Por M. Alejandrina Argüelles
Por M. Alejandrina Argüelles
‘Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus’, emblemática frase que traducida libremente al castellano significaría ‘De la rosa no nos queda sino el nombre’. En un juego de palabras podríamos decir que “del Rosa” no nos queda a los santafesinos casi ni el nombre.
Tal vez sea la única institución que realmente merece llevar su denominación completa por motivos de peso: porque quien la donó (hace cien años) puso únicamente esa condición: que llevara el nombre de su madre Rosa Galisteo de Rodríguez, creo que según la ley es una donación con cargo. Y también porque sería importante que no se perdiera totalmente el ejemplo de un particular que no sólo donó el museo sino que lo hizo construir especialmente para ese fin para regalarlo a los santafesinos.
Preguntas sin respuestas
¿Por qué a ese y sólo a ese Museo Provincial de Bellas Artes se le cambia el nombre sistemáticamente?
Tal vez porque quienes están a cargo de él añoran a Sandro y su “Rosa Rosa tan maravillosa”. Pero sus gustos personales no les dan derecho a modificar libremente lo que no les pertenece. ¿O será porque la rosa simboliza algo? ¿O se busca ir eliminando el nombre que fue condición para su donación?
O tal vez para ir acorde con los tiempos de abreviar todo tipo de comunicación y de modificar el lenguaje. Digamos que sería una moda. Pues entonces extendámosla, y digamos, parafraseando lo hecho en “el Rosa”: “Hay una intervención en el Juan”, “Museo tomado en el Firma”, “Los alumnos visitaron el Angel”, “Mujeres en el Odilo”, por ver cómo manejarían esto en los museos del sur de la provincia.
Es claro que por aquí deberíamos decir por ejemplo “Paco tomado” o “Un viaje por el Paco”, o “Jueves con el Paco”.
Cambia, para que nada cambie
Y no me digan que es por abreviar simplemente, porque jamás vi una gacetilla oficial que redujera el extenso “Centro Cultural Provincial Francisco Paco Urondo”, apodo incluido.
Tal vez quienes se ocupan de los temas culturales ignoren por qué ese museo se llama como se llama y que no hay derecho a nombrarlo de otro modo, ya que fue una donación con cargo.
Tal vez estén de acuerdo con la idea de que cambiando el lenguaje se modifica una realidad que no es del agrado de quienes están a cargo momentáneamente... Algo que parecen olvidar.
Vaya uno a saber qué intenciones tienen, pero tenemos derecho a conocerlas y a opinar.
Suplico al diario y a los medios de comunicación en general que usen el nombre que corresponde aunque los partes de los organismos oficiales insistan en su cercenamiento nominal. O bien cambiemos todo y digamos el Rosa (¿le Rosa?), el Paco, el Sor...