Responsabilizarse de lo que consumimos y qué hacemos con el desecho que se produce una vez satisfecha nuestra necesidad -por ejemplo, el destino que le damos al envase plástico que contiene lo que comemos- es el primer paso para lograr convivir en un ambiente lo más saludable posible.
Claro que si pensamos en generar un entorno sustentable, donde los sistemas biológicos se mantengan productivos con el transcurso del tiempo y se logre el equilibrio entre personas y naturaleza, es una meta un poco utópica. Por eso, primero debemos aprender a caminar y después a correr.
Distinguir entre los diferentes tipos de desechos es un buen punto de partida. Por un lado, los residuos orgánicos son aquellos biodegradables, es decir que se descomponen naturalmente (por ejemplo las frutas, verduras, yerba mate, etc); del otro lado y, a los que mayor atención hay que prestarles, están los residuos inorgánicos que cuentan con un proceso productivo, y por ende sus características químicas sufren una descomposición natural muy lenta. Podemos mencionar al plástico, metal, vidrio, papel, entre otros, que en el ambiente tardan décadas en degradarse.
Desde hace una década existe en la ciudad de Santa Fe el programa de separación de residuos, que en su génesis tenía como objetivo lograr que al relleno sanitario, es decir a la disposición final de la basura, lleguen en bolsas diferenciadas para su posterior clasificación.
Empero, con el paso del tiempo esta campaña, que inició con fuerzas durante la gestión de la intendencia de Mario Barletta, perdió compromiso por parte de los vecinos y esta práctica, trascendental para ayudar al medio ambiente, fue cada vez menor.
Una cifra que comprueba la falta de compromiso radica en que menos del 10 % de los santafesinos cumple con la separación de los lunes y jueves (residuos "secos" con posibilidad de reciclarse). Al analizar este bajo porcentaje de separación -que informó el actual secretario de Ambiente, Edgardo Seguro, en julio del año pasado y reiteró ahora- puede deducirse que se produjo por la falta de costumbre ambiental de la sociedad santafesina.
La campaña para concientizar a la población, en cuestiones del manejo de los desechos producidos, se retomó con políticas ambientales como la implementación de programas municipales como el "Ecobarrios", que propone un sistema de recolección diferencial en los distintos barrios de la ciudad y la instalación de puntos limpios con dos campanas para residuos secos (uno para metal, plástico y vidrio; y el otro para papel y cartón).
Erradicar el concepto "basura" y pensar en "materiales a reciclar y reutilizar" será la meta de ahora en adelante. La acción de revolear la bolsa hacia el montículo de residuos que se genera en las esquinas de los barrios a la espera del camión recolector, o depositar la bolsa en las campanas municipales, deberá contar con un paso previo que es el de la clasificación de nuestros desechos, que por si no lo mencioné, son nuestra responsabilidad.
Si esto se logra y cada uno aporta lo suyo, todos nos beneficiaremos y Santa Fe será un lugar más limpio y con posibilidades de un crecimiento sustentable. Si queremos redoblar la apuesta y darle aun más respiro a nuestro ambiente, ir hacia un cambio en los hábitos de consumo será otro tema a replantearse en un futuro, y si es cercano, mejor.