Descendientes de japoneses que viven en Argentina, movilizados por el terremoto que arrasó con varias localidades al noreste de Tokio, coincidieron en que son los valores de respeto y responsabilidad los que mantienen la organización de la vida cotidiana en Japón.
La reflexión la hicieron ocho "nikkei", hijos y nietos de japoneses, todos ellos jóvenes que se reúnen en el Club de Negocios Argentino Japonés, en el barrio porteño de Palermo, para compartir las experiencias de sus emprendimientos personales.
Desde el 11 de marzo, cuando se desencadenó el sismo, buscan que sus amigos y familiares que viven en Japón, sientan el acompañamiento de los "nikkei" de Argentina, donde el 80% proviene de Okinawa, una isla en el sur de Japón, que hoy tiene problemas con la provisión de alimentos y sufre permanentes cortes de energía.
"Para organizar a 140 millones de personas en una isla que entra siete veces en el territorio argentino, la preparación del pueblo para este tipo de catástrofes es muy grande", contó a Télam Ana Serei, directora junto a Eduardo Eiguchi de Alternativa Nikkei, una revista que busca preservar la cultura japonesa en el país.
Serei dijo que "la gente está mucho más tranquila que nosotros, sus descendientes, que estamos más lejos, pero claro tenemos otra información, otra cultura, nosotros tenemos una dualidad, somos argentinos".
Erika Maeto contó que su hermana que, como ella, es "nikkei", y vive en Nagoya, en la costa del Pacífico, "está más preocupada que su marido, que es japonés. La diferencia es notoria. Ella quiere ir al supermercado a asegurarse los alimentos; él se muestra más confiado ya que sabe que su familia tendrá su cuota, tal como se le informó".
Para Masami Shiira, "hay también una espiritualidad diferente. La muerte es un hecho natural y las catástrofes son manifestaciones de la naturaleza".
"Los canales en Japón jamás van a mostrar a una persona desgarrada llorando por la pérdida de un ser querido. Aquí la muerte es más visceral", consideró Shiira.
Para Midori Grahan, que conduce "Japón Hoy" por FM Palermo, "hay una gran preparación que los japoneses reciben desde chicos, cuando se les enseña a seguir una suerte de manual de procedimientos para todo lo que tienen que enfrentar, incluídos los terremotos y los tifones.
"Estamos ante una cultura que se basa en pautas sociales de respeto y de orden", añadió Grahan, nieta de japonesa por vía materna, que aclaró que "es muy común la responsabilidad entre los japoneses ya que el que toma un compromiso lo cumple".
Germán Tamashiro, el mayor del grupo, insistió en que "el respeto hacia la familia, los mayores y los niños son los valores que priman en esa cultura, así como lo grupal por sobre lo individual".
"Cuando un clavo sobresale se lo martilla", dijo Hernán Kina, otro integrante del club de negocios, que usó la frase para demostrar que la cuestión grupal prevalece por sobre lo individual.
Shiira dijo "el haber vivido la Segunda Guerra Mundial o el último gran sismo que devastó la ciudad de Kobe, al sur de Tokio en 1993, que fue destruída y reconstruída totalmente, son parte de la historia de Japón que tiene que ver con el comportamiento actual de la sociedad".
Sin embargo, Leonardo Arakaki, que coincide en que "es muy raro que un japonés salga a saquear para salvarse en forma individual", relativizó la educación y la preparación a la hora de las situaciones límite.
"Si la crisis llega a un punto máximo, opinó, todos somos humanos y queremos subsistir", señaló el joven ingeniero, que se esperanzó en que "esto no ocurra".
Los jóvenes "nikkei" convocan a concentrarse este viernes a las 19 en el Obelisco para expresar su congoja y enviar imágenes a Japón con la finalidad de "hacer un virtual pero contundente apoyo a sus habitantes.




