Carla Korol
Carla Korol
En el hueco de tu cuello pasaban muchas cosas. Hablo de ese espacio tuyo donde se plegaba tu piel cuando reías inclinando la cabeza. Era el lugar de cobijo en los días tristes. El lugar de los besos furtivos en las noches de pasión y el espacio que me albergaba cuando dormía. A veces ese hueco se sentía como extraño. Era en esos días donde te ponías distante y no había risas para darme. A veces también lo sentía tenso, sobre todo cuando llegabas cansado del trabajo lleno de preocupaciones y me hablabas de tus lamentos, mientras yo atenta te acariciaba el pelo. ¿Cuántos momentos y recuerdos ocultos ocupan ese espacio? Ese espacio chiquito que separa tu cuello de tu hombro. Un espacio reducido que se abría inmensamente con tu abrazo. Donde las lágrimas dolían menos, donde el perfume me embargaba, donde respiraba más claro a pesar de tener toda mi cabeza hundida allí. A veces extraño esa simplicidad que nos unía, cuando creía que había plantado bandera en ese huequito. Hoy ese lugar es un recuerdo, una parte del cuerpo en una foto, un espacio reducido en mi memoria, un perfume desvanecido por el tiempo pero que a veces un aroma me recuerda. A veces te voy buscando por la calle, confundiendo muchas nucas con la tuya, preguntándome si ese hueco tan gigante, estará ahora dando cobijo a otra persona. ¿Acaso ella sabrá de ese lugar? ¿Esa magia que alberga ese espacio de tu cuerpo? ¿Sabrá apreciar esas arrugas al reírte? ¿Podrá embriagarse de tu olor al acercarse? No puedo detenerme a lamentarme, ya ha pasado mucho tiempo y muchas vidas, sin embargo acá me ves aún escribiendo, añorando las hazañas de esos días. Si pudiera escribir nuestras memorias, de lo único que me lamentaría, es de haber sido tan ingenua al pensar que ese espacio era de mi soberanía. Y ahora a la distancia sólo pienso que ojalá el tiempo te traiga cosas lindas, si te cruzo por la calle me iré pensando en todos esos sueños incumplidos y aunque altiva, siempre recordaré esos momentos en los que en ese huequito me querías.