Eventualmente, todo se conecta
El libre juego de los poderes del Estado y las circunstancias políticas no deberían ser un obstáculo, sino una ocasión para el diálogo. Inesperadamente, eso ocurrió la pasada semana en Santa Fe.
Eventualmente, todo se conecta
Charles Eames
Fue la primicia menos promocionada de la semana. La versión que manejaban periodistas políticos y cronistas parlamentarios era que se había "destrabado" la discusión en la Cámara de Diputados, y en la sesión del jueves iba finalmente a convertirse en ley el proyecto de Conectividad impulsado por el Poder Ejecutivo, que ya contaba con media sanción en el Senado desde octubre del año pasado, pero que un año después no lograba el apoyo necesario en la cámara baja.
La iniciativa es una de las principales apuestas de la gestión de Omar Perotti y la que más insistencia mereció de parte del gobernador, tanto en la ocasión formal de sus palabras ante la Asamblea Legislativa, como cada vez que tuvo la oportunidad de hacerlo ante micrófonos periodísticos.
Por eso ahora la información de que finalmente se había llegado a un acuerdo que permitiría aprobar la ley fue deslizada con extrema cautela, considerando el dilatado y complejo proceso por el cual se llegó a este punto, la sucesión de negociaciones frustradas que lo jalonaron, y la particularidad del escenario electoral.
Básicamente, la ley apunta a llevar la posibilidad de conexión a internet a todo el territorio provincial, mediante el tendido de más de 4 mil kilómetros de fibra óptica y otras obras de infraestructura. A tal efecto, se requirió autorización legislativa para tomar un crédito de 100 millones de dólares del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF); cuestión en la que se centró la discusión que hasta el momento había impedido la aprobación de la norma.
Llegado este punto, la necesidad del Poder Ejecutivo era lograr una sanción del proyecto lo antes posible (en el interín, ganó tiempo y sumó presión dando curso al wifi en barrios de Rosario y Santa Fe), y sin modificaciones que lo devolviesen al Senado, donde la divisoria de aguas trazada por el conflicto de las causas vinculadas al narcotráfico ya no permite una visión tan nítida de lo que pueda suceder ahí.
Sobre la base de ello, recurrió a la mejor de las estrategias posibles: el diálogo. Así, desde la oposición se valoró el canal abierto por el ministro de Gestión Pública, Marcos Corach, tanto como la disposición a receptar sugerencias e incorporaciones. Todas ellas surgidas del arduo trabajo en audiencias públicas, con participación de sectores empresariales y académicos, y que involucran cuestiones como la provisión y facilitación del servicio de internet e infraestructura en las instalaciones educativas y públicas, y el compromiso del gobierno de no perjudicar intereses privados, como por ejemplo de los cableoperadores. El compromiso de hacerlto a través de un anexo permitió conjugar exitosamente las pretensiones de unos y otros. Y aunque el proyecto siguió mereciendo objeciones y votos negativos en el recinto, obtuvo el respaldo suficiente para convertirse en ley.
"La aprobación de la Ley de Conectividad es un gran paso para la telemedicina y el teletrabajo, favorece el arraigo y es un salto de competitividad", no tardó en celebrar por redes sociales el gobernador.
Y el dato no resulta menor, no sólo por haberse producido en plena campaña electoral, sino en la misma semana en que dos funcionarios del gobierno (el ministro de Desarrollo Social, Danilo Capitani, y el propio Corach), atravesaron sendos, extensos y por momentos sumamente crispados interrogatorios, sobre la base de cuestionamientos opositores al manejo de recursos públicos.
Pero más allá de la evaluación que al respecto pueda hacer cada uno, lo cierto es que se trata de la dinámica más esencial y sana del juego de poderes. Tanto como recurrir al diálogo para lograr la sanción de leyes que beneficien a la población, y que lo hagan tomando en cuenta las perspectivas de los distintos sectores políticos que la representan en la Legislatura.
En tal sentido, la frase que encabeza estas líneas, en boca de un destacado arquitecto y director cinematográfico del siglo pasado, aplica a "personas, ideas, objetos". Pero requiere en primer lugar voluntad.