La violencia urbana acaba de escribir otro capítulo en la ciudad de Córdoba. David Suárez, un agente retirado de la Policía de Córdoba, murió este miércoles en la Clínica Caraffa donde estaba internado desde la madrugada del sábado, tras ser golpeado en un boliche.
Acusado de homicidio preterintencional, permanece detenido otro policía retirado, Alejandro Chiavero, según apuntaron las fuentes.
Si bien existe un marcado hermetismo oficial sobre este episodio que investiga el fiscal Rubén Caro, a través de los informantes se pudo establecer que todo ocurrió en la madrugada del sábado último en el interior del boliche La Bodeguita del Kike el Cubano, ubicada en La Rioja al 400, Centro de la ciudad de Córdoba.
Fue en medio del baile cuando dos parejas se rozaron. Dio la casualidad de que los varones de ambos matrimonios eran policías retirados, ya que no habían llegado juntos ni eran amigos. "No sabemos si estaban alcoholizados o qué, pero uno se enojó porque decía que el otro le había pegado un codazo a propósito. Y ahí nomás se pusieron a pelear", apuntó un investigador.
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Hasta que una trompada arrojó a Suárez al suelo. La caída lo encontró ya sin respuestas, por lo que sufrió un grave traumatismo de cráneo. Un servicio de emergencias lo asistió y lo trasladó a la clínica Caraffa donde quedó internado en estado reservado. Fue entonces que se detectó que en la cintura llevaba un revólver calibre 38 que jamás extrajo en medio de la disputa.
La fiscalía ya había avanzado en la detención de Chiavero, apuntado por algunos testigos como la persona que habría golpeado a Suárez. Ahora, al conocerse el deceso, se agravó la imputación a homicidio preterintencional.
Esta calificación penal supone una figura intermedia entre el homicidio simple (de ocho a 25 años de prisión) y el culposo (de seis meses a cinco años de prisión). El homicidio preterintencional supone que el atacante quiso causar un daño, pero no la muerte y propone una escala punitiva de entre tres y seis años de cárcel.