Juan José Sagardía | El Litoral
Con la administración de Cambiemos nuestro país cierra el año 2019 con un 38% de pobreza. En el 2015 y con unas estadísticas que no eran confiables, supuestamente era menor.
Juan José Sagardía | El Litoral
Con la administración de Cambiemos nuestro país cierra el año 2019 con un 38% de pobreza. En el 2015 y con unas estadísticas que no eran confiables, supuestamente era menor.
A mediados de noviembre 2019 el futuro administrador de la Nación, Dr. Alberto Fernández, convocó a una epopeya contra el hambre -o sea contra la pobreza- para trabajar a partir del 11.12.2019. En esa convocatoria figuran personas destacadas por su nivel económico, totalmente alejados de la realidad para la cual van a tener que trabajar para resolver a través de diversas acciones.
Está bien que el nuevo presidente se preocupe de este infortunio Argentino, pero el Sr. presidente y los miembros del Consejo Federal, deberán saber que el hambre y la pobreza solamente se combaten con trabajo y no con subsidios.
Opino que esta tarea se puede lograr a través de la fuerza de comerciantes, pequeñas y medianas empresas (Pymes), empresarios industriales, la actividad agrícola ganadera, con políticas en combustibles, el mercado financiero y comestibles, pero para ello hace falta, como condición sine qua non, que el Estado reduzca drásticamente sus erogaciones, que sean austeros, que reduzcan sustancialmente los impuestos en todos los rubros que afectan a los industrias, empresas y rubros antes detallados.
Además, implementar conductas relacionadas con AFIP para que se corte la economía en negro.
Propongo que cada provincia se haga cargo de los ciudadanos considerados pobres y con hambre, que se efectúe un censo para ver la realidad en la cual viven y que cada Estado provincial regule las medidas que se tomarán al respecto.
Esto que puede aparecer como algo que las provincias no podrán hacer, pero una vez implementado este sistema se darán cuenta que quien gasta en demasía en pobreza y hambre es Capital Federal y el Gran Buenos Aires y por ende las provincias del interior del país contribuyen para sostenerlos... y salen caros.
Todo el país aporta para el bienestar de los pobres ubicados en los dos aglomerados nombrados con el agravante de que es esa región la que inclina la balanza en la elección de presidente de la Nación.
Oportunamente, en el año 2008, hice un comentario público denominado “La Pobreza, qué Negocio” y nada a cambiado, ahora tenemos organizaciones llamadas los “Movimientos Sociales” que bien representan a subsidiados, pobres y personas con hambre.
Que la Provincia de Buenos Aires que integra a los Distritos del Gran Buenos Aires y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como naturalmente usufructa las riquezas que pasan a través del histórico Puerto de Buenos Aires, debe hacerse cargo de la pobreza y del hambre... y del concepto “Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires”.
Para lograr un equilibrio en todo el país, los señores gobernadores deberán discutir y determinar la distribución de los Impuestos Nacionales que se recaudan en las Provincias, generando a través del Poder Legislativo -donde las Provincias tienen mayor cantidad de Legisladores que la suma de Provincia y Ciudad de Buenos Aires- una Ley Nacional que resuelva la distribución equitativa de recursos. La fórmula debería ser que el Estado Nacional reciba un diez por ciento de lo recaudado por cada provincia, quedando el noventa por ciento en poder de las provincias que deben atender a cada municipio. Se podría implementar un sistema a través de la tecnología bancaria por el cual cada depósito que se realice se separen los porcentajes que corresponden, para que los aportes de los usuarios llegue en tiempo y forma y sin distinción de colores políticos.
Esta Ley también deberá tener los porcentajes que las provincias deben distribuir en cada municipio para evitar que cada gobernador actúe con discrecionalidad, lo que es habitual.
De esa manera el interior del país, podrá hacerse cargo de lo que le corresponde.
En algún momento lograremos que en los Poderes de la democracia, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, se hable de la austeridad y que tomen conciencia que lo que tenemos en el país no es disponibilidad sino deudas. Somos un país rico, pero pobre. Los ingresos no cubren los egresos.
¿Quién le pone el cascabel al gato, los políticos que administran los bienes del Estado o el pueblo? El Pueblo bien lo puede hacer.