Claudio H. Sánchez (*)
Claudio H. Sánchez (*)
A cincuenta años de la llegada del hombre a la Luna todavía persisten las posturas negacionistas que afirman que eso nunca pasó, que todo fue una puesta en escena en el marco de la Guerra Fría, que la tecnología de la época era insuficiente para poner un hombre en la Luna y que las escenas que vimos en televisión fueron hechas en estudios con actores disfrazados de astronautas.
El mejor argumento a favor de que el hombre efectivamente llegó a la Luna en 1969 es la debilidad de los argumentos en contra. La idea de una conspiración mantenida durante cincuenta años, involucrando no solamente a los astronautas sino también a funcionarios del gobierno, directivos y técnicos de la NASA así como el personal de los canales de televisión, y bajo la atenta mirada de los espías soviéticos, es muy difícil de sostener. Sin embargo, lo de las transmisiones simuladas de televisión es parcialmente cierto.
Efectivamente, durante la carrera espacial las principales cadenas de televisión tenían previsto algún plan de emergencia con material para poner al aire en caso de que algo saliera mal con la transmisión oficial: películas de archivo, entrevistas con expertos y, también, dramatizaciones y simulaciones de las actividades de los astronautas.
En particular, durante la misión Apolo 12 el astronauta Alan Bean, piloto del módulo lunar, apuntó su cámara directamente hacia el sol y quemó sus circuitos. La cámara quedó fuera de servicio cuando solamente habían pasado cuarenta minutos de transmisión. Para reemplazar las imágenes de la caminata lunar las cadenas ABC y CBS emitieron dramatizaciones con actores. Y la NBC hizo lo mismo con marionetas que se movían al compás del relato de los astronautas ya que la señal de audio no se interrumpió.
Estas marionetas fueron creadas y operadas por Bil Baird, famoso marionetista norteamericano de amplia experiencia en el cine, el teatro y la televisión, que ya había realizado simulaciones para la NBC durante la cobertura de las misiones Géminis, a mediados de la década.
William Britton Baird nació en el estado norteamericano de Nebraska en 1904. Cuando tenía ocho años, su padre le regaló su primera marioneta, lo que despertó su interés por el género. Desde muy chico improvisaba funciones con títeres que él mismo fabricaba y manejaba. En 1934 creó su compañía profesional, la Baird Marionettes, y se convirtió en una figura destacada del espectáculo. Escribió The art of puppet (El arte del títere), un estudio considerado un clásico de la especialidad. Participó en importantes producciones de Brodway y Hollywood como La novicia rebelde, donde creó las marionetas de El pastorcito solitario, la obra que los chicos Trapp representan para su padre en una de las escenas más recordadas de la película. En 1967 abrió su propio teatro en Nueva York, donde representó clásicos como Pinocho, El mago de Oz y Alicia en el país de las maravillas.
El espectáculo lunar de Baird tuvo tanto éxito que la NBC volvió a recurrir a él un año después para la misión Apolo 14 (la siguiente que efectivamente llegó a la Luna luego del accidente de la Apolo 13). La nueva simulación de Baird ofreció vistas panorámicas del paisaje lunar y de los movimientos de los astronautas que habría sido imposible obtener con las cámaras de la misión. Muy pocos televidentes se dieron cuenta de que lo que estaban viendo no eran astronautas de verdad.
Bil Baird murió en Nueva York, en 1987, a los 82 años. Cada vez que alguien dice que las imágenes de las caminatas lunares fueron un engaño de la NASA, le rinde homenaje a su talento.
(*) Periodista y divulgador científico
La idea de una conspiración mantenida durante cincuenta años, involucrando no solamente a los astronautas sino también a funcionarios del gobierno, directivos y técnicos de la NASA así como el personal de los canales de televisión, y bajo la atenta mirada de los espías soviéticos, es muy difícil de sostener.