
—Sostener una dinámica de mejora sistemática basada en la medición. La experiencia con la planta fotovoltaica mostró que, cuando un proyecto demuestra impacto inmediato —en consumo, estabilidad y eficiencia— la organización avanza con convicción. El desafío es ampliar esa lógica a más procesos: medir, ajustar y volver a medir. Si logramos mantener esa disciplina, la sostenibilidad se va a consolidar como un criterio estable de gestión.