El rafaelino que vive entre auroras boreales en Noruega
Migró por la crisis del 2000 y hoy vive en Tromsø, donde trabaja con turistas que buscan las auroras boreales. Relató cómo es adaptarse a uno de los climas más extremos del planeta.
Una postal típica del verano sin noche en el Círculo Polar.
Hace más de dos décadas, Bernardo Culzoni dejó Rafaela empujado por la crisis del 2000. Hoy, su hogar está en Tromsø, Noruega, en el Círculo Polar Ártico. Desde allí, trabaja en el sector turístico, recibiendo visitantes de todo el mundo que llegan en busca de uno de los espectáculos naturales más impactantes: las auroras boreales.
En Noruega, “la temperatura en verano es como el invierno de Argentina. Pero cuando tenemos entre 18 y 20 grados, se sienten como 30°C por cómo incide el sol. En invierno, lo común es que haga entre -15 y -20 grados, aunque puede llegar a -28, y más lejos del mar, hasta -40”, explicó Bernardo. En ese sentido, agregó una frase típica de los noruegos, que aseguran que allí “no hay frío, sino ropa equivocada”.
De bares a los paisajes árticos
Culzoni llegó a Noruega con experiencia como administrador en gastronomía, bares y discotecas. Durante diez años estuvo al frente del bar y discoteca del ejército noruego en un pequeño pueblo de apenas 1.200 habitantes, pero con base militar para 2.500 soldados. “Esa fue mi primera aventura en Noruega”, recordó.
El argentino trabaja hoy en el sector turístico en Noruega.
La pandemia obligó a un cambio. “El rubro de la hostelería se frenó por completo. Por edad y por necesidad, cambié de trabajo. Y empecé con turismo, que explotó en Tromsø con el auge de las auroras boreales”, señaló. Hoy se ocupa de la atención y el mantenimiento de alojamientos turísticos, además de coordinar visitas y excursiones.
Una vida entre la oscuridad polar y el turismo global
Vivir en Tromsø significa convivir con extremos: en invierno, el sol desaparece durante semanas y en verano no se pone durante meses. “Desde mayo hasta mediados de agosto no hay noche. Pero en el peor día del año, el 21 de diciembre, solo hay dos horas de luz. Y no se ve el sol como tal, apenas claridad”.
Auroras boreales, turismo y frío polar: la vida de un rafaelino en Tromsø
A pesar de eso, o quizás por eso mismo, Tromsø se convirtió en un imán para el turismo internacional. Según Bernardo, también creció la comunidad latina: “Gracias a las visas Working Holiday, ahora se escucha mucho español. En cualquier restaurante o bar hay argentinos y latinos en general. Después del noruego e inglés, el español es el idioma que más se escucha”.
“Veo más esperanza en Argentina”
Aunque la distancia con nuestro país es amplia y el vínculo con la información política se fue debilitando, Culzoni sigue en contacto con la realidad argentina desde los testimonios de sus conocidos. “No estoy muy metido en la política argentina de los últimos años, pero hablo con la gente y veo más esperanza. Al menos, paró un poco esa inflación que preocupaba tanto”, analizó.
El argentino que se reinventó en Noruega.
A más de 13.000 kilómetros de Rafaela, Bernardo se reinventó en el lugar más elegido por los turistas que buscan las auroras boreales. Sin olvidar sus raíces, hoy visita el país y la ciudad para conectar con sus vínculos atravesados por la distancia.
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