Rogelio Alaniz
La señora se da sus gustos. En el país de Disneylandia, ella hizo de Alicia contando maravillas que a los que más maravillaron fue a los argentinos por insólitas, aunque no por verdaderas. Es que quien ama el poder suele disfrutar de esos privilegios. Como a Menem, a la señora le gusta presentarse como exitosa. Y sin duda que lo es, aunque por razones distintas a la que ella invoca.
Esta vez el escenario fue en Estados Unidos, en dos reconocidas universidades de ese país. El género que interpretó en la ocasión no tuvo nada que ver con una conferencia de prensa, entre otras cosas porque una de las condiciones exigidas para preguntar, era no ser periodista. Lo que se dice, toda una definición política acerca de su relación con los profesionales de la prensa.
La señora no es la primera mandataria que se da esos lujos. Otros y otras lo han hecho, es decir, aceptar la invitación de las universidades para “dialogar” con los estudiantes. Lo de “dialogar” va entre comillas, porque el diálogo como tal nunca se realiza porque ese género no es posible entre protagonistas que están ubicados en planos diferentes.
En todos los casos sucede lo previsible: hay preguntas incómodas y los jefes de Estado las responden como pueden. ¿Preguntas incómodas? Sí, por supuesto. Para eso se autoriza a hacer preguntas que por definición deben ser incómodas, porque para las preguntas complacientes con el poder ya está “6,7 y 8”.
Concretamente, no hace falta ser un perspicaz asesor de la señora, para decirle que debe prepararse para responder acerca de temas tales como inflación, reforma constitucional, cepo cambiario, cifras del INDEC, fortuna personal, relaciones con la prensa, corrupción de sus funcionarios. Por lo tanto, cuesta mucho creer que haya sido sorprendida por los estudiantes, ya que si lo fue, el mejor consejo que se le podría dar es que cambie sus asesores.
Se sabe que toda conferencia brindada por un mandatario es una gran puesta en escena. No hay nada malo en eso. Quienes preguntan pueden hacerlo a título personal, pero en la medida que el acontecimiento está siendo televisado para todo el mundo, esas preguntas personales se relativizan porque pasan a ser preguntas de todos. Por el otro lado, también se supone que quien responde es un presidente de la Nación, esto quiere decir que representa a millones de personas, por lo que sus respuestas deben estar a la altura de esa investidura.
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